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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez.
Fotografía actual:
Manuel Valdespino
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Caminando por las calles de la capital nos podemos encontrar con múltiples historias , sólo basta con levantar la mirada en cada esquina y leer tanto el nombre de la colonia o el de la calle y preguntarnos el por qué se llama así o quién es el personaje.
Al norte de la ciudad hay una colonia cuyo nombre es el único recordatorio de lo que alguna vez existió en la zona: la (Ex) Hipódromo de Peralvillo . La cronista Ángeles González Gamio , dice que para hablar de su historia se tiene que remontar a la creación del Jockey Club Mexicano, fundado en 1881 por altos miembros de la sociedad porfirista y que uno de sus intereses principales era la construcción de un hipódromo:
“Las carreras de caballos eran un deporte considerado de prosapia, y la idea era disminuir la afición por las corridas de toros , consideradas por muchos un espectáculo salvaje y poco elegante”, escribió.
La sede del Jockey Club era la Casa de los Azulejos -lo fue durante 30 años-, en el Centro Histórico y desde ahí se escogió la zona en la que se construiría el hipódromo, que abrió sus puertas en la primavera de 1882, en terrenos que eran parte del llamado “Rancho de Vallejo” , entre las garitas de Peralvillo y Vallejo.
Para ahondar en la historia del complejo, nos acercamos a David Sánchez, periodista, vecino e investigador de la zona. Contó a EL UNIVERSAL que de acuerdo con información de la Alcaldía Cuauhtémoc, el hipodromo contaba con un terreno de 600 mil metros cuadrados y, que si bien no se sabe la ubicación exacta, se infiere que estaba en el polígono que forman la Calzada de la Ronda , al sur; la Calzada Vallejo , al poniente; la calle Juventino Rosas , al norte, y la Calzada de los Misterios , al oriente.
Sánchez nos narra que en México Pintoresco, Artístico y Monumental de la autoría de Manuel Rivera Cambas, se describe que el hipódromo tenía dos pistas , una recta y otra de forma circular, comprendidas en una elipse. La pista recta medía 700 metros y la circular mil 500 metros .
La anchura de la pista era de veinte metros, y dos más frente a las tribunas, con dos entradas y una salida para carruajes y caballos . Asimismo, refiere que las tribunas, con columnas de fierro y adornos de zinc descansaban sobre paredes de piedra, ladrillo y cal, con apenas 75 metros de longitud.
Antes del hipódromo, las carreras hípicas se realizaban de manera improvisada por San Lázaro o en el Rancho de Nápoles y, tras la apertura, Rivera Cambas documentó que en las primeras tres funciones del Hipódromo de Peralvillo , se llevaron el triunfo los caballos Halcón Negro y Carey, el primero de raza mexicana y el segundo de raza norteamericana.
Caballos y jinetes atraían la atención de los asistentes al Hipódromo de Peralvillo alrededor de 1905. Colección Villasana - Torres.
Tanto las pistas como los visitantes eran testigos de las carreras de temporada: la de primavera, la de otoño y otros espectáculos que eran organizados por los clubes hípicos alemán, francés y militar de manera esporádica: “ ahí se celebró por primera vez en la ciudad, una carrera de autos. Asimismo, se llevaron a cabo carreras de bicicletas” nos dijo David Sáchez.
A pesar de su ubicación, para la clase alta del Porfiriato la apertura del hipódromo significó que, por primera vez, se tenía un sitio de encuentro digno para su esparcimiento en una ciudad que estaba obteniendo todos los beneficios de la modernidad: políticos, banqueros, empresarios, artistas y otros personajes distinguidos de la época se daban cita.
Según el investigador del INAH, Héctor Aguilar, al interior del recinto se podían observar vestuarios de moda que tanto hombres como mujeres no podían lucir en ninguna otra parte y que, indiscutiblemente “no le pedían nada” a países europeos.
Entre los atuendos destacaban los sombreros, los vestidos de encaje , los inseparables bastones o parasoles que no podían utilizar en ningún otro sitio de espectáculo, como el teatro o las fiestas sociales, ya que ahí se solían utilizar vestidos de noche y joyería que pudiera hacerles juego.
Mujeres y hombres luciendo elegantes atuendos mientras asistían a una carrera al interior del hipódromo de Peralvillo alrededor de 1905. Colección Villasana - Torres.
El Hipódromo de Peralvillo fue el primer establecimiento en la Ciudad de México concebido para celebrar carreras de caballos s iguiendo el modelo europeo; sin embargo, para 1910 este hipódromo dejaría de utilizarse ya que se inauguró el Hipódromo de la Condesa cuya traza sobrevivió al paso de los años: hoy en día las casas de la colonia Hipódromo Condesa siguen, al menos sobre la calle de Ámsterdam, el perímetro que tenía el campo hípico, mientras que al norte de la capital no queda rastro alguno de la traza.
David Sánchez narra para EL UNIVERSAL que los terrenos donde se ubicaba el hipódromo fueron comprados por el Gobierno Federal a la Sociedad Anónima Jockey Club con la intención de construir sobre ellos un cuartel militar y un campo de maniobras o un gran parque. Ninguna de las dos ideas se concretó y el hipódromo fue desmantelado en 1913.
En 1922, el presidente Álvaro Obregón ordenó que se le entregaran a Jesús Abitia, fotógrafo oficial del ejército que estuvo bajo su mando durante la Revolución, 30 mil metros cuadrados de terreno para fundar una colonia cuyas parcelas tenían que ser pagadas por los colonos; cuatro años después, siendo Plutarco Elías Calles el primer mandatario de la República, se derogó el acuerdo y se formuló un contrato de cesión onerosa del terreno en favor de los ocupantes, que se convertiría en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo.
Mapa de la colonia que tiene el IECDMX.
No obstante que en el nombre de la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo hay una referencia al primer hipódromo que tuvo la capital, hoy día son pocos los vecinos quienes saben que algún día existió.
Una pareja de novios nos dijo que por el nombre podían darse una idea, pero que no tenían la certeza de que ahí hubiese existido un sitio de carreras de caballos: "quizás si preguntan en el mercadito de Sarabia alguien se sepa la historia".
David Sánchez nos acercó con un par de habitantes de la colonia; primero con el señor José Peña, quien recorre las calles de la colonia vendiendo café . Recuerda que su abuelo le contó que por el rumbo existió un hipódromo, fue por él como se enteró, aunque asegura que sus clientes nunca han comentado algo al respecto.
Por su parte, David Gallaga, comerciante del Mercado Beethoven , ubicado a unas calles del lugar donde alguna vez estuvo el hipódromo, asegura que supo de su existencia por comentarios de los clientes que acuden a su local. "De lo único que estoy enterado es que estaba en la calles de acá atrás, ya tiene mucho que desapareció y dio paso a talleres del ferrocarril ", refirió.
Y si los vecinos que han vivido y trabajado en esta colonia por décadas apenas saben que en esta colonia estuvo el primer hipódromo de la Ciudad de México, las nuevas generaciones lo desconocen . "No saben, se ha perdido la memoria del tiempo. Los chavos están más entusiasmados en ver su teléfono que en platicar con una persona mayor", considera David Gallega.
Hoy en día, las calles de la colonia obtienen nombres que honran a diversas personalidades del mundo musical : los pianistas Ludwig Van Beethoven y Frédéric Chopin, los compositores Johann Sebastian Bach, Héctor Berlioz o Julián Carrillo, la soprano Luisa Tetrazzini o el violinista Pablo Sarasate.
Le preguntamos a David qué medidas considera necesarias para la protección del patrimonio material e inmaterial de la colonia: “ hay que contar lo que descubramos, transmitir ese conocimiento. Para honrar la memoria de lo que se fue, es necesario que más personas sepan que algún día estuvo, que quizá queden vestigios de ello o que hay nuevas cosas en su lugar. Sólo así se evitará que la memoria de una ciudad que no vimos, se pierda para siempre.”
Vistas de algunas calles de la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo. Cortesía David Sánchez.
Nuestra foto principal es una postal de una carrera en el Hipódromo de Peralvillo alrededor de 1905 y pertenece a la colección Villasana - Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
David Sánchez. Artículos: “De las carreras el alto goce” de Arturo Aguilar Ochoa, INAH y “De la mano por el parque” de Ángeles González Gamio.