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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual:
Alejandra Arriaga/Cortesía
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
La Ciudad de México tiene una variedad de personajes que le han ayudado a construir su identidad, desde comerciantes, pregoneros, profesionistas y también todos aquellos que se han dedicado, a lo largo de los años, a divertir o entretener a la sociedad mexicana.
Uno que se ganó un lugar en las páginas de la historia fue un payaso británico de nombre Ricardo Bell , que solía presentarse en uno de los circos más famosos de finales del siglo XIX y principios del XX: el circo Orrin -propiedad de los hermanos que también fueron fundadores de la renombrada colonia Roma- donde nunca se retrasó ni canceló espectáculo alguno y llamaba la atención de todas las clases sociales.
Orrin y Bell
El 31 de octubre de 1873 debutó en el Teatro Hidalgo la compañía acrobática americana de la familia Orrin, con juegos de salón del niño Jorge Orrin y ejercicios de equilibrio ejecutados por la hermana mayor Catalina. En febrero de 1881, la familia Orrin se instaló en la plazuela del ex Seminario, y de febrero de 1882 a mayo de 1885 la Empresa Hermanos Orrin laboró en el Circo Metropolitano, una tienda de lona y lámina donde cabía una pista circular, tres filas de sillas y una estructura de gradas cuyo alumbrado eran dos lámparas de gasolina en el medio del mástil de la tienda.
Interior del Circo de los Hermanos Orrin, cerca de 1900. Según artículos de la época, tenía la capacidad para 3 mil 500 personas. El circo tenía funciones de enero a mayo y había funciones matutinas los jueves y sábados. Los costos de admisión iban de los 25 centavos a 1.50 pesos. Colección Villasana - Torres.
Diariamente había cuarenta boletos gratuitos para niños pobres y ancianos de los asilos Técpam y de un hospicio. Desde diciembre de 1885, el Circo de los Hermanos Orrin se instaló en la Plazuela de Santo Domingo, abriendo en épocas de lluvia su “Museo Zoológico”.
“A inicios del siglo XX, el circo era uno de los pocos foros que formaban payasos, mimos, malabaristas chistosos y demás hombres-espectáculo (show-men) cómicos. De hecho, en su juventud, muchos de los primeros grandes ídolos cómicos del cine internacional trabajaron en el circo o hicieron personajes de corte circense para el vodevil o el teatro de revista. (...) Varios de los ídolos cómicos de México también comenzaron en el circo, entre ellos Manuel Medel, Mario Moreno Cantinflas, Adalberto Martínez Resortes y Antonio Espino”, escribió Rafael Barajas (El Fisgón) para la exposición “¿Actuamos como caballeros o como lo que somos? El humor en el cine mexicano” que exhibe actualmente el Museo del Estanquillo.
El 19 de junio de 1902 Ricardo Bell, payaso y empresario, convirtó el patio del Teatro Arbeu en la pista de su circo acrobático, su primer empleo. Luego se hizo un elemento indispensable del circo de los hermanos Orrin desde la temporada de invierno de 1883 a 1906, es decir durante 23 años.
En 1907, con la separación de Ricardo Bell, la empresa Orrin modificó el Circo Teatro para subarrendarlo como salón teatral a empresas dramáticas y líricas. Ese año el cómico inauguró su teatro frente a la Alameda Central ya que se llevaba muy bien con Porfirio Díaz ; sin embargo el clima pre-revolucionario empezó a afectar la asistencia del público y, evidentemente, al ambiente y humor de los citadinos. Por esta razón, Bell decidió cerrar su circo y mudarse a Estados Unidos.
Ricardo Bell y su personaje, el payaso. Se presentaba con la cara pintada y un grueso bigote cubierto de harina. Portaba cascabeles en su traje y un pequeño sombrero, un perrito con ruedas lo acompañaba al cual jalaba cuidadosamente. El Mundo Ilustrado, Colección Villasana - Torres.
La concesión del Ayuntamiento para el establecimiento de original Circo Teatro Orrin fue por 20 años, de manera que en 1911 el célebre edificio fue derrumbado, coincidiendo su destrucción con la muerte del payaso Ricardo Bell, en Nueva York, el 14 de marzo de 1911.
El Ilustrado popular
informó a la sociedad mexicana que Bell había fallecido en una nota titulada “Murió el príncipe de la risa” de Leonardo Parga, en la que se decía que “los hombres de hoy, los niños de ayer, somos los que lloramos tu muerte, viejo payaso que acabas de morir, trayéndonos con la noticia de tu fin un enjambre de recuerdos que ha venido a reavivar en nuestro espíritu momentos de los años que fueron (...) Y por nuestra imaginación han desfilado como siempre que se van, los seres que quisimos, tus gestos habituales, tus broncos funambulescos, tus pantomimas absurdas, complicadas y…. divinas, tu omnisciencia musical y la gama inacabable de tus risas”.
En esa misma nota, se describe cómo Bell llegaba al escenario, con la cara pintada y el grueso bigote “cubierto de harina”, con un diminuto sombrero y unos cascabeles en el atuendo, portaba una cadena con un enorme dije de elefante de reloj, en compañía de un perrito con ruedas que él cuidadosamente jalaba con un cordón. Se explica que Bell hacía tres o cuatro chistes y que la gente no podía dejar de reír.
Este famoso nació en Londres en 1858 , su padre también se dedicaba a la pantomima; la familia entera se trasladó a América en búsqueda de mejores oportunidades. Según "México Desconocido" se casó con la chilena Francisca Peyres y tuvieron 22 hijos, de los cuáles sólo sobrevivieron 13.
A pesar de haber muerto en Estados Unidos, se dice que sus restos fueron traídos a México. Se desconocen los motivos y si en verdad están ahí. Lo cierto es que en el Panteón Inglés , ubicado en Real del Monte, Hidalgo , existe una tumba con su nombre.
Así luce hoy la tumba del payaso Ricardo Bell, en Hidalgo, México, quien se dice quiso reconocer a nuestro país por ser el que le dio éxito y fama. Imagen cortesía de Jehieli Hernández a quien agradecemos su profesionalismo y constante participación.
Este camposanto fue creado en 1834 en un terreno donado por el inglés Stafford, quien durante esa época se desempeñaba como funcionario de las compañías mineras en la entidad.
Entrada del Panteón Inglés en Real del Monte, Hidalgo. Crédito: Jehieli Hernández/Cortesía.
Aspectos del interior del panteón. Cortesía Jehieli Hernández.
Imágenes del interior del panteón en un día lluvioso, la presencia de neblina sin duda le da un aspecto totalmente distinto. Cortesía de Jair Alonso Moranchel.
Las lápidas de las tumbas están alineadas hacia el oriente (rumbo a Gran Bretaña) pero la del payaso Ricardo Bell está orientada hacia otro lado, ya que su país de origen “siempre le dio la espalda” , pues su carrera rindió fruto en México no en Inglaterra.
A decir de Veka Duncan, historiadora de arte por la Universidad Iberoamericana, especializada en divulgación cultural y co-conductora del programa de televisión El Foco de ADN 40, Bell quería reconocer a México por ser el país que le había dado éxito y fama.
La tumba que lleva el nombre de Ricardo Bell luce en otra posición al resto dentro del panteón. Crédito: Jehieli Hernández.
Veka considera que Bell fue un personaje importante de su tiempo, no solo en el ámbito circense o del espectáculo, sino políticamente . Se dice que fue el único capaz de hacer reír a Porfirio Díaz en público y que el mismo Díaz alguna vez bromeó sobre Bell como un posible rival electoral debido a su popularidad.
Dice que esta cercanía con el presidente fue lo que lo llevó a abandonar México, pues fue perseguido por los revolucionarios, hecho que en sí mismo nos habla de su relevancia política e histórica también.
Veka, quien ha colaborado en proyectos de investigación, editoriales y de divulgación con instituciones como el Fondo de Cultura Económica, el INBA, el INAH, entre otros organismos culturales, dice que se podría honrar su memoria de muchas formas . Quizás la más obvia sería la colocación de una placa en la casa que habitó o donde se ubicaba su compañía de circo. También se podría pensar en actividades culturales que lleven su nombre, como un festival de circo y clown Ricardo Bell, o quizás una academia de circo, ahora que el arte circense se ha popularizado en México.
La foto comparativa antigua es una panorámica del circo de los hermanos Orrin el cual estuvo un tiempo donde ahora se encuentra el Teatro Blanquita. Imagen de 1900, Colección Villasana/Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Revistas y diarios de la época. Museo del Estanquillo.