Texto: Nayeli Reyes
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Un martes Tere le llevó una flor a San Antonio de Padua para pedirle novio. Ella colocó su petición en un monte de anhelos escritos sobre listones, fotos y hasta prendas que le dejan a la figura religiosa en la parroquia de San Juan de Dios, donde el patrono del amor es protagonista.
En algunas cintas rojas se leen fragmentos de los deseos más secretos: “que Domingo se decida pronto y se me declare…ilumínale la mente y corazón para que vea que soy el amor de su vida”, “mi sueño es tener una familia buena como la que tengo”, “que me concedas la gracia del matrimonio”.
Las personas le piden a San Antonio encontrar objetos extraviados, un buen esposo o esposa, paz en los matrimonios y sensibilidad hacia los necesitados. Foto: Nayeli Reyes
O bien, en 1926 el periodista González Casanova se enteró de cómo obligar a un hombre infiel a regresar: las mujeres debían acostarse como muertas en el suelo de la habitación, rodearse de velas funerarias, rezar el credo cristiano, golpear el suelo con las manos, gritar el nombre del infiel. Después ellas debían invocarlo: “Ánima de Tulimeca: tú que te encuentras en Roma y yo aquí, quiero que me traigas a (nombre del ingrato) y que venga arrepentido de todos los males que me ha causado con su desvío.”
No escaseaban los hombres deseosos de ser amados y solicitados por las mujeres, ellos debían cargar en el cuello una bolsa con el cadáver de un colibrí. “No menos interesante es la creencia popular, muy generalizada entre el pueblo bajo, que recomienda a la mujer deseosa de gobernar al amante o esposo…medirlo cuando esté dormido, con una cinta”, escribió González Casanova. Una vez cortada la medida ella debía enrollarla dentro de un escapulario, encomendarlo nombre de San Antonio y no separarse ni un momento de este objeto. A principios del siglo pasado se consideraba que la intervención de los santos era menos peligrosa que la brujería. Aunque San Antonio era el especialista del amor por excelencia, también se recurría a otros, como a San Cristóbal para casarse y a San Benito para afirmar el amor.