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Seattle, Washington
“Para mí la ayuda humanitaria en general es como un acto sagrado y realizarlo en lugares como el desierto de Arizona, en la frontera por donde pasan decenas de migrantes, es un acto de supervivencia para que el desierto deje de ser un cementerio para muchos de ellos”. Así describe a EL UNIVERSAL su trabajo como voluntaria Zaachila Isabel Orozco-McCormick, mexicano-estadounidense, de 21 años y de sangre zapoteca.
Zaachila y otras tres jóvenes estadounidenses: Natalie Hoffman, Oona Holcomb y Madeline Huse, fueron declaradas culpables en un juicio federal en la Unión Americana, acusadas de ingresar sin autorización a un área designada como refugio silvestre, en el sur del desierto de Arizona, en agosto de 2017.
“Sólo llevábamos agua y alimentos enlatados para tratar de salvar la vida de quienes cruzan, especialmente en verano, con las altas temperaturas —del desierto— y ahora nos tratan como criminales”, dice.
Se trata de delitos menores, pero que pueden conllevar una sentencia de entre seis meses y un año de prisión, y una multa de 500 dólares para cada una de las acusadas. Las cuatro están a la espera de una revisión de sentencia. Será el 1 de marzo cuando se conozca el veredicto final.
Injusticia
“Confiamos en que mucha gente que nos está apoyando pueda presionar para que no lleguemos a la cárcel, sería muy injusto”, señala Zaachila: “Mis padres están tan asustados como nosotras”.
La mamá de esta joven universitaria y activista es originaria de Seattle, capital del estado de Washington, donde actualmente vive; su padre, José Antonio Orozco Delgado, es originario de Oaxaca, donde también la joven ha pasado tiempo y estudió algunos años.
José Antonio recomendó a su hija escribirle una carta al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, explicándole lo sucedido y cómo ella se sintió “comprometida a proporcionar ayuda humanitaria: agua, alimentos y refugio a los migrantes, que en busca de otra vida toman la decisión de cruzar la frontera de Estados Unidos a través del desierto de Sonora.
“El agua es fundamental para sobrevivir y me preocupa que cientos de personas mueren debido a las altas temperaturas en el desierto. Decidí participar para prestar ayuda humanitaria por el gran orgullo que tengo de mis raíces mexicanas, pero también como un ser humano que quiere ayudar a los más necesitados”, escribió en esa carta.
La joven está esperanzada en que al final no pisará la cárcel. “Sería increíble que fuéramos encarceladas por prestar ayuda humanitaria, aunque la acusación la estén centrando en una violación que tiene que ver con una área protegida, pero además no causamos ningún daño, ningún destrozo”, asegura. “En esa área donde estuvimos hay rastros de las camionetas —de la Patrulla Fronteriza— que pasan continuamente y también vimos lo que parecen pruebas militares, de verdad es ridículo que nos hagan esto”.
Grupos de apoyo están reuniendo firmas de manera electrónica para presionar a las autoridades federales estadounidenses y tratar de llamar la atención de congresistas, a fin de que apoyen a las jóvenes e intervengan en la medida de lo posible.