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El año que termina empezó con un conflicto bélico: cuando apenas era febrero, el mandatario ruso, Vladimir Putin, lanzó una “operación militar especial” contra Ucrania; las consecuencias han marcado el calendario y su impacto se prolonga hasta hoy. También hubo elecciones en países como Brasil, que marcaron un viraje, y en EU, donde los republicanos no lograron una victoria aplastante como esperaban sus liderazgos
La guerra en Ucrania como parteaguas
El más significativo y preocupante desarrollo de política internacional en el año que termina es, sin duda, la invasión rusa a Ucrania, debido a sus repercusiones en el orden mundial. Desde la Segunda Guerra Mundial, no se había presentado en Europa una situación tan peligrosa como la invasión armada de Rusia contra un país independiente y soberano, con el propósito de anexar a su dominio parte de su territorio. El 24 de febrero inició lo que el presidente Vladimir Putin describió como una “operación militar especial”, es decir, una guerra no declarada, con una justificación insostenible. Esta violación del Derecho Internacional ha ocasionado miles de muertos, enormes daños a la infraestructura básica y a las poblaciones de Ucrania, el desplazamiento de millones de personas y la violación de los derechos humanos, equiparable al genocidio. En el ámbito regional la invasión ha propiciado el aislamiento internacional de Rusia a través de la aplicación de sanciones económicas por parte de Occidente; el reforzamiento de la seguridad continental mediante la solidaridad y la ampliación de la OTAN; la crisis energética causada por la interrupción del abastecimiento de gas y petróleo providentes de Rusia a varios países europeos y el enfriamiento de las relaciones de los países de Europa del Este, miembros de la OTAN, con Rusia. Los efectos negativos del conflicto se han extendido a países del África y Medio Oriente que dependen de las importaciones de trigo ucranio, causando una severa crisis alimentaria.
En Rusia la guerra ha suscitado reacciones de rechazo a las medidas militares y sociales, particularmente el reclutamiento de reservistas, el número de víctimas y el éxodo de ciudadanos que temen ser reclutados. La incapacidad del ejército ruso para enfrentar a un enemigo numérica, económica y militarmente inferior, pero motivado por su patriotismo, ha desatado una serie de cuestionamientos sobre la posibilidad de la victoria, debilitado la aprobación pública de Putin, hecho que pudiera devenir en un cambio en la dirigencia del país. La respuesta de las autoridades ha sido la represión de toda manifestación contra las decisiones del ejército (...) El llamado “ejercicio militar especial” (...) se ha prolongado sine die debido a la contundente resistencia de las fuerzas ucranias. La guerra en Ucrania representa un parteaguas en las relaciones internacionales. Ha puesto de manifiesto que Rusia no es la gran potencia a la que aspira el presidente Putin. Ha marcado la diferencia entre los gobiernos autoritarios como los de China y Rusia, frente a las potencias liberales de Occidente, EU y la OTAN. Y ha repercutido en lo que precisamente el presidente Putin quería evitar: el fortalecimiento de la otrora moribunda Alianza Atlántica y su expansión hacia el Este. Héctor Cárdenas. Embajador en retiro
Lawfare y el giro a la izquierda en AL
El presidente López Obrador no ha dudado en pretender liderar un bloque ideológico de izquierdas en la región como consecuencia de la llegada de nuevas fuerzas políticas al poder que incluyen recientemente a Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y próximamente a Lula da Silva en Brasil. Sin embargo, las grietas entre las diversas izquierdas se hacen cada vez más evidentes en materia ambiental, de género o en lo que atañe a su posicionamiento respecto a violaciones en derechos humanos en Nicaragua y Venezuela. Al mismo tiempo que los incentivos para buscar enfrentamientos con Washington o con organismos internacionales, son bajos para estos países. Por otro lado, hay un creciente electorado que castiga al oficialismo sea de derechas o izquierdas (...)
La sintonía del gobierno mexicano y su alineamiento con Pedro Castillo ante su destitución por parte del Congreso peruano toca una de las fibras más sensibles para el mandatario mexicano: el uso de la justicia como arma política, conocido como lawfare. El fantasma del desafuero en 2005 y la empatía con Castillo por su trayectoria política ha provocado que el gobierno mexicano de manera conjunta con Bolivia, Argentina y Colombia, “exprese su inquietud por la detención de Castillo” y lo siga reconociendo como presidente. Emerson Segura. Periodista y analista político
Año de elecciones y lecciones
El 2022 atestiguó un punto de inflexión notable en el desarrollo político latinoamericano. En el año venidero, la región habrá de enfrentar amenazas autoritarias que, a través de actores y herramientas propiamente democráticas, atentan contra los avances logrados.
Los órganos electorales regionales fueron resilientes pese a las recurrentes embestidas que sufrieron algunos. Uno de los retos será blindarlos de cualquier intento proveniente del Ejecutivo o el Legislativo que pretenda vulnerar su integridad. El caso de Brasil evidencia cómo algo tan simple como admitir y acatar los resultados puso en juego más de tres décadas de vida democrática.
También tuvieron lugar varios ejercicios de participación ciudadana, como la consulta de revocación de mandato en México o el fallido intento de una nueva Constitución en Chile. Estas iniciativas probablemente hagan eco en otros países, principalmente en los encabezados por mandatarios que se asumen como progresistas. Será crucial vigilar la forma en la que se atienden las crecientes exigencias sociales para evitar que dichos mecanismos desemboquen en una mayor concentración de poder y erosión institucional. El triunfo del antioficialismo en Costa Rica, Colombia y Brasil dio pie a reconfiguración de liderazgos. Los resultados de las elecciones en Argentina, Guatemala y Paraguay en 2023 terminarán por definir el devenir de la “nueva ola de izquierda” y su capacidad (o falta) de actuar en bloque y consolidar sus ambiciosas agendas. Raquel López-Portillo Maltos. Asociada COMEXI (@RaquelLPM)
Comicios: tsunami rojo que no fue
Desde 1934, el partido del presidente en turno no había tenido un resultado tan positivo en las elecciones intermedias. Además de que ningún senador demócrata perdió su escaño, le arrebataron uno a los republicanos, ganando también dos gubernaturas y ampliando su influencia en las legislaturas estatales. La construcción de mayorías parlamentarias no es un proceso de una sola elección, sino un juego de ajedrez de largo plazo. Con 51 senadores, los demócratas recuperarán el control de los comités, acelerando la designación de jueces federales y de otras posiciones dentro de la rama ejecutiva. Si bien los republicanos obtuvieron el control de la Cámara de Representantes, lo lograron por sólo nueve escaños de diferencia y con resultados muy cerrados.
El fallo de la Suprema Corte de junio pasado, que anuló el precedente de Roe vs. Wade en materia de derechos reproductivos de las mujeres, fue un factor que energizó a la base electoral del Partido Demócrata y compensó la baja popularidad del presidente Joe Biden quien seguramente buscará reelegirse. Los republicanos se enfrentan al desafío de culpar a Donald Trump por la debacle sin mencionarlo directamente, y éste ya está en abierta confrontación con el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien podría competirle por la nominación republicana a la presidencia en 2024.
Además, este año se confirmó la viabilidad del voto ranqueado en Alaska, que favorece la victoria de candidatos más moderados. La democracia en Estados Unidos ha vivido temporadas complicadas, pero la ciudadanía ha tomado nota. Jesús Isaac Flores Castillo. Coordinador General Adjunto de Voto Informado UNAM, asociado COMEXI
China y Asia Pacífico: optimismo a tensión
2022 inició en China con optimismo: el año que estaba previsto como el del “fin de la pandemia” muy pronto dio muestras de que no sería así, e incluso el gran evento deportivo del calendario —las Olimpiadas de Invierno en Beijing— se vieron empañadas por una nueva “burbuja sanitaria” (...) La guerra en Ucrania terminó por disipar el optimismo de arranque (...)
Llegó el verano y con él nuevas tensiones en la seguridad regional y en su estabilidad política como no se habían visto en los últimos 50 años. La visita de Nancy Pelosi a Taiwán desató la masiva respuesta de disuasión militar por parte del gobierno chino y provocó que el tablero electoral en Taiwán se moviera en favor del KMT, que promueve una agenda de diálogo pragmático con China. El asesinato en julio del exprimer ministro de Japón, Shinzo Abe, demostraba que los dados seguían jugando en contra del optimismo regional. Los reflectores del mundo apuntaron en el último trimestre del año al XX Congreso del Partido Comunista Chino, rubricado con la consolidación en el poder de Xi Jinping y de su proyecto político e ideológico que traza una línea de continuidad hasta 2049, cuando se celebre el primer centenario de la fundación de la República Popular China.
La cumbre del G20 en Bali, Indonesia, es otro de los aspectos más destacados en el recuento anual de la región. Con la notoria ausencia de los presidentes de Rusia y de México, se logró sacar una declaración de consenso. El encuentro bilateral que sostuvieron en Bali Xi Jinping y Joe Biden en el marco del G20, significó una bocanada de aire fresco para una relación tensa y ríspida. La cumbre anual de las 21 economías que integran el Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC), en noviembre en la capital de Tailandia, es el otro acontecimiento multilateral a destacar de este recuento (...) A medida que se disipan los efectos de la pandemia, la región enfrenta nuevos obstáculos. Sergio Ley. Embajador en China (2001-2007)