Un ex policía blanco fue absuelto
el viernes de la muerte de un hombre negro al que mató a tiros después de una persecución a alta velocidad en 2011, lo que provocó que cientos de personas se manifestaran en las calles del centro de San Luis.
Los inconformes coreaban y portaban pancartas con lemas contra la policía y otras que decían “las vidas de los negros importan” durante su movilización en el sector de Central West End.
Antes de la exoneración, algunos activistas habían amenazado con desobediencia civil, incluido el posible cierre de carreteras, si Jason Stockley, de 36 años, no era declarado culpable.
Después de que la policía les bloqueó el paso cuando los manifestantes marchaban con dirección a la interestatal 64 el viernes en la noche, el grupo se enfiló hacia una intersección en una zona comercial y protagonizó un plantón durante unos 20 minutos.
El grupo se mantuvo en silencio varios minutos y el único ruido que podía escucharse era el de un helicóptero de un canal de noticias que sobrevolaba la zona.
Los manifestantes se dirigieron después a la avenida Euclid en una zona de restaurantes, bares y tiendas. Un manifestante lanzó una piedra por la ventana de un restaurante. Otro grupo de inconformes quemó una bandera estadounidense ante la aclamación de varios de ellos.
En otro incidente, un hombre comenzaba a quemar una bandera y otros manifestantes lo obligaron a que detuviera su acto.
El expolicía Stockley dijo que comprende que las imágenes del video en el que mata a tiros a Anthony Lamar Smith en 2011 después de la persecución parezcan malas a los investigadores y el público, pero señaló que es n ecesario separar el enfoque de los hechos y que él no hizo nada malo.
Numerosas barreras metálicas fueron erigidas el mes pasado en torno al cuartel de policía, el tribunal donde se lleva a cabo el juicio y otros posibles sitios de protestas. Los manifestantes ya estaban marchando horas después del fallo.
Para el viernes por la noche ya se habían efectuado 13 arrestos y había cuatro agentes lesionados. Ninguno fue hospitalizado, dijo Lawrence O’Toole, jefe interino de policía.
El caso se ventiló a no gran distancia del suburbio de Ferguson, donde el joven negro desarmado Michael Brown, de 18 años, fue muerto a tiros por un agente blanco en 2014. El agente nunca fue encausado y al final presentó su renuncia.
Stockley, acusado de homicidio premeditado, insistió en que vio que Anthony Lamar Smith traía un arma y en que consideró que él se encontraba en peligro inminente. Los fiscales dijeron que el agente sembró una pistola en el vehículo de Smith después del incidente. Stockley pidió que el caso lo decidiera un juez y no un jurado.
“Esta corte, en conciencia, no puede decir que el Estado ha demostrado todos los elementos del homicidio más allá de una duda razonable ni que el Estado ha demostrado más allá de una duda razonable que el acusado no actuó en defensa propia”, dijo en el fallo el juez Timothy Wilson, del circuito de San Luis.
El magistrado había declarado que no se dejaría influir por “intereses partidistas, el clamor del público ni el temor a la crítica”.
En un comunicado, Kim Gardner, abogado del circuito de San Luis, reconoció la dificultad de ganar procesos sobre tiroteos policiales, pero dijo que los fiscales creen que “ofrecieron evidencia suficiente que demostró más allá de una duda razonable” que Stockley pretendía matar a Smith.
Robert Steeler, vicefiscal de circuito, enfatizó durante el juicio que tomas de video de la persecución registradas por la cámara ubicada en el tablero del auto patrulla captaron a Stockley mientras afirmaba que iba “a matar a este (palabra altisonante), en serio”.
Menos de un minuto después, el agente baleó a Smith cinco veces. El abogado de Stockley describió ese comentario como “emociones humanas” emitidas durante una persecución policial peligrosa. El juez escribió que la afirmación “puede ser ambigua, dependiendo del contexto”.
cg