Texto: Daniel Lávida
Fotos:
Tristan Velázquez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Algunos sitios para tomar café en el Centro capitalino son de origen español como el El Cordobés o La Habana . El primero tiene dos nombres, uno sobre la calle de Ayuntamiento donde aún se puede leer café El Cordobés, pero sobre la calle de López número 92 dice: El Chavalete.
Mariano Huerta, jefe de operación de este café, explica que el nombre lo cambiaron en 2015, “por cuestión del registro de la marca ”, aunque, afirma que sigue siendo de “la misma familia; la misma empresa, la misma estructura, todo igual”.
“Todo empezó aquí en Ayuntamiento 18 , fue en 1937 aproximadamente, unas personas de origen chino pusieron una cafetería con servicio de pan, llamada El gato negro. Posteriormente, fue adquirido por el señor Rafael Gutiérrez Peláez, español; para ese entonces el establecimiento ya se llamaba café Cantón –por la ciudad china– y funcionaba como expendio, molino y tostador de café, aún no operaba como cafetería”, comenta Mariano Huerta, jefe de operación del café El Cordobés.
Café El Cordobés visto sobre la calle de Ayuntamiento, en pleno Centro Histórico.
En la esquina de Ayuntamiento y López el cliente puede llegar a la barra -atraído por el aroma que se desprende al tostar y moler los granos previamente seleccionados- para observar la preparación de lo que pronto degustará de la forma que mejor le parezca.
Las dimensiones del local son pequeñas, al entrar se puede observar el sitio en el que guardan los costales con los granos para tostar y moler, lo que ocupa la mitad del espacio de la planta baja; la otra mitad es ocupada por un par de mesas.
A un costado del local se ubican las angostas escaleras que dan al primer piso, en éste la distribución de mesas es distinto: hay seis mesas dentro del local y otras más se ubican en el balcón que también hace esquina sobre las dos calles donde se encuentra esta cafetería. Desde arriba se puede observar el andar de los transeúntes sobre las calles López y Ayuntamiento , dependiendo del lugar que se elija.
El café lo traen de Veracruz , Chiapas y Oaxaca , incluso en la página de internet del El Chavalete cuentan, a través de un video, cómo y dónde obtienen el café que tienen en su local listo para tostar y moler.
Mariano asegura que ellos ya tienen un público específico, que se ha consolidado a través de los años.
“Estamos hablando de personas mayores de 50 años que vienen a diario y que ya se les conoce. Hay quienes vienen a desayunar; otras vienen por una taza de café y a leer un rato. La gente joven prefiere estar allá arriba porque les llama mucho la atención el concepto taurino ”, asegura.
Aunque, hay clientes que, en ocasiones, se sienten incómodos porque afirman que “el toro se les queda viendo” . Todo este concepto viene desde el primer dueño español, ya que era gustoso de “la fiesta brava”.
En el interior de este pequeño local de gran tradición se encuentran cabezas de toros muestra de la afición taurina de sus antiguos propietarios.
El impacto del concepto taurino era tal que el torero David Silveti o ‘El Rey David’, como se le conocía en su gremio, visitaba con frecuencia este espacio. Mariano añade que éste era amigo del dueño y que venía muy seguido a consumir café.
Al contar la historia de El Cordobés le es inevitable hablar del café Villarías y El Emir, este último cerró hace varios años para abrir en su lugar una de las sucursales de la tienda Ánfora. Asegura que la esquina de López y Ayuntamiento era uno de los puntos clave para quienes gustan de esta bebida: “un crucero de café”.
Al hablar del café Emir, Mariano recuerda que “les pidieron los locales y se fueron más cerca del Zócalo, pero desconozco si sean de la misma familia, sus dueños eran libaneses ”. Asegura que siempre se mantuvo una relación entre las tres cafeterías que se encontraban en este cruce.
El hecho de que los primeros dueños de estos locales, que aún laboran en este cruce, sean españoles no es coincidencia. Durante la Guerra Civil española muchos de los ciudadanos de este país europeo llegaron a vivir en México, y una de las calles que albergó a más refugiados fue López.
Teniendo esto en cuenta, Mariano recuerda la buena relación que se ha mantenido desde un inicio con el café Villarías . Sobre este local de café Mauricio Mejía escribió el Mochilazo en el tiempo publicado el 17 de febrero: ‘Una calle de españoles en pleno centro de México’, en el que se puede leer: “Don Leoncio Villarías llegó a México en 1942 de 18 años. Con su familia fundó el Café Villarías en la esquina de López y Ayuntamiento”.
En dicho texto Gloria Solana, viuda de Leoncio, cuenta a EL UNIVERSAL los orígenes del Villarías: “En la Ciudad de México llegaron a vivir al número 82 de esta calle. Un amigo suyo los relacionó con el negocio del café y a eso se dedicaron”.
Sobre la calle de Ayuntamiento, esquina con Luis Moya, se encuentra el café San José. “Esta cafetería se abre originalmente a un costado de la iglesia de San José , en la calle [José María] Marroquí. Ahí el local le queda pequeño y es cuando se mudan hacia acá.
“Hasta donde tengo conocimiento era de un asturiano. En 1991 se le vende a los propietarios actuales; bueno, a una parte de ellos (…) porque se mantiene como una Sociedad Anónima”, comenta Antonio López, encargado de este establecimiento.
Debido a lo cercano que está de la estación de Radio XEW , cuando se entra a este espacio se pueden observar en una de las paredes algunas fotografías de los famosos que han visitado este establecimiento, varias ya empiezan a perder color y los autógrafos comienzan a desaparecer muestra de que el tiempo pasa. Antonio recuerda los años en los que los cuadros cubrían por completo una de las paredes de este establecimiento.
El café San José se encuentra frente a la estación de Radio XEW, hace varias décadas era común ver a numerosos artistas degustando tranquilos un café, hoy sólo las fotografías son testigos de aquella época.
“Este café tuvo un momento de apogeo muy grande, aunque hoy se vea en decadencia, igual que se ve esa pared en la que acabamos metiendo cuadros porque ya se dañaron las pinturas la teníamos como un mosaico de imágenes. La gente venía y se sacaba fotos usando como marco o fondo las fotografías que estaban colocadas en la pared.
“Tenemos una entrevista con Jacobo Zabludovsky en la que comentaba que esta era la única cafetería en la que nunca pagaba el café. Nada más aparecía y como en esa época era súper conocido, pues todo el mundo decía cóbreme el café del señor Jacobo ”, comenta Antonio al recordar los mejores años de la cafetería.
En la pared que aún conserva imágenes de los famosos que la visitaron se puede ver a personajes como: Mario Moreno “Cantinflas” , Javier Solís, Carmencita Pernett , Pedro Infante, Ferrusquilla , La Sonora Santanera con Sonia López, Norma Herrera, Trío Los Santos y Buenavista Social Club , entre otros.
Hoy algunas fotografías han sido sustituidas por cuadros.
Antonio recuerda bien los años en los que tuvieron un gran boom como cafetería. Para él este tipo de locales viven por ciclos . Los artistas no sólo venían a las grabaciones, aquí venían porque se sentían tranquilos, les gustaba el lugar y regresaban. “La mayoría de la clientela era del medio artístico , no los molestaban y se sentían a gusto”.
En el momento que comienza a hablar de la máquina de café, de marca FAEMA, comenta que de ésta sólo se “hicieron 50 en el mundo y de ésas quedan en México dos: la que está en café San José y la que está en el café La Parroquia, en Veracruz.
Máquina para hacer café marca FAEMA. A decir del entrevistado sólo se hicieron 50 en todo el mundo y de éstas en México quedan sólo 2, en el café San José de la ciudad de México y en el café La Parroquia, en Veracruz.
“Mantenerla viva y que siga haciendo café nos cuesta un dineral porque cualquier pieza que se dañe tiene que ser hecha a mano, en torno, y sigue haciendo café, es con ella con la que preparamos todos los cafés”, agrega.
Cuando habla de los porqués de que haya menos gente que otros años, asegura que es por las constantes manifestaciones que hay cerca de [la Secretaría de] Gobernación . “Ayuntamiento es la vía de entrada para que lleguen aquí. Entonces si está cerrado Bucareli ya no llega nadie, aunque estemos a varias calles, sí nos afecta”, comenta.
Sobre Bucareli esquina con Morelos se encuentra otro famoso lugar el café La Habana . Este espacio abrió sus puertas en 1952, por un español que venía de La Habana, Cuba. “Traía dinero y dijo: Voy a poner un café que esté en la Ciudad de México.
“La colonia que tenemos hacia el norte pasando Reforma es la Tabacalera . Aquí había muchas fábricas de tabaco y casi todas tenían mano de obra cubana; entonces, cuando llega, decide poner aquí su negocio”, comenta Ricardo Mendoza, amigo del dueño actual del café La Habana.
Dice que al fundador del café, en 1952, se le conocía como el ‘Centavo’ , porque era chaparrito. “Como todo ser humano tenemos cosas buenas y malas, tenía como vicio el juego. Comenzó a perder hasta que terminó perdiendo el café ”, añade.
El café La Habana se encuentra en la esquina de Morelos y Bucareli, antes de la Secretaría de Gobernación.
Dentro del café La Habana los comensales platican, los meseros saludan con una sonrisa en los labios a cada una de las personas que entra al lugar, los acompañan a sus mesas, les entregan la carta, dicen su nombre y le comentan a los visitantes que ellos esperarán hasta que estén listos para ordenar.
Las mujeres portan un uniforme de camisa blanca, mandil y pantalón negro, el cabello está recogido, en casi todas con una cola de caballo. Los hombres visten de camisa blanca, mandil y pantalón negro. En la barra el barista se encuentra expectante a las órdenes de los meseros.
Interior del café La Habana.
Algunas paredes son adornadas por cuadros o fotografías tomadas por reporteros que venían a tomar café aquí. Los ventiladores se encuentran apagados observando pacientemente el fluir de los últimos 66 años.
La distancia del suelo al techo, explica Ricardo, es de 6.30 metros de altura debido a que en 1948, cuando construyeron este edificio, vendían material agrícola. Entonces, necesitaban un techo elevado para el equipo necesario.
El techo del café La Habana es alto porque antes se vendía material agrícola.
Recuerda que en los años 50 este espacio era visitado por periodistas de “EL UNIVERSAL, EXCELSIOR, LA PRENSA, porque en esta zona estaban todos los periódicos. No había celulares, menos había internet; entonces tenían que ir a algún lugar para hacer sus notas y llevarlas al periódico ”, comenta mientras recuerda el año en el que conoció a un periodista conocido como El negro , quien le regaló una fotografía que ahora se exhibe en una de las paredes del establecimiento.
Ahora ya se envía por correo la información, agrega, ya no vienen al periódico a cobrar, ya se lo depositan; entonces, eso ha hecho que baje el número de periodistas que nos visita. Aunque, hay otros que ya lo tienen como una tradición, tienen años de conocernos y aquí es donde hacen sus reuniones.
En una de las columnas del café La Habana se encuentra colgada una placa con los nombres de personajes que vinieron a esta cafetería, destacan: Octavio Paz, Fidel Castro Ruz, Ernesto Che Guevara, Gabriel García Márquez, Jesús Martínez El palillo , Renato Deluc y Roberto Bolaño.
Cuando habla sobre El palillo , comenta que “él venía antes de sus shows de carpas a tomar un café”, sobre García Márquez añade que no era un visitante frecuente, al igual que Paz . “Ellos venían de vez en cuando, tal vez una o dos veces al mes, por mucho, el que sí estaba todos los días aquí era [el escritor chileno] Roberto Bolaño ”.
“Roberto Bolaño cuando vino, como todos los que huyen de un país, llegó sin dinero. Era gente de clase media que no se podía decir: Tiene ahorros en sus cuentas de Miami, no. A él le gustaba mucho leer y una de las formas que aprendió para tener sus libros era robándolos . En la librería de cristal –que se ubicaba en la Alameda Central– y otras librerías que están sobre avenida Juárez ya los traía por la calle de la amargura, por todo lo que les robaba”, comenta.
Dentro de esta cafetería nació una de las últimas vanguardias poéticas del país: el Infrarrealismo. Movimiento creado por Roberto Bolaño quien junto con Mario Santiago Papasquiaro buscaban “volarle la tapa de los sesos a lo ya establecido”. Tomando a La Habana como el punto de reunión.
Bolaño llegó a México en 1968, cuando pisó suelo nacional ya tenía claro a lo que se quería dedicar y lo que haría hasta el final de sus días: escribir. Cuando se fue a España, en 1977, en nuestro territorio ya había dejado todo listo para la publicación de: Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego, once poetas latinoamericanos.
En julio del 2003, el legislador Marco Rascón ofreció una conferencia de prensa en el café La Habana.
Sobre el café La Habana escribió en sus obras Los detectives salvajes (Anagrama 1998), en éste lo presenta como el café Quito , lugar donde se reúne el grupo poético del Realismo Visceral ; y El espíritu de la ciencia-ficción (Alfaguara 2017) donde no le cambia el nombre y se reúnen Remo Morán y José Arco, los protagonistas.
Ricardo reconoce que a esta cafetería vienen muchos extranjeros que son seguidores de la obra de Roberto Bolaño. “Muchos de los visitantes son de Sudamérica. En una ocasión vino un matrimonio y el señor sabía de Roberto lo que yo no sabía de él”, comenta.
Patti Smith
, cantante estadounidense, tras haber leído Los detectives salvajes quedó maravillada a tal punto que se volvió seguidora de la obra de Bolaño. Le escribió un poema llamado Hecatomb . Ella visitó el café La Habana con lo que “hizo propaganda del café durante casi 15 días”, comenta Ricardo.
En esta cafetería también estuvo algunas veces Fidel Castro y Ernesto Che Guevara , incluso se dice que aquí fue donde se planeó la revolución cubana . “En el año de 1956 viene Fidel a México, cuando deciden que quieren fraguar ya la revolución, porque era el país más cercano, hablaban su idioma, tenía relaciones dentro y fuera del país.
“Como Fidel era muy buscado tenían que encontrar una forma para poder identificarse y para que nadie supiera de quien se trataba. Entonces lo comenzaron a llamar como cuate. Por eso Fidel con ese seudónimo estuvo trabajando en sus planes”, añade Ricardo.
Cuando la gente le pregunta a Ricardo en qué mesa se sentaban los revolucionarios él responde que no había una mesa en específico, puesto que los estaban buscando. “Yo no puedo decir que en esta o aquella mesa, porque siempre se sentaban en lugares distintos, eran perseguidos, no podían cometer ese tipo de errores”.
A pesar que muchos establecimientos de Bucareli han cerrado por las constantes manifestaciones, bloqueos y cierres de circulación Ricardo asegura que a ellos no les afecta, ya que, “afortunadamente estamos en esquina con Morelos , lo que permite que por aquí también lleguen los clientes. Luego vienen a consumir gobernadores, el secretario de gobierno y líderes sindicales”.
Según un reporte de Euromonitor Internacional , “en México cada 3 días se abre una nueva cafetería, lo que posiciona al país como una de las naciones en el mundo donde más rápido se incrementó el consumo de café en estos recintos”.
Agrega, además, que “en el 2021 el mercado de cafeterías en México alcanzará un valor de 93 mil 100 millones de pesos , 23 por ciento superior al registrado al cierre de 2016”.
Las cafeterías han estado presentes en el centro de la Ciudad de México desde el siglo antepasado, pocas son las que se han mantenido hasta nuestros días y conservan la esencia de los primeros años.
El jefe de operación de El Chavalete , el encargado del San José y Ricardo de La Habana coinciden en que no importa mucho que se estén abriendo nuevos locales de cadenas con presencia internacional, puesto que sus mercados son distintos, desde las tierras de las que se obtiene el café, hasta la forma de tratarlo y prepararlo.
A pesar de los años, mantienen el secreto de su preparación prepararlo, sobre los sabores, el proceso del tostado e, incluso, el molido del mismo, haciendo de estos espacios un sitio de deleite para los consumidores y conocedores de un buen café.
Fuentes:
Centro Histórico 200 lugares imprescindibles
, Crónica de Juan Ramón Arvizu en EL UNIVERSAL; Los detectives salvajes , El espíritu de la ciencia-ficción y Entre Paréntesis de Roberto Bolaño; entrevistas a: Juan Ramón Díez, Mariano Huerta, Antonio López y Ricardo Mendoza.