San José.— México cumplió este mes 40 años de un protagonismo diplomático en declive y zigzagueante en América Latina y el Caribe. El 8 de enero de 1983, y en el incontrolable agravamiento de las guerras civiles en El Salvador, Nicaragua y Guatemala, México se alió a Colombia, Venezuela y Panamá para crear el Grupo de Contadora y promover la paz en Centroamérica.
A pesar de ser mediador, México permitió en la década de los años 80 que sectores militares mexicanos corruptos traficaran armas a la guerrilla comunista guatemalteca para sostener la guerra que estalló en 1960 en Guatemala y que concluyó con el acuerdo de paz de 1996.
El gobierno del entonces presidente de México, Miguel de la Madrid (1934-2012), sugirió en 1984 a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) unirse al Cártel de Guadalajara, que fue en esa época la principal mafia mexicana del narcotráfico, para un trueque: de norte a sur, llevar armas a la “contra” nicaragüense —dirigida por el gobierno de Estados Unidos— y de sur a norte traficar cocaína de Colombia a México rumbo al mercado estadounidense.
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La operación, ejecutada en un rancho que la CIA alquiló en México al Cártel de Guadalajara, fue descubierta por el agente mexicano-estadounidense Enrique Kiki Camarena, de la DEA, agencia antidroga de Estados Unidos. En un intento por mantener esa maniobra en secreto, la CIA se coordinó con el cártel para secuestrar y asesinar a Camarena en febrero de 1985.
El tráfico de armas de México a la guerrilla fue reiteradamente denunciado en el decenio de los 80 por Guatemala. El involucramiento de la administración de De la Madrid (1982-1988) en el narcotráfico fue revelado en indagaciones del caso Camarena en Estados Unidos y México.
Los socios de México en Contadora exhibieron severos problemas democráticos. En 1983, en Panamá se asentó la dictadura militar del general Manuel Noriega (1934-2017), que inició en 1968 y fue depuesta por la invasión armada de Estados Unidos en 1989. Panamá fue un bazar mundial del tráfico de armas para la derecha, como la “contra” nicaragüense, o la izquierda, como la guerrilla de El Salvador.
Colombia emuló a Guatemala y El Salvador con un conflicto bélico con las guerrillas comunistas que inició en 1964 y pareció requerir de ayuda foránea para su paz interna; en vez de ser mediador externo. Venezuela escribió en esa fase el final de un bipartidismo profundamente corrupto que, tras una década de dictadura militar, se instaló en 1958 y permitió la irrupción del teniente coronel golpista Hugo Chávez (1954-2013) en 1992 y su ascenso al poder en 1999.
Luego de Contadora, México nunca recuperó protagonismo en América Latina y el Caribe y su diplomacia se diluyó en grupos que remataron en 2010 en suelo mexicano en la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
“México fue clave en relaciones internacionales. Fue el hegemón regional para Centroamérica y el Caribe”, recordó el politólogo Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica: “México llegó a ser un interlocutor de Estados Unidos para América Latina y el Caribe. Muchas relaciones interamericanas pasaron por el tamiz de México”, dijo Murillo a EL UNIVERSAL.
Tras asumir la presidencia de México el 1 de diciembre de 2018, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador se aferró al principio de no intervenir en asuntos internos de otros países, pero se le cuestionó por callar ante la represión política y las violaciones a los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ante la crisis en Perú por el frustrado intento de golpe de Estado del 7 de diciembre anterior del ahora expresidente Pedro Castillo, México sí reprobó la represión y la violencia política en ese país.
“México carece de una política exterior para cuestionar a los Estados autoritarios”, afirmó el abogado y politólogo Benjamín Cuéllar, dirigente de Víctimas Demandantes (Vidas), grupo (no estatal) en El Salvador de derechos humanos: “La soberanía de los Estados no debe ser impedimento para intervenir por graves violaciones de derechos humanos, como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Colombia”, narró Cuéllar a este diario.
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