Hay lugares que asumieron un claro compromiso con el planeta ante la advertencia sobre los efectos del cambio climático.
Y es que en la carrera contra el tiempo para evitar que la temperatura global supere el umbral de 1.5 grados Celsius establecido por los científicos, existen algunos destinos que están demostrando ser mejores que otros en la implementación de soluciones para un futuro más sostenible y con menos emisiones de carbono.
Esto es lo que revela el último Índice Global de Sostenibilidad de Destinos (IGSD), que en base a 69 indicadores, como las tasas de reciclaje, los niveles de contaminación atmosférica, la cantidad de carriles para bicicleta y el porcentaje de habitaciones de hotel certificadas como ecológicas, logró seleccionar las ciudades que están contribuyendo para hacer del mundo un lugar mejor.
Aunque el índice está orientado a reconocer a los sectores turísticos por sus compromisos con la sostenibilidad, también tiene en cuenta datos que afectan a los residentes de las ciudades, lo que lo convierte en un buen recurso no sólo para los viajeros que quieran elegir un destino sostenible, sino también para los futuros residentes que deseen establecerse en una ciudad que respeta el medio ambiente.
Aquí te ofrecemos cinco de las ciudades que se encuentran entre las mejores.
Lee también ONU lanza "alerta roja" por el cambio climático
Esta ciudad en el suroeste de Suecia ocupa el primer puesto del IGSD, pero su reputación va mucho más allá.
Además de haber liderado el ránking entre 2016 y 2021, ese mismo año la segunda ciudad más grande de Suecia también fue nombrada por Lonely Planet como la mejor ciudad sostenible del mundo. Y en 2022 firmó un compromiso para ser una de las 100 ciudades de la Unión Europea que planean alcanzar la neutralidad climática en 2030.
Harriet Pickering y su familia han notado este compromiso con la sostenibilidad en su vida cotidiana desde que se mudaron a las afueras de Gotemburgo hace un año.
Un ejemplo de ello es la forma en la que se usan la bicicleta para moverse de un lugar a otro de la ciudad.
"Creo que nunca habríamos transportado a nuestro hijo en bicicleta. No nos habría parecido suficientemente seguro", dice Pickering haciendo referencia al tráfico y la falta de carriles para bicicleta en donde vivían antes en Reino Unido.
"Aquí lo hacemos. Hay ciclistas por todas partes y montones de carriles para bicicletas”, contó.
Incluso han comprado un auto eléctrico, añadió, en parte por la cantidad de espacios que hay por donde viven para cargar vehículos eléctricos.
Pero éstas no son las únicas formas en que Gotemburgo contribuye a reducir la huella de carbono de sus habitantes y visitantes.
El 95% del transporte público de la ciudad funciona con energías renovables, su aeropuerto recibió una de las certificaciones más altas del programa Airport Carbon Accreditation por su compromiso con el seguimiento, reducción y compensación de las emisiones de carbono y nueve de cada diez habitaciones de hotel cuentan con certificación medioambiental.
Incluso su Way Out West se convirtió en el primer festival de música en el mundo en obtener la certificación de sostenibilidad al servir sólo comida vegetariana, vender ropa reciclada como material de promoción y evitar platos y cubiertos de un solo uso.
Pickering afirma que vivir en este entorno ha impulsado a su familia a tomar decisiones más sostenibles en el presente que podrían beneficiar a su hijo en el futuro.
"Crecerá con ciertas cosas como norma", explica sobre el hecho que cuando sea adulto “no se lo pensará dos veces sobre cosas como los vehículos eléctricos o el reciclaje: formarán parte de su vida normal".
Lee también Cambio climático genera millones de migrantes: Banco Mundial
La segunda de la lista -y la segunda de las ocho ciudades nórdicas que figuran entre las 10 primeras- es Oslo, que también fue nombrada Capital Verde de Europa en 2019.
Quizá sea una paradoja que teniendo en cuenta la dependencia económica de Noruega del petróleo y el gas, el país obtenga habitualmente las mejores calificaciones por sus compromisos de sostenibilidad.
Esto también se extiende a su capital, Oslo, donde ese compromiso se hace evidente desde que uno comienza a pasear por la ciudad.
Sólo en lo que respecta al transporte cuenta con 270 estaciones de bicicletas urbanas, 5.000 estaciones de recarga de vehículos eléctricos y ha introducido los patinetes eléctricos.
Luego está lo verde que es la ciudad. Un 63% del municipio es bosque y otro 9% está formado por zonas verdes y parques urbanos.
Anne-Signe Fagereng, directora de marketing de la oficina de turismo VisitOSLO, dijo que también hay muchas otras iniciativas de sostenibilidad que implementan dirigidas a los turistas.
“Cuando visitan nuestro sitio en internet no es que ven hojas verdes por todas partes ni llamamos todo ‘sostenible’. Pero intentamos que las opciones sostenibles sean las más recomendables”.´
El portal destaca a restaurantes como Maaemo, que recibió una estrella verde Michelin por sus prácticas sostenibles, o alojamientos como el Thon Hotel Astoria, un hotel económico con certificación medioambiental que reduce su huella de carbono utilizando energías renovables.
VisitOSLO también ha desarrollado sus propios criterios para que los negocios puedan recibir el distintivo “Visite Oslo de forma Responsable” y cuenta con recursos específicos, como su Guía Verde, para los turistas que quieran dar prioridad a las opciones sostenibles.
Estos mismos principios también se pueden encontrar en las sedes de la oficina de turismo donde se facilita primero la opciones de transporte público si un visitante pide consejo sobre cómo ir del punto A al punto B.
Fagereng es realista en cuanto a los retos: mientras volar a un destino siga siendo una necesidad, por ejemplo, es casi imposible decir que viajar a cualquier parte es una opción "sostenible". Pero es optimista.
"En conjunto, el sector turístico no es sostenible. Pero estamos haciendo grandes esfuerzos para ir en esa dirección", afirma. "El turismo puede ser una fuerza para el bien".
Lee también Jefe de la ONU advierte que el caos climático y las crisis alimentarias amenazan la paz global
Desde su mismo nombre, Glasgow habla de su herencia medioambiental ya que proviene de la palabra gaélica Glaschu que significa “querido espacio verde”.
Unos 1.500 años después de su fundación, la ciudad escocesa ocupa el octavo lugar del IGSD, índice en el que se ha situado entre las 10 primeras cada año desde 2016.
Ese reconocimiento no le sorprende a Kathi Kamleitner, originaria de Viena (Austria) y quien se mudó a Glasgow hace 10 años.
Kamleitner cuenta que es obvio que la ciudad ha dado pasos hacia un futuro más sostenible como, por ejemplo, la zona de bajas emisiones que restringe la entrada de vehículos al centro del casco urbano para reducir la contaminación atmosférica.
También se han construido estaciones de recarga para los vehículos eléctricos, se han instalado farolas LED “inteligentes” y se han realizado notables esfuerzos para el uso de la bicicleta con sistemas de alquiler y nuevos carriles exclusivos.
“La ejecución no siempre ha sido la mejor. A veces pareciera que habían encargado la construcción a alguien que en realidad no montaba en bicicleta”, comentó Kamleitner entre risas. “Pero, en general, creo que es bueno ver que se van creando más infraestructuras de este tipo”.
La reputación de Glasgow como ciudad verde va más allá de su nombre al contar con más de 90 parques lo que permite que, en término medio, ocho de cada 10 niños vivan a menos de 400 metros de un espacio verde público.
Otro aspecto positivo es la actitud de sus ciudadanos que han impulsado los programas de economía circular como centros comunitarios donde se reparan o prestan productos.
“Veo muchos emprendimientos sociales y muchos negocios que persiguen realmente la sostenibilidad y facilitan la toma de decisiones más sostenibles”, afirma Kamleitner.
Sin embargo, Kamleitner reconoce que la ciudad podría mejorar en algunos aspectos como lo es el transporte público, que asegura es más caro y menos extenso en comparación con Viena y Berlín, lugares en los que vivió anteriormente.
Puede que la mayoría de la gente conozca a Burdeos por su impresionante arquitectura y su vino, pero hay otra razón por la que uno se puede enamorar de la ciudad francesa: su búsqueda de un futuro más sostenible.
Además de figurar entre los 10 primeros del IGSD, Burdeos es el tercer destino sostenible mejor valorado por el sitio web de turismo TripAdvisor.
Y al darse una vuelta por la ciudad se ve este esfuerzo por todas partes.
Además de bicicletas públicas, uno dispone de autobuses eléctricos, tranvías e incluso servicios de transporte fluviales. También abundan los restaurantes de kilómetro cero y las tiendas de segunda mano.
Alrededor de tres cuartas partes de sus viñedos y un tercio de sus empresas turísticas han obtenido la certificación ecológica, al igual que su propia oficina de turismo.
El popular festival de vino de la ciudad, que cuenta con certificación ecológica desde 2021, ha implementado iniciativas para reducir su huella de carbono como convertir en abono los residuos alimenticios, no vender artículos de plástico y medir e informar anualmente de sus emisiones.
Pero según Olivier Occelli, director de la Oficina de Turismo de Burdeos, la ciudad aspira a mucho más. Empezando por el sector turístico que se ha comprometido a conseguir que el 80% de sus afiliados, desde hoteles a agencias de viajes, cuenten con la certificación ecológica de aquí a 2026.
"La sostenibilidad es una de las principales estrategias en las que debemos centrarnos en los próximos años", afirma Occelli.
"Sabemos que el calentamiento global está aquí, y todos los sectores económicos necesitamos, en ese sentido, cuidar de nuestro futuro, y del planeta".
Una de las ideas que se están planteando, cuenta Occelli, es cómo reducir la huella de carbono del propio viaje a Burdeos al tener en cuenta que quedarse sólo una o dos noches en un destino tiene más impacto que si te quedas más tiempo.
"Tenemos que trabajar en ello", afirma. "Y si alguien viene para trabajar dos días, por ejemplo, tenemos que decirle, ‘bien, te quedas dos días por trabajo, pero te quedas tres días más para visitar la ciudad, ver los viñedos y coger el transporte público dentro de la ciudad’".
Lo cual, teniendo en cuenta todo lo que ofrece Burdeos, no parece un castigo tan grande.
La surcoreana Goyang es la primera ciudad no europea que aparece en el IGSD gracias a los esfuerzos que ha hecho en los últimos años por mejorar sus credenciales ecológicas.
Desde que se convirtió en la primera ciudad de Corea del Sur en entrar al IGSD en 2017, y ser la que más mejoró al año siguiente, Goyang ha ido escalando posiciones paulatinamente hasta ubicarse actualmente en el puesto 14 en el mundo.
En 2022, obtuvo sus primeras certificaciones de sostenibilidad ISO 20121.
Uno de los sectores que más contribuyen lograr esos reconocimientos es el de convenciones y exposiciones, que cuenta con un centro que es capaz de reciclar el agua de lluvia para los baños, el estanque y los jardines.
A eso se suman los 68 parques que ofrece la ciudad y un sistema público de bicicletas.
“Perseguir de forma activa y continua la sostenibilidad en una pequeña ciudad regional con un presupuesto y unos recursos humanos muy limitados, en comparación con las ciudades internacionales, no ha sido tarea fácil”, reconoce Peter Lee, director gerente de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Goyang.
Lee destaca las “excelentes condiciones medioambientales” que ofrecen las 1.000 hectáreas de “verde y azul” (en referencia a sus parques y espacios acuáticos) por cada 100.000 habitantes, además de los 424 kilómetros de carriles para bicicletas.
“Es una ciudad habitable en la que las zonas rurales y urbanas están bien armonizadas, y que cuenta con políticas medioambientales y medidas concretas que son de los mejor en Corea del Sur”, aseguró Lee.