Ashley Antonio,

de 35 años, comenzó a sentirse mal a finales de marzo. La canadiense pensó que era un mal estomacal . Pero un día apenas pudo pararse.

Fue el principio de una pesadilla que se ha prolongado 259 días. Su caso, difundido por la cadena CBC, de Canadá, es uno de los conocidos como pacientes “de largo plazo”: personas que llevan meses luchando con las consecuencias del coronavirus.

“Algunas veces me siento bien; otros días despierto y no puedo respirar. No me puedo mover”, contó Ashley a CBC. Aunque de inicio no se hizo prueba de Covid-19, semanas después una prueba de anticuerpos reveló que había tenido la enfermedad.

La canadiense aseguró que siempre ha sido muy saludable, sin precondiciones médicas o comorbolidades como las que los médicos suelen mencionar para explicar por qué algunos pacientes empeoran más que otros.

“Los medios y la comunidad médica parecen dar la impresión de que, o te recuperas en 10 días y tu vida vuelve a la normalidad, o te mueres”, lamentó Ashley. “Pero hay un enorme grupo de personas luchando en alguna parte, en la mitad de esos dos extremos, y nuestras vidas se ven impactadas a diario de formas terribles”.

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Ashley detalló que cuando enfermó, le dolía el cuerpo. El sólo hecho de ponerse de pie le aceleraba el corazón. Una caminata de cinco minutos podía derivar en un desmayo. Le costaba recordar cosas, o concentrarse. A menudo se sentía desorientada.

Seis semanas después de haber presentado síntomas, llegó a la sala de emergencias del hospital, indica CBC, porque pensó que estaba sufriendo un ataque al corazón. “Durante media hora, no sentí la mitad de mi cara ni el lado izquierdo de mi cuerpo. La noche anterior, me la pasé sudando; veía cosas y personas que no estaban allí”, dijo.

Los médicos le explicaron que eran las secuelas del virus. Pero las secuelas no han frenado.

Dejó de trabajar por cinco meses, hasta que se le acabó la incapacidad y tuvo que regresar a su empleo como abogada, en la localidad de Edmonton.

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Pero en cualquier momento, los síntomas regresan: desde intensos dolores de cabeza hasta congestión pulmonar, sarpullido, sudor crónico o palpitaciones.

Ashley decidió contar su historia para tratar de ayudar a las personas a entender todas las implicaciones del coronavirus, incluso para personas que, como ella, siempre habían sido sanas.

Ella ha pasado cuatro veces por la sala de emergencias y se le ha sometido a una serie de pruebas para evaluar el daño. Los médicos le dijeron que desarrolló artritis reumatoide, taquicardia postural ortostática, así como un desorden en la circulación sanguínea derivado del mal funcionamiento del sistema nervioso.

Si no está acostada, explicó a CBC , los latidos de su corazón se disparan. Antes hacía ejercicio diario. Ahora le cuesta trabajo caminar y subir escaleras.

La peor parte, aseguró, es que no sabe cuándo parará. Los doctores, dijo, le indicaron que “podría ser un par de meses; podría ser un par de años, o podría ser para siempre”.

lsm

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