Washington.— Tras casi un mes de pausa, que coincidió con las fiestas decembrinas y de inicio de año, el proceso de impeachment contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vuelve con toda la fuerza a Washington y, de acuerdo con el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, el juicio en sí debería iniciar el martes próximo.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, anunció que hoy pondrá a votación del pleno el paso de los dos artículos acusatorios contra el mandatario al Senado para que, de inmediato, empiece el juicio político para su destitución.
“El pueblo estadounidense merece la verdad y la Constitución exige un juicio”, dijo en un comunicado, en el que informó que, además, anunciará a los congresistas que serán designados como “gestores”, una figura que hará las veces de fiscalía y, por tanto, presentará el caso ante la Cámara Alta. “El presidente y los senadores rendirán cuentas”, sentenció.
Con la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes que garantiza el éxito de la acción de Pelosi, se disparará de inmediato el cronograma del juicio político, en el que Trump es acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso.
Tras el anuncio de la demócrata, McConnell dijo a periodistas que “con toda probabilidad daremos los pasos preliminares esta semana, que bien podrían incluir que el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, venga y juramente a los miembros del Senado y algún otro tipo de medidas de orden. Esperamos lograr eso por consenso, lo que nos prepararía para comenzar el juicio real el próximo martes”.
Las reglas para el proceso de impeachment dependen en exclusiva del liderazgo republicano en el Senado, uno que hace tiempo que no esconde su partidismo en el proceso hasta el punto de decir en público que ya se sabe cuál va a ser el resultado del proceso: la exoneración del presidente.
Todo apunta a que se seguirá la estructura del último proceso similar que se vivió en el país, el de Bill Clinton en 1999. Según explica el medio Politico, con base en lo ocurrido aquella vez, el jueves los senadores harían el juramento y se aprobarían las reglas del juego, lo que deja para la próxima semana el inicio del proceso.
Las dos partes, acusación (la Cámara de Representantes) y defensa (la Casa Blanca), tendrían el fin de semana para preparar su caso, que expondrían a principios de la próxima semana en el pleno del Senado. Seguiría el proceso con posibles preguntas a las partes, el interrogatorio a los testigos —en caso de que los haya— y, tras los argumentos finales, se pasaría a la deliberación y voto para la destitución o no del presidente. Con toda probabilidad, será un proceso de seis días a la semana, de lunes a sábado, descansando sólo los domingos.
Quedan muchas dudas sobre cómo transcurrirá el juicio, especialmente por las voces disonantes en el Partido Republicano que están exigiendo un juicio con todas las de la ley, sin atajos.
Eso descarta casi totalmente la opción de un voto en el Senado para desestimar el proceso, una propuesta impulsada y casi exigida por Trump, pero que no tiene los apoyos suficientes entre los congresistas republicanos. El liderazgo conservador ha insinuado que no se va a votar una moción de estas características, no sólo por la falta de apoyo, sino por las duras críticas de la oposición, que los ha acusado de “encubridores” y de querer ocultar la verdad.
Otro asunto diferente es la necesidad de escuchar testigos durante el proceso, una reivindicación constante de los demócratas y que, al parecer, tiene el apoyo del número exacto de republicanos que podría obligar a llamar a personajes importantes de la trama ucraniana a testificar.
Entre los que quieren interrogar están el exasesor en seguridad nacional, John Bolton, y el actual jefe de gabinete presidencial, Mick Mulvaney. “Pedimos que los hombres nombrados por el presidente den un paso al frente y cuenten su historia”, exigió el líder demócrata, Chuck Schumer.
Su contraparte en la mayoría republicana, Mitch McConnell, todavía se resiste a ello. “Si el caso ya es suficientemente fuerte, no hay necesidad de que el juez o el jurado reabran la investigación. Y si el caso hubiera sido débil, los demócratas no lo habrían acusado”, dijo. “El pueblo estadounidense entiende perfectamente que el movimiento del Senado de empezar un juicio sin testigos ni documentos es un puro encubrimiento político”, acusó Pelosi.
La voluntad de los republicanos es finiquitar el proceso antes del 4 de febrero, para que no se entrometa con el discurso sobre el estado de la unión que ese día tiene que dar Trump ante el Congreso. También los senadores demócratas que aspiran a la nominación del partido para la presidencia de EU esperan que el juicio sea corto para poder hacer campaña casi sin entorpecer sus planes electorales.
The Washington Post informó ayer que un fiscal de Ucrania ofreció información relacionada con el exvicepresidente, Joe Biden, a cambio del despido de la entonces embajadora Marie Yovanovitch, de acuerdo con documentos difundidos por la Cámara de Representantes. Ello probaría que Trump abusó de su poder a cambio de un beneficio personal, una de las acusaciones en su contra.