Con más de 50 años, Lawrence Ray logró convertirse en una especie de líder espiritual de los amigos universitarios de su hija, quienes lo acusan de haberlos explotado y maltratado. Casi un año después de que una revista denunciara estos supuestos abusos, la policía lo acaba de arrestar.
Ray o "Larry", como lo llamaba el grupo del que presuntamente se aprovechó, está acusado de extorsión, tráfico sexual y trabajos forzados.
Según la fiscalía, logró sacar a los estudiantes de Sarah Lawrence College, en Nueva York, alrededor de US$1 millón abusando "emocional, física y sexualmente" de ellos durante años.
Ahora que tiene 60 años, Ray niega todas estas acusaciones. Para él, son fruto de una conspiración en su contra.
Pero, según las autoridades de Manhattan, se aprovechó de ellos de una forma que "conmociona la conciencia".
El escándalo salió a la luz en abril del año pasado tras un reportaje publicado en la revista The Cut, dedicada a la escena cultural, política y social de Nueva York.
Bajo el título de "Los chicos robados de Sarah Lawrence", la historia desgranaba cómo el padre de una alumna de esta institución había formado un "culto" tras mudarse en 2010 al campus de esta institución, donde estudiaba su hija.
Ray acababa de salir de prisión, donde había ido a parar por un conflicto relacionado con la custodia de sus dos hijas.
La mayor de ellas les había hablado a sus amigos de su padre, diciéndoles que había sido encarcelado de manera injusta. Así que cuando les preguntó si podía quedarse con ella, nadie puso objeciones.
Ray había sido informante del FBI, institución con la que había acabado en malos términos. También se había enemistado con un antiguo amigo suyo, el exjefe de la policía de Nueva York Bernard Kerik.
Una vez en la universidad, Ray se labró una imagen paternal con sesiones de "terapia" con las que aseguraba ayudar a los amigos de su hija.
Según contaron algunos jóvenes a la revista, usó estas sesiones para conocer detalles íntimos sobre sus vidas privadas y sus problemas de salud mental.
A instancia suya, muchos acabaron alejados de sus padres. A algunos los persuadió para que se mudaran con él a un apartamento en Manhattan, donde los convenció de que estaban "rotos" y que necesitaban su ayuda.
En aquel departamento, los jóvenes supuestamente eran sometidos a interrogatorios grupales intensos, donde eran presionados para confesar cosas que no habían hecho o traumas de la infancia que nunca habían ocurrido.
Los acusaba falsamente de atentar contra él intentando envenenarlo o dañando sus cosas.
Presuntamente, utilizó tácticas que incluyen la privación del sueño, la humillación sexual y la violencia física.
En una ocasión, después de acusar a un chico de dañar algo suyo, Ray blandió un cuchillo y lo amenazó con desmembrarlo, forzando así una confesión falsa, según la fiscalía.
Según el reportaje de The Cut, Ray manipuló a sus dos hijas, sobre todo a la mayor, para que acusaran falsamente a su madre de abusos.
En una evaluación psicológica encargada por la defensa de su exesposa y que cita la revista, Ray es descrito como "literalmente imposible de evaluar" por ser "capaz de manipular y controlar casi toda situación en la que se encuentre, incluso una entrevista psicológica con un examinador forense, sin importar cuán experimentado pueda ser este examinador".
La evaluación decía, según The Cut, que Ray podía llegar a ser tan "encantador" como un niño, pero que era "calculador, manipulador y hostil".
Uno de los jóvenes aseguró a la publicación que fue manipulado para tener relaciones sexuales con otra estudiante mientras Ray miraba y que a veces este participaba o invitaba a alguien más.
Según The Cut, otra joven acabó prostituyéndose para pagarle a Ray lo que supuestamente le debía por haber roto cosas suyas. Según las autoridades, este recaudó más de US$500.000 de ella. Otro obtuvo el dinero de sus padres para lo mismo, amenazando con suicidarse si no se lo daban.
Otros jóvenes fueron obligados a realizar trabajos no remunerados, según la fiscalía.
En total, se le acusa de obtener alrededor de US$1 millón de al menos cinco víctimas. Se cree que este dinero fue lavado a través de un negocio de dominios de internet.
"Durante la mayor parte de la última década, alegamos que no hubo límite para el abuso que recibieron las víctimas de Ray y que no hay forma de cuantificar el daño que pudo haberles causado para los años venideros", dijo el director adjunto del FBI, William Sweeney.
"Se supone que la universidad es un momento de autodescubrimiento e independencia recién obtenida. Pero, como se alega, Lawrence Ray explotó ese momento vulnerable en la vida de sus víctimas a través de una dirección de conducta que conmociona la conciencia", dijo el fiscal federal de Manhattan, Geoffrey Berman.
Sarah Lawrence College afirmó en una declaración publicada por la prensa estadounidense que los cargos eran "serios, de gran alcance, inquietantes y molestos".
Pero reiteró que, tras lanzar una investigación interna después de que se publicara la historia en la revista, "no corroboró esas afirmaciones específicas" que se hacían en el reportaje.
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