Beijing/Tokio.— China advirtió ayer que su vínculo con Estados Unidos está “al borde de una nueva guerra fría”, tensado todavía más debido a la pandemia de Covid-19.
El ministro de Relaciones Exteriores del país asiático, Wang Yi, dijo que Washington se había infectado con un “virus político [que aprovecha] todas las ocasiones para atacar y difamar a China.
“Algunas fuerzas políticas de Estados Unidos están tomando como rehén [la relación bilateral] y empujando a nuestros dos países al borde de una nueva guerra fría”, mencionó a periodistas.
El funcionario también acusó a los políticos de la Unión Americana de propagar rumores para estigmatizar a China, donde surgió el coronavirus a finales del año pasado, enfermedad que ha causado más de 344 mil muertos y más de 5.4 millones de contagios en todo el mundo.
Sin embargo, Wang Xi aseguró que Beijing está abierta a una cooperación internacional para identificar el origen del Covid-19.
“Creemos que [la investigación] debe ser profesional, constructiva e imparcial. [Esa última característica] significa un proceso sin injerencia política, respeto a la soberanía de todos los países y sin presunción de culpa”, precisó.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha acusado a las autoridades chinas de haber tardado demasiado en proporcionar información crucial sobre la gravedad de la afección.
La Unión Americana es el país más azotado por el virus, con 1.6 millones de casos y más de 97 mil fallecimientos reportados.
No obstante, el estado de Nueva York, foco de la epidemia en ese territorio, registró en las últimas 24 horas 84 muertes, la cifra más baja desde el 24 de marzo.
En tanto, Japón confirmó que el estado de emergencia para el área metropolitana de Tokio y la prefectura de Hokkaido dará fin hoy.
De esta manera, 44 de las 47 prefecturas estarán libres de medidas estrictas. La conclusión de esta acción se da cuando ha bajado el número de decesos y la descongestión de los hospitales, afirmó el ministro de Revitalización Económica del país nipón, Yasutoshi Nishimura.
Musulmanes en todo el mundo iniciaron ayer las celebraciones del Eid al-Fitr, un feriado de tres días que marca el final del mes de ayuno del Ramadán, con millones de personas bajo estrictas órdenes de confinamiento y temores renovados por los brotes del virus.
Algunos países, como Turquía, Irak y Jordania, impusieron toques de queda durante ese periodo, pero incluso en los lugares donde se habían levantado muchas restricciones, las celebraciones se veían sofocadas por el miedo a la enfermedad y la preocupación por los efectos económicos de la pandemia.
Arabia Saudita, donde están las ciudades sagradas de La Meca y Medina, estaba en cuarentena total y sólo se permitía salir de casa para comprar comida y fármacos. Irán, que sufría el brote más mortal del virus en Oriente Medio, autorizó las plegarias en grupo en algunas mezquitas, pero canceló las oraciones masivas en Teherán.