Bruselas.— Europa ha sido el escenario de las protestas antigubernamentales más importantes de todo el mundo, registradas en el contexto de la crisis sanitaria provocada por la primera pandemia por coronavirus.
En 2021, la Europa rica registró manifestaciones violentas que se tradujeron en destrucción de infraestructura pública, vandalismo y detenciones bajo cargos de asalto a la autoridad pública.
Holanda, Bélgica, Suiza, Italia, Francia, Rumania y Austria, fueron los epicentros de las principales rebeliones contra las medidas restrictivas introducidas para frenar la marcha de Covid-19, indica Carnegie Endowment for International Peace, que lleva el conteo puntual de las protestas más trascendentales a escala global.
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De acuerdo con un documento de trabajo del Fondo Monetario Internacional, elaborado por Tahsin Saadi Sedik y Rui Xu, con base en 133 países y acontecimientos ocurridos entre 2001 y 2018, las manifestaciones en respuesta a una crisis suelen alcanzar su pico dos años después, de manera que se espera que 2022 sea otro año de ira e inconformidad en las calles de Europa.
Esto podría tener consecuencias en la definición de las contiendas electorales programadas en los próximos 12 meses, considerando que Covid-19 es solo un argumento para sacar a la luz frustraciones más profundas asociadas a la precariedad, la falta de perspectivas y el distanciamiento con las élites políticas, según Ettore Recchi, profesor de sociología en Sciences Po, en París.
Portugal abrirá el maratón electoral el 30 de enero con elecciones legislativas anticipadas. Los 230 escaños de la Asamblea están en disputa. Francia, socio fundador de lo que hoy conocemos como Unión Europea va a las urnas el 10 y 24 de abril, con el presidente Emmanuel Macron buscando la reelección.
Por su parte, el miembro más incómodo en el Consejo Europeo, el premier húngaro Viktor Orbán, intentará conservar los dos tercios que tiene la alianza Fidesz-KDMP en el Parlamento, en las legislativas de abril.
La presidencia estará en disputa en Serbia y Eslovenia, mientras que en Suecia, Letonia, Malta y Bosnia Herzegovina lo estará la composición de los congresos nacionales.
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En el rubro institucional europeo, los expertos anticipan que sea el año de la implementación de la batería de medidas diseñadas para responder a la crisis económica y social desencadenada por una pandemia que se presenta con el temible rostro de la variante ómicron.
Karel Lannoo, director ejecutivo del Centre for European Policy Studies, asegura que ha llegado el momento de gastar los dineros del Next Generation EU, un programa de estímulo financiero jamás visto, dotado por 806 mil millones de euros y que abarca de 2022 a 2025.
“El gran reto es garantizar que el dinero es gastado correctamente y de manera transparente para que no pare en manos de la mafia, los partidos políticos o donde no se necesita el dinero”, dice a EL UNIVERSAL Lannoo.
Por su parte, Sophie Pornschlegel, analista European Policy Centre (EPC), espera avances en las carteras de digitalización y clima, en un contexto político extremadamente complejo.
Para alcanzar el objetivo de una reducción neta de emisiones del 55% para 2030, la Comisión Europea presentó el paquete “Fit for 55”, compuesto por 11 textos legislativos dirigidos a cumplir la meta. En tanto que para financiar la transición digital, diseñó un programa dotado con 1.9 mil millones de euros.
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“Hay que poner mucha atención en la agenda digital y climática, porque conducirán a grandes cambios por su alto grado de ambición”, sostiene Pornschlegel.
“En el rubro climático, el gran problema son los distintos intereses nacionales. Una de las mayores discusiones será qué se considera una inversión verde y una energía limpia, Francia está empujando por que se incluya la nuclear y Alemania no”.
También anticipan que Bruselas finalmente le ponga un alto a los regímenes de Polonia y Hungría, que han venido erosionando el Estado de derecho sin ninguna consecuencia.
“Hasta ahora Bruselas no ha reaccionado con la seriedad requerida; ha dicho mucho pero no ha actuado de manera efectiva. Pero tras el cambio de poder en Alemania llegó el momento de actuar”, asegura Lannoo.
Prevé que bajo el liderazgo del gobierno de coalición del Canciller Olaf Scholz, favorable de una Europa Federal, se aplique la norma que condiciona el desembolso de fondos europeos al cumplimiento del Estado de derecho.
De los resultados en las elecciones en Francia dependerá el resurgimiento del motor francoalemán. “Si Macron es reelecto habrá que esperar lazos fuertes con Scholz, lo que podría conducir a grandes cambios”, dice Pornschlegel.
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“Lo que distingue al motor francoalemán es que a pesar de tener posiciones extremadamente divergentes en muchos archivos políticos, es capaz de encontrar una posición en común, debido a la confianza compartida y saben que es importante. Son capaces de ver más allá de los intereses nacionales”.
Aunque Lannoo anticipa que la fuerza que moverá a Europa será triangular, al incluir además a Italia, bajo el liderazgo del europeísta premier Mario Draghi, ex titular del Banco Central Europeo.
“Tendremos el eje triangular, lo cual es muy positivo, porque no serán dos los países que digan hacia dónde debe ir Europa, sino tres”.
Tampoco habrá que pasar por alto los recientes acontecimientos en Holanda, país que ha tomado el lugar del Reino Unido como defensor de la Europa de las naciones, y no la de un bloque con poder centralizado. Por primera vez desde 2010, la coalición de gobierno naranja cuenta con un partido proeuropeo, los Demócratas 66, lo que moldeará las políticas del premier Mark Rutte en su cuarto mandato.
En política exterior, los reflectores estarán en el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China, así como en las políticas unilaterales que adopte Washington en detrimento de las relaciones trasatlánticas, como fue la tropezada salida de Afganistán y el pacto estratégico bautizado como AUKUS.
La creciente tensión entre Rusia y Ucrania ocupará también gran parte del dossier exterior, al igual que las provocaciones del régimen del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien aspira permanecer en el poder más allá de 2028.
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En tanto que en el ámbito de Justicia e Interior, las asignaturas dominantes serán migración y la lucha contra el terrorismo.
El éxodo irregular de personas tiende a ser cíclico, subiendo y bajando en un periodo aproximado de cinco años. La última crisis migratoria tuvo lugar en Europa en 2015-2016 y el periodo 2020-2021 se distinguió por la implementación de duros confinamientos en detrimento de la movilidad de personas.
La migración es un síntoma de tendencias demográficas, económicas, políticas, ambientales y de conectividad. La pandemia de la Covid-19 no ha hecho más que profundizar las crisis existentes.
“Teniendo en cuenta la naturaleza cíclica de la migración, se espera otra ola en los próximos años, pero no está claro cuál será su extensión, y si Europa será su destino o no”, alerta en su último informe el European Strategy and Policy Analysis System.