San José.— Una serie de citas que habrá a partir del próximo miércoles entre los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Bolivia, Luis Arce, reforzará la alianza del gobierno mexicano con la izquierda gobernante en Argentina, Venezuela, Cuba y Nicaragua, en un proceso que se intensificó en 2021 y coincidió en Estados Unidos con la transición de Donald Trump a Joe Biden.
Sin ser una preferencia ideológica nueva de López Obrador desde que en 2018 asumió la presidencia, la política exterior del primer gobierno izquierdista mexicano hacia América Latina y el Caribe ahora tendería a colocar una señal para definir linderos de independencia con Washington en la época post-Trump.
La delimitación habría comenzado a hacerse luego de que, al menos en la prolongada y sensible crisis migratoria con Centroamérica que recrudeció en el último trimestre de 2018, México quedó en entredicho al aceptar en 2019 someterse al mandato de la Casa Blanca y de la radical lucha anti-migratoria de Trump.
En junio de 2019, López Obrador acató la presión de Washington y blindó las fronteras mexicanas con militares y policías, instaló un muro de seguridad y bloqueó a los migrantes irregulares para impedirles llegar a EU.
Diversas fuentes consultadas coincidieron en que, sin la obsesión de Trump en migración, un nuevo enfoque de EU con Biden en ese factor será clave para México y Centroamérica.
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Otro guiño
Con el cambio de Trump a Biden en enero anterior, y al consolidar el acercamiento de México con los gobiernos que está dentro del Socialismo del Siglo XXI o en su órbita o anillo de apoyo, Arce llegará el próximo martes a territorio mexicano por invitación de López Obrador para una visita que concluirá el viernes 26.
El diálogo de López Obrador y Arce empezará el martes y dará continuidad al estrecho vínculo del eje Ciudad de México-Buenos Aires-La Paz que se reforzó con la visita que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, hizo en febrero pasado a la capital mexicana para reunirse con el mandatario anfitrión.
Todavía está por confirmarse si López Obrador cursará invitaciones similares a los presidentes del resto del bloque: Miguel Díaz-Canel, de Cuba, Nicolás Maduro, de Venezuela, y Daniel Ortega de Nicaragua.
“El gobierno de México está leyendo las señales que están saliendo de Washington”, dijo el diplomático costarricense en retiro Melvin Sáenz, exembajador de Costa Rica en España, Colombia, Perú, Panamá, Cuba y la Organización de Naciones Unidas en Nueva York.
“Hay una política exterior [en EU] totalmente distinta a la de Trump y, hacia América Latina y el Caribe, esto se relaciona con la apertura de espacios que en los pasados cuatro años estuvieron cerrados. Esto tiene que ver con retomar el diálogo con gobiernos moderados de izquierda, como Argentina y Bolivia”, explicó Sáenz a EL UNIVERSAL.
“No creo que vayan a darse acercamientos [de México] con Venezuela o Nicaragua. Esto se está moviendo en Washington y muchos países de América Latina y el Caribe adecuarán sus políticas regionales a las señales que salgan de la Casa Blanca”, agregó.
Defensa
Después de que el 23 de enero de este año se registró una entrevista telefónica entre López Obrador y Biden, el canciller de México, Marcelo Ebrard, defendió la política exterior de su gobierno como “equitativa, solidaria y con total respeto a la soberanía de los pueblos” y destacó que, en el caso de EU, trabajará “con una visión común” de la zona.
Para el diplomático boliviano Jaime Aparicio, ex embajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos (OEA), “la política exterior mexicana está muy errada: da prioridad a una alianza ideológica sin ningún sentido práctico para los grandes problemas de México”.
“Espero que los próximos invitados a México no sean Ortega o Maduro. Acorralado internamente, López Obrador trata de salir del aislamiento internacional e intenta reagrupar nuevamente a algunos países. Por eso invitó a Fernández”, alegó Aparicio a este periódico.
“Pese a que Arce está en una clara deriva autoritaria y sigue la política de Evo Morales de acumular y controlar todos los poderes para perseguir a la oposición, López Obrador lo invitó. En el gobierno de México predomina la ideología más que los intereses de la sociedad mexicana”, puntualizó.
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Polémica
El bloque de López Obrador, Fernández, Díaz-Canel, Maduro, Arce y Ortega se activó en respaldo al gobierno de Bolivia luego de que, el 12 de este mes, la expresidenta boliviana Jeanine Áñez, sucesora de Morales, fue detenida en su país por sedición, terrorismo y conspiración al participar en los sucesos que en noviembre de 2019 provocaron la renuncia de Morales.
Los seis países nunca reconocieron a la presidenta y se mantuvieron fieles a Morales tras catalogarlo como víctima de un golpe de Estado conducido por las fuerzas opositoras de Bolivia que llevaron a Áñez al poder.
Con la captura de Áñez, el diplomático uruguayo Luis Almagro, secretario general de la OEA, volvió a convertirse en blanco del ataque del sexteto. Tras el arresto, Almagro mostró “preocupación ante el abuso de mecanismos judiciales que nuevamente se han transformado en instrumentos represivos del partido de gobierno” en Bolivia.
Almagro debe “conducirse de acuerdo a sus facultades” y evitar inmiscuirse en asuntos internos bolivianos, exigió la cancillería mexicana por el lío de Áñez. Cuba tildó de hipócrita al secretario general.
“Hay una política exterior [en EU] totalmente distinta a la de Trump (...) hacia América Latina y el Caribe (...) se relaciona con la apertura de espacios que en los pasados cuatro años estuvieron cerrados”; Melvin Sáenz, Exembajador de Costa Rica en España, Colombia, Perú, Panamá, Cuba y la ONU en Nueva York.
Fernández avaló la detención de Áñez, culpó a Almagro de lo que catalogó como golpe de Estado en Bolivia y recalcó que, si “tuviera dignidad”, el uruguayo debería dimitir. La Paz amenazó con iniciar acciones legales contra el jerarca de la OEA. Managua se solidarizó con Arce y fustigó a “quienes se creen más”.
En el trasfondo de la pugna están las denuncias que, tras asumir en 2015 su primer quinquenio, Almagro lanzó sobre la represión política de Maduro en Venezuela desde 2014, las atrocidades de Ortega en Nicaragua a partir de 2018 y la falta de democracia en Cuba.
Otro punto central fue la conclusión de que Morales recurrió al fraude para intentar reelegirse en los comicios de 2019 para un cuarto periodo consecutivo desde 2016.
Una auditoría que la OEA emitió el 10 de noviembre de ese año confirmó las irregularidades y, al conocerla, Morales aceptó convocar a nuevas elecciones. Pero en la tarde de ese día dimitió presionado por las cúpulas militares y policiales y el 12 viajó a México para acogerse al asilo político de López Obrador y un mes después a Argentina, amparado por Fernández, y después de hacer gestiones en Cuba.
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Como vencedor en las urnas en la consulta del 18 de octubre de 2020 al ser postulado por el izquierdista Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), Arce asumió el 8 de noviembre por cinco años con la sombra de Morales, su mentor, luego de más de 12 meses de aguda crisis.
La OEA es “más grande” que Almagro, ya que “el sólo es el secretario general, a veces se le olvida”, advirtió Ebrard en marzo de 2020 al rechazar el criterio del uruguayo y de la auditoría de que hubo fraude.
“Quieren descarrilar a Almagro”, aseveró una fuente de alto rango de la OEA que habló con EL UNIVERSAL bajo condición de anonimato.
“La génesis tampoco es de ayer y son Cuba y su revolución, que son el corazón dictatorial y punto de origen que articula y genera estas crisis artificiales. La vieja intención y obsesión cubana es descarrilar a la OEA y esa ha sido su actitud por casi 60 años: echar abajo todo lo que huela a elecciones y democracia real y genuina”, añadió.
Con abundante experiencia interamericana, la fuente planteó que “lo sorprendente” es que México y Argentina “acepten caer en este garlito [trampa] al que le incomoda Almagro porque se le enfrenta duro. La estrategia no la manejas ni mexicanos o argentinos: son cubanos. Los mexicanos sólo lanzan señales a EU de independencia”.
“Estas son variaciones de una vieja melodía cuya inspiración, origen y guion nació en Cuba. Es tan pobre la política exterior de México y Argentina que repiten el viejo danzón cubano que los mexicanos bailan al ritmo de ranchera y los argentinos al de un tango”, describió.
En la tonada, insistió, excluyeron derechos humanos, elecciones libres y presos políticos.
“Pese a que Arce está en una clara deriva autoritaria (...) López Obrador lo invitó. En el gobierno de México predomina la ideología más que los intereses de la sociedad mexicana”; Jaime Aparicio, Exembajador de Bolivia en la OEA.