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Texto: Mariana Rojas Nagore
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
El 15 de septiembre de 1854, en medio de las celebraciones patrias, las calles repletas de gente, los edificios de la ciudad iluminados, banderas y el retrato de Hidalgo por doquier; el Gran Teatro de Santa Anna estaba listo, completamente iluminado con luces de colores y palcos adornados con flores. Dentro, la mediana asistencia, fue suficiente para abarrotar el lugar.
Fue Francisco González Bocanegra, autor de la letra del Himno Nacional, el encargado de dar el discurso del ausente presidente Santa Anna quien se encontraba indispuesto; posteriormente se presentaron integrantes de la compañía lírica, era muy raro que en las celebraciones de septiembre aparecieran buenos artistas, pero en ese entonces cantantes italianos visitaban mucho la capital. Aquella noche, el Himno Nacional se presentó como el broche de oro, entonces se le llamó “Gran Marcha Marcial”.
En las últimas horas del día, las calles seguían repletas de gente, fuegos artificiales y repiqueteos de las campanas de las iglesias, fue así como se relata en las páginas del diario llamado SIGLO XIX el día que se tocó por primera vez el Himno Nacional Mexicano.
Página 4 del diario Siglo XIX, Hemeroteca Nacional, 15 de septiembre de 1854.
El Gran Teatro Nacional de Santa Anna, también llamado El Teatro Nacional o Teatro Vergara, admirado y elogiado por los habitantes del siglo XVIII, se encontraba en la zona del ahora llamado Centro Histórico, cerca de donde vemos el Palacio de Bellas Artes.
Su estructura y diseño eran tan magníficos que se decía no era comparable con ninguno en Europa. Ahí se celebraban los famosos bailes de máscaras, además de ser teatro, contaba con restaurante y hotel, estaba ubicado entre la calle Vergara (ahora Bolívar) y cerraba la calle 5 de Mayo.
Fue demolido en 1901, para “embellecer” la ciudad, así que la calle 5 de Mayo (ahora Avenida 5 de Mayo) se prolongó hasta San Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) y trajo consigo el proyecto de construcción de un nuevo recinto cultural: el Palacio de Bellas Artes, inaugurado hasta 1934.
El Gran Teatro Santa Anna a fines del Siglo XIX. Al fondo se observan varias carretas y a los caballeros con sombrero. Colección Villasana/Torres.
Así luce hoy la Avenida 5 de Mayo donde estuvo alguna vez el Gran Teatro Santana, luego llamado Teatro Nacional. Foto: Mariana Rojas Nagore.
Ahora la Avenida 5 de Mayo, sitio donde se encontraba El Gran Teatro, es una de las principales del Centro, rodeada de comercio, tiendas de ropa, zapaterías y librerías; las personas pueden llegar desde el Palacio de Bellas Artes a la Catedral de la ciudad.
En este lugar existe una placa que recuerda la existencia de este teatro, pero las personas simplemente pasan, sin notarla, sin enterarse que caminan por donde antes se encontraba una de las construcciones más importantes de la época.
Placa del sitio donde se encontraba el Teatro Santa Anna, hoy esquina Bolívar y Avenida 5 de Mayo.
El origen del canto patrio
Desde su independencia, México había tenido variedad de canciones, cantos o “himnos” pero ninguno había logrado perdurar y ser un verdadero canto a la patria.
En 1849 residía en el país un pianista austriaco, Henri Herz, quien antes de ser lanzada la convocatoria para el concurso del Himno Nacional, se ofreció a crear la música de un himno en agradecimiento a México, mismo que sería cantado el 16 de septiembre de 1854, pero eso no sucedió porque el músico no terminó la composición a tiempo.
La Academia de Literatura de San Juan de Letrán se sumó a la propuesta de Herz y recibieron ofrecimientos de letras para formar el himno. Así quedó finalmente el cántico con la letra de Andrés Davis Bradburn y música de Henri Hertz que al final no tuvo éxito:
El presidente Antonio López de Santa Anna, antes de dejar definitivamente la presidencia de México, organizó un certamen para que el país tuviera su propio Himno Nacional.
En las olas de sangre se tiña
Al combate volemos, que ciña
Nuestras sienes laurel inmortal.
Nada impide morir si, con gloria,
Una bala enemiga nos hiere;
Que es inmenso placer, al que muere,
Ver su enseña triunfante ondear.”
Fue un 13 de noviembre de 1853 cuando Santa Anna, junto con Miguel Lerdo de Tejada - entonces titular del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio — , mandaron publicar en el Diario Oficial la convocatoria para crear la letra y el arreglo musical, en ella se establecía que los concursantes tenían un plazo de mes y medio para presentar sus propuestas de letra y música.
EL UNIVERSAL, PERIÓDICO INDEPENDIENTE, 24 DE DICIEMBRE 1853, informó el término del plazo establecido en la convocatoria para concursar en la letra del Himno Nacional y comenzaba el periodo para quienes quisieran participar en la creación musical. Hay que aclarar que este diario, aunque homónimo del actual, no es su antecesor.
Fue el 5 de febrero de 1854, que el Diario Oficial dio a conocer al ganador creador de los versos: Francisco González Bocanegra. Días después, se realizó un evento para que los mexicanos conocieran la letra ganadora, interpretada por Enriqueta Sontag, condesa de Bossi, considerada la mejor cantante alemana de la época, acompañada en la música por Juan Botessini.
En el periódico EL UNIVERSAL, PERIÓDICO INDEPENDIENTE, del 9 de febrero de 1854, se publicó la letra ganadora del certamen. Recordar que este diario, aunque homónimo del actual, no es su antecesor.
Meses después, el 15 de agosto de 1854 se obtuvo al ganador de la música, una obra de título “Dios y Libertad” firmada con las iniciales “J.N.” Ante esta situación, Lerdo de Tejada decidió publicar un anuncio pidiendo al ganador que comprobara ser el autor; Jaime Nunó se presentó y le pidieron que instrumentara la obra.
Así, el viernes 15 de septiembre de 1854 el Himno Nacional Mexicano fue cantado por primera vez con la letra del mexicano Francisco González Bocanegra y la música del español Jaime Nunó, en el Gran Teatro Santa Anna con un lleno total — a pesar de no ser un recinto tan grande como los de ahora—, bajo la interpretación de la soprano Balbina Steffenone y el tenor Lorenzo Salví.
Luego de esa presentación, raramente el Himno Nacional llegaba a ser entonado y jamás se mencionaban a los autores Bocanegra y Nunó porque la gente creía que había sido creado como una forma más de adular a Santa Anna, incluso algunos lo desconocían, ya que anteriormente habían existido otros “himnos” dedicados al presidente.
Nuestro Himno Nacional no fue reconocido, estuvo completamente olvidado, hasta que más de diez años después, en el imperio de Maximiliano de Habsburgo (1863-1867), el Himno Nacional creado por González Bocanegra y Nunó fue reconocido oficialmente y el 16 de septiembre de 1865, las bandas militares lo ejecutaron en la Plaza Mayor.
Versos que surgieron de un encierro de amor
El mexicano Francisco González Bocanegra, fue director del Diario Oficial. Vivía con su novia y musa Guadalupe González del Pino y Villalpando, ella fue la responsable de que Francisco escribiera los versos, pues él no encontraba motivación o razón para entrar al concurso, así que Guadalupe lo encerró en una habitación de su casa, y le advirtió que no lo dejaría salir hasta que escribiera, y así la letra del Himno Nacional surgió y fue entregada a esta mujer por debajo de una puerta, consecuencia del encierro.
Originalmente fue escrito en 10 estrofas, pero se redujo a ocho por razones de carácter político y descontento de los mexicanos, ya que rechazaban los gobiernos de Iturbide y de Santa Anna, a los que hacía alusión la letra de aquellas dos polémicas estrofas.
Fue eliminada la estrofa IV, en donde se hace alusión a Santa Anna:
También se eliminó la VII, por hablar de Iturbide, personaje que participó en la Independencia de México:
te defiende la espada terrible,
y sostiene su brazo invencible
tu sagrado perdón tricolor.
El será del feliz mexicano
en la paz y en la guerra el caudillo,
porque él supo sus armas de brillo
circundar en los campos de honor.”
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid:
Y a los fieros bridones les sirvan
las vencidas enseñas de alfombra
a la frente del bravo adalid.”