El presidente estadounidense, Joe Biden , anunció en un comunicado este sábado el despliegue de cinco mil soldados adicionales en , “para asegurarnos de que podamos tener una retirada ordenada y segura del personal estadounidense y otro personal aliado y una evacuación ordenada y segura de los afganos que ayudaron a nuestras tropas durante nuestra misión y aquellos que corren un riesgo especial por el avance de los talibanes".

También indicó a los representantes de los talibanes en Doha "que cualquier acción de su parte sobre el terreno en Afganistán, que ponga en riesgo al personal estadounidense o a nuestra misión ahí, se encontrará con una respuesta militar estadounidense rápida y fuerte".

Además, encargó a la embajadora Tracey Jacobson los esfuerzos para "procesar, transportar y reubicar a los solicitantes de visas especiales de migrantes afganos y otros aliados afganos".

"Fui el cuarto presidente en presidir una presencia de tropas estadounidenses en Afganistán: dos republicanos, dos demócratas. No pasaría, y no pasaré, esta guerra a una quinta", dijo.

, gran ciudad del norte de Afganistán, "sin encontrar realmente resistencia", lo que representa un gran paso adelante en su fulgurante ofensiva que se extiende por todo el país y amenaza Kabul, la capital.

"Están desfilando con sus vehículos y motocicletas, disparando al aire para celebrar", dijo a la AFP Atiqullah Ghayor, residente de la ciudad.

Mazar-i-Sharif es la cuarta ciudad de Afganistán y en ella viven medio millón de personas. "Los combatientes se apoderaron de Mazar-i-Sharif y todos los edificios oficiales (...) están bajo su control", aseguraron los talibanes en un comunicado.

El mariscal Abdul Rashid Dostom, exvicepresidente afgano, y Atta Mohammad Nur, exgobernador de la región de Balj, cuya capital es Mazar-i-Sharif, que habían tomado las riendas de la resistencia local ante los talibanes, huyeron al vecino Uzbekistán, según sus allegados.

Horas antes, el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, había garantizado que el combate contra los talibanes continuaba.

"La removilización de nuestras fuerzas de seguridad y defensa es nuestra prioridad y se han tomado serias medidas al respecto", declaró Ghani en un discurso a la nación.

El dirigente no aludió a una posible dimisión, reclamada por algunos sectores, pero precisó que había iniciado "consultas" dentro del gobierno, con líderes políticos y socios internacionales para encontrar "una solución política que aporte paz y estabilidad al pueblo afgano".

Horas después, el gobierno dijo que el gobierno va a formar una delegación que "estará lista para negociar".

Paralelamente, el gobierno de Catar, emirato que ha sido sede de las infructuosas negociaciones entre talibanes y autoridades afganas desde hace meses, pidió a los insurgentes "un alto el fuego, lo que contribuiría a acelerar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo político integral que garantice un futuro próspero al gobierno y al pueblo de Afganistán".

La situación militar es crítica para el gobierno afgano. En poco más de una semana, los talibanes tomaron el control de casi todo el norte, oeste y sur de Afganistán y llegaron a las puertas de Kabul.

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Los insurgentes están a solo 50 kilómetros de la capital y no dan señales de frenar la ofensiva. El sábado, también tomaron la provincia de Kunar, en el este del país, y pronto podrían acercarse a la capital por el norte, el sur y el este.

Además de Kabul, Jalalabad es la otra gran ciudad del país que aún continúa bajo control del gobierno.

Para los habitantes de la capital y decenas de miles que buscaron refugio en la ciudad, la angustia ante lo que les espera crece.

"Lloro día y noche cuando veo a los talibanes obligando a las jóvenes a casarse con sus combatientes", cuenta a la AFP Muzhda, de 35 años, una mujer soltera que llegó a Kabul con sus dos hermanas tras dejar la provincia de Parwan.

"He renunciado a varias propuestas de matrimonio en el pasado. Si ahora los talibanes vienen y me obligan a casarme, me suicidaré", asevera.

Las calles de Kabul estaban animadas el sábado, pero también se podían observar largas filas a las puertas de los bancos. Incluso, algunos hombres revelaron a la AFP que habían empezado a dejarse barba, como prevención ante la inminente llegada de los talibanes a la ciudad.

Cuando dirigieron el país entre 1996 y 2001, antes de caer derrocados por una coalición internacional encabezada por Estados Unidos, los talibanes impusieron su versión ultrarrigurosa de la ley islámica.

A las mujeres se les prohibió salir sin un acompañante masculino y trabajar, y a las niñas ir a la escuela. Además, las mujeres acusadas de delitos como el adulterio eran azotadas y apedreadas.

"Es particularmente espantoso y desgarrador ver informes sobre cómo los derechos ganados con tanto esfuerzo por las niñas y las mujeres están siendo arrebatados", declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

En las últimas horas, helicópteros iban y venían entre el aeropuerto de Kabul y la zona de la embajada estadounidense, en la resguardada Zona Verde.

Un primer contingente de militares estadounidenses adicional aterrizó en la capital para asegurar las evacuaciones de personal diplomático y de afganos que trabajaron para los norteamericanos.

El Reino Unido anunció el despliegue de 600 militares para ayudar a los británicos a abandonar el país.

Varios países, como Holanda, Finlandia, Suecia, Italia y España, informaron el viernes de la reducción al mínimo de su presencia en el país, así como la repatriación de sus empleados afganos.

Otros, como Noruega y Dinamarca, cerraron temporalmente sus embajadas.

Este sábado, el gobierno alemán dijo que el ejército ayudará a evacuar la embajada de Alemania en Kabul y a su personal "que requiera la protección de Alemania". La sede diplomática se reducirá a lo mínimo necesario, según estas fuentes.

Los talibanes lanzaron su ofensiva en mayo, cuando el presidente estadounidense Joe Biden confirmó la salida de las últimas tropas extranjeras, una retirada que debe completarse antes del 31 de agosto.

Biden afirmó que no se arrepiente de su decisión, aunque la rapidez con la que se desintegró el ejército afgano sorprendió y decepcionó a los estadounidenses, que gastaron más de un billón de dólares para entrenarlo y equiparlo.

Aún así, Washington cree que Kabul no se enfrenta a una "amenaza inminente" y e insistió en que es posible evitar una victoria total de los talibanes.

jabf

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