San José.— A la mesa política y socioeconómica de 2022 en América Latina y el Caribe acudirán convidados que, como los feminicidios, la represión, la inestabilidad institucional, la incesante migración irregular continental, la violencia, la inseguridad, el narcotráfico y otras modalidades de la delincuencia organizada tienen sillas permanentes y aseguradas desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.
Al escenario complicado desde 2020 por el Covid--19, se unirán, por calendario, las elecciones presidenciales en Colombia (mayo y junio), Brasil (dos rondas en octubre) y Costa Rica (febrero y abril) y los traspasos de poderes en Honduras y Chile y el futuro de la nueva Carta Magna chilena, con la endémica inestabilidad sociopolítica de Haití.
El izquierdista chileno Gabriel Boric se instalará el 11 de marzo de 2022, y por cuatro años, en la presidencia de Chile, en un movimiento de expectación mundial.
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Al cóctel se sumará el futuro de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por ser gobernados por regímenes izquierdistas acusados de totalitarios y abiertamente enfrentados a Estados Unidos. El choque del oficialismo izquierdista de Bolivia con la oposición de centro y derecha recrudeció en 2021 y se pronostica que se agudizará en 2022.
La izquierda, con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva —presidente de 2013 a 2010 y preso de 2016 a 2019 en un lío de corrupción— y el colombiano Gustavo Petro, podría triunfar en Brasil y Colombia, respectivamente, en un reacomodo político continental.
Tildados de corruptos o autoritarios, El Salvador, Honduras y Guatemala seguirán en las controversias como focos de atención de México y Estados Unidos, destinos de las oleadas migratorias de esas naciones como fuentes de pobreza, inseguridad y violencia.
La izquierdista hondureña Xiomara Castro, admiradora de los gobiernos de Cuba y Venezuela y esposa del depuesto expresidente hondureño Manuel Zelaya, asumirá el 27 de este mes un mandato de cuatro años de la presidencia de Honduras, en otro cambio ante el seguimiento de Washington.
Con la miseria en crecimiento por impacto del Covid-19, 2022 se vislumbra como un almanaque que repetirá, con variantes, las características idénticas que marcaron a otros años en América Latina y el Caribe: las promesas de progreso social volvieron a quedar ahí… en promesas.
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“En 2021, la región experimentó una mayor polarización política”, con un “rechazo” en las urnas al sistema tradicional, afirmó el estadounidense Michael Shifter, presidente del (no estatal) Diálogo Interamericano, de Washington, experto en los nexos de Estados Unidos y América Latina y el Caribe y profesor de asuntos americanos en la (no estatal) Universidad de Georgetown, de la capital estadounidense.
“Los resultados electorales de toda la región (en 2021) mostraron que los ciudadanos están de mal humor y exigen un cambio significativo y un mejor desempeño gubernamental”, advirtió Shifter, en un mensaje que Diálogo Interamericano remitió a EL UNIVERSAL.
Con elecciones presidenciales y legislativas, la ruta en las urnas comenzará el 6 de febrero en Costa Rica. Con 26 aspirantes presidenciales y sin favorito, se prevé que será necesaria una segunda ronda el 3 de abril y llegar al 8 de mayo al inicio de cuatrienio.
Precedida por los comicios parlamentarios del próximo 13 de marzo, Colombia votará el 29 de mayo en primera vuelta presidencial, 19 de junio, de ser requerido, en segunda, para que la persona electa asuma su cuatrienio el 7 de agosto. Todavía precandidato, Petro se consolidó como fuerte competidor ante la derecha tradicional.
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Los brasileños votarán el 2 de octubre en comicios presidenciales, legislativos, gobernadores y regionales, en un proceso con el dilema de la reelección del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro o el retorno al poder del izquierdista Lula da Silva. La segunda vuelta presidencial sería el 30 de octubre y el traslado de mando por cuatro años será el 1 de enero de 2023.
El futuro del presidente de Perú, Pedro Castillo, cuyo titubeante quinquenio comenzó el 28 de julio anterior con cuestionado rumbo, tiene marca de zozobra en constante amenaza de destitución.
La mesa interamericana está servida.