Santiago.— Entre 2019 y 2021 la cantidad de personas con hambre aumentó en 13.2 millones, a 56.5 millones en América Latina y el Caribe, por el encarecimiento de los alimentos y el aumento de la pobreza extrema, indicó ayer un informe de la Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP o PMA).
“El número de personas en la región que padecen hambre aumentó en 13.2 millones, hasta llegar a 56.5 millones”, dice el documento elaborado “en respuesta a la crisis alimentaria mundial”, y presentado por las tres instituciones de la ONU en Santiago.
En 2021 la inseguridad alimentaria afectó al 40.6% de la población de la América Latina y el Caribe. Un total de 267.7 millones de personas se vieron afectadas, 62.5 millones más que en 2019.
Según el informe, “el aumento de la inflación de alimentos y de la pobreza extrema es uno de los factores que incrementan la inseguridad alimentaria y el hambre”. La inflación de los alimentos “aumenta el riesgo de hambre” y el alza del precio internacional de los productos básicos, cuyo aumento promedio alcanzó 11.7% en septiembre pasado, se traspasa a los consumidores. El alza de precios golpea a los sectores más pobres y de menores ingresos de la región, y aumenta el riesgo de problemas de acceso a una dieta saludable.
Según el estudio, la gran mayoría de los países de la región están expuestos a los problemas de producción y comercialización, y a las alzas de precios derivados de la guerra en Ucrania, pues son importadores netos de trigo, maíz y aceites vegetales.
El informe agrega que 26 países son altamente dependientes de las importaciones de trigo, mientras que 13 presentan una alta dependencia de las importaciones de maíz.
La Cepal estima que la incidencia de la pobreza extrema en la región aumentaría 0.2 puntos porcentuales en 2022 y podría alcanzar a las 81.8 millones de personas. “El hambre aumentó en la región en 30% entre 2019 y 2021. La alta dependencia de la importación de fertilizantes y la variación de los precios de los alimentos tiene un impacto negativo e inevitable en los medios de vida, principalmente de la población rural, y en el acceso a una dieta saludable”, dijo Mario Lubetkin, representante regional de la FAO.
Al mismo tiempo, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió durante una ceremonia celebrada en Montreal, en vísperas de la conferencia sobre biodiversidad COP15, que la humanidad se ha convertido en un “arma de extinción masiva” de la naturaleza a la que “tratamos como a un retrete”.
Guterres criticó el “apetito sin fondo de un crecimiento económico desenfrenado y desigual” que está acabando con todo, y consideró la conferencia como una “oportunidad para detener esta orgía de destrucción”. Los retos de la COP15 son enormes: un millón de especies están amenazadas de extinción, un tercio de las tierras del mundo están gravemente degradadas y los suelos fértiles están desapareciendo.
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