San José. – Los narcotraficantes de América Latina y el Caribe saben que algunos de los más graciosos instantes de humor los disfrutan al leer, escuchar y observar todo lo que los gobernantes, políticos, militares, policías, fiscales y magistrados dicen y hacen en su contra con proclamas pomposas, promesas repetidas e inversiones multimillonarias en armas y equipos… sin obtener resultados positivos: las mafias están ganando la guerra global contra las drogas.
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La cocaína, la heroína, la marihuana, el “crack” y los narcóticos sintéticos o de diseño, como el fentanilo y la metanfetamina, siguieron fluyendo sin cesar en 2022 por los países latinoamericanos y caribeños hacia Estados Unidos, principal mercado mundial de consumo de estupefacientes, y dejaron una huella de enriquecimiento y corrupción política, militar, policial, judicial y empresarial y de decenas de miles de muertes por violencia criminal y sobredosis.
“La lucha contra el narcotráfico es un fracaso global. Y por supuesto, también América Latina y el Caribe tienen inmensas responsabilidades en este fracaso”, afirmó la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, grupo no estatal de Caracas de estudios en fuerzas armadas, defensa y seguridad.
“Voluntad política es el primer elemento que debe destacarse, ausente en la revisión de la política antinarcóticos de la región. Se siguen haciendo las mismas cosas (del pasado) con idénticos resultados”, dijo San Miguel a EL UNIVERSAL.
“En segundo lugar, la lucha contra el narcotráfico se ha enfocado en determinar cabecillas, medir incautaciones, determinar las organizaciones y el número de personas que las conforman, cuando lo más importante es entender cómo opera la economía criminal”, planteó.
“Mientras persistan y se fortalezcan las variables que alimentan el narcotráfico, este irá en expansión y, entre estas, lamentablemente una de las más relevantes es la de los vínculos del narcotráfico con el Estado.Producción, tránsito y consumo son variables que no están siendo atendidas como un todo”, subrayó.
Tras insistir en que “la cooperación entre los Estados de la región no parece complementaria en este sentido”, describió que “Colombia sigue produciendo coca, por ejemplo, esta continúa atravesando Venezuela, para llegar a México y de allí a EU”.
“Esta ruta está a la vista de todos sin que pueda impedirse. Esto es un fracaso histórico de los Estados y un triunfo consolidado de décadas en la gestión del narcotráfico por parte de los cárteles y el crimen organizado”, lamentó.
Los cárteles mexicanos de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación (CJNG) volvieron a demostrar un poderoso músculo financiero para comprar políticos, policías, militares, jueces y a un abanico de empresarios—financieros, comerciantes, transportistas, turísticos—en un entarimado de compañías privadas fantasmas o “de maletín” como pantalla para el multimillonario negocio del blanqueo o la legitimación de capitales sucios.
Los dos cárteles demostraron este año una violenta ofensiva de incursión en Ecuador, en una crisis que se intensificó en octubre anterior y se aplacó pero que, aún sin solución, arrinconó al gobierno del presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, y detonó el más grave conflicto de inseguridad en ese país en el siglo XXI.
En una acción progresiva desplegada en este siglo, y con énfasis desde hace más de seis o cinco años, se agravó con celeridad a partir de 2020 y se profundizó en 2021 y 2022, Ecuador se consolidó como plataforma marítima y aérea para el tráfico hacia Centroamérica, México, EU y Europa de cocaína producida en laboratorios clandestinos esencialmente en Colombia, aunque también en Perú.
Un reporte que la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) publicó en junio de 2022 precisó que la producción mundial de cocaína fue de mil 982 toneladas en 2020 y de mil 723 toneladas en 2019. No se dispone de datos actualizados.
Por billones
Con una presencia en prácticamente toda América, Sinaloa y CJNG brincaron a Europa, Asia, África y Oceanía en un proceso de extensión que consolidaron en el siglo XXI al traspasar fronteras, en una maniobra que, pese a las dificultades, superaron para obtener ganancias multimillonarias en dólares y billonarias en las monedas locales.
“En general en América Latina hoy el ‘lavado’ de recursos económicos provenientes del narcotráfico es más alto que la inversión externa que recibe la región”, advirtió el historiador y urbanista ecuatoriano Fernando Carrión, académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), ente no gubernamental autónomo.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) reveló en junio de 2022 que la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe se recuperó tras la caída provocada por la pandemia del coronavirus y creció 56% hasta alcanzar 134 mil millones de dólares en 2021.
“La expansión del narcotráfico en América Latina se puede medir bajo dos perspectivas. En primer lugar, la producción. Colombia en este año ha incrementado en un 25% la producción de cocaína. No los cultivos: la producción, sino la productividad”, relató Carrión a este diario.
“El caso de Perú es más interesante, porque prácticamente duplicó la producción de cocaína. Eso lo que ha hecho es, en segundo lugar, un incremento sustancial del consumo en la región. Eso es lo novedoso. Si México, Colombia, Ecuador, Perú, etcétera, antes no consumían, hoy día consumen”, narró.
Al recordar que en América “tenemos el primer consumidor de drogas del mundo”, que es EU, alertó que “también tenemos el segundo consumidor de cocaína en el mundo, que es Brasil, primero de “crack” del mundo”.
“A eso hay que añadirle que EU es un país de destino exclusivamente, y el caso de Brasil es, además de consumo, también de tránsito porque por ahí va droga hacia Europa, Asia y Oceanía”, subrayó.
Los cálculos de fuentes oficiales determinaron que, por cada kilo confiscado de cocaína, nueve lograron llegar a EU.
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Sembrar cerca de EU
Un factor de inquietud que emergió desde 2017 y 2018 fue que Honduras y Guatemala se convirtieron en países con plantaciones de hoja de coca, con lo que Centroamérica entró al mercado de productores de esa materia prima, con Colombia como el más importante productor mundial de cocaína con cerca del 80% del suministro, Perú y Bolivia.
Aunque todavía son sembradíos sin las extensiones que de las de los tres países suramericanos, están en etapa de experimentación con una ventaja a futuro: podrían acercar la siembra de la hoja y la producción de cocaína a EU, con lo que se abaratarían los costos de la cadena regional del narcotráfico—sembrar y recolectar hoja para elaborar, producir, traficar y distribuir la droga—y su proyección a nuevas fases.
La primera plantación de ese cultivo ilícito en el área fue descubierta en 2013 en el sector de Panamá del Tapón del Darién, la jungla del oriente panameño y del occidente colombiano.
“Las organizaciones criminales internacionales, particularmente mexicanas, han ampliado sus escenarios de cultivo”, explicó el guatemalteco Carlos Menocal, ministro de Gobernación de Guatemala de 2010 a 2012 y consultor en seguridad y defensa.
“Guatemala era un país donde se cultivaba amapola (materia prima de la heroína) y marihuana y hoy por hoy ya han ocurrido grandes erradicaciones de hoja de coca en el nororiente, en el departamento (estado) de Izabal”, recordó Menocal a este periódico.
“Hay una penetración muy fuerte en Guatemala del CJNG y sus respectivas relaciones con sectores económicos, financieros y políticos”, destacó.
Drogas duras
Para el economista colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá, “la causa más próxima (del afianzamiento del narcotráfico) es la demanda de droga (en EU) que aumenta, en particular relacionado con las mezclas en el consumo con la cocaína y los opiodes (o drogas sintéticas)”.
“Esto ha dinamizado la demanda por cocaína”, indicó Restrepo a este diario.
EU lanzó en junio de 1971 la guerra mundial contra las drogas, en un escenario dominado masivamente en ese entonces por la marihuana, la cocaína y la heroína, con otras sustancias todavía de menor propagación, como el ácido lisérgico o LSD.
“Un poco paradójico es que la fuerte tendencia a la legalización de drogas suaves, como la marihuana, en EU, Canadá y otros países, ha llevado a que las organizaciones del crimen organizado (…) busquen sustituir esas fuentes de rentas ilícitas… que ahora son lícitas y ya no tienen renta”, alegó.
“Con otras drogas más duras, solas o en mezclas, buscan sustituir esas fuentes de rentas ilícitas que perdieron”, sugirió, al exponer un fenómeno que ocurre cerca de las fronteras y dentro los grandes consumidores, como EU y Canadá.
“Hay una mutación que ha significado el fortalecimiento del crimen organizado transnacional, que siempre va uno, dos o hasta tres pasos adelante a las capacidades conjuntas de los países en el hemisferio para la lucha contra el crimen organizado”, insistió.
Por eso es que, al estar uno, dos o tres pasos delante de sus presuntos rivales en el bando de los gobiernos, la política, los ejércitos, las policías y la justicia, los narcotraficantes latinoamericanos y caribeños pueden hasta escoger lo que leen, escuchan y observan sobre lo que los jerarcas y los dirigentes pregonan en su contra a sabiendas de que los resultados seguirán siendo nulos: son divertidos instantes de humor.