Texto: Susana Colin Moya y Angélica Petit de Murat
Fotografías actuales:
Angélica Petit de Murat
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
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Son los primeros meses de 1990 y en el cruce de las calles Álvaro Obregón y Orizaba de la colonia Roma sucede algo extraño: el edificio Balmori ha sido tomado por el arte. Puertas y ventanas fueron tapiadas y sirven como soporte para el trabajo de los jóvenes artistas que acudieron a la convocatoria de la galería Salón des Aztecas para intervenir la construcción. Madera, óleo, tela, acrílico, papel… el límite es la imaginación y el talento.
El edificio, cubierto por andamios, no había estado tan vivo como en este momento. Construido en 1922, estuvo a punto de ser derrumbado para dar paso a un Superama, pero no fue así. Hoy en Mochilazo en el tiempo recordaremos juntos cuando un grupo de artistas contemporáneos salvó al edificio Balmori de la destrucción.
El edificio Balmori es de estilo ecléctico y su construcción fue dirigida por Ignacio Capetillo y Servín. A su costado estuvo el cine del mismo nombre que funcionó hasta 1957.
El viernes 23 de marzo de 1990, hace exactamente 29 años, sucedió tal acontecimiento: la presentación del primer “Museo al Aire Libre”.
Es bien sabida y recordada la devastación que provocó el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, especialmente colonias centrales como la Roma. Sin embargo, “la destrucción física reconstituyó la organización social , que tras unos años restaura lo físico”, comparte para este diario Cecilia Barraza estudiosa del patrimonio cultural en contextos urbanos.
Después del derrumbe de decenas de edificios, los vecinos comenzaron a valorar y a defender aquellos que permanecieron en pie por su valor histórico , arquitectónico y artístico , algo que no sucedía en los años previos.
“Así como en Florencia sucedió una plaga que mató al 80% de población y los que sobrevivieron hicieron el Renacimiento, en México hay una historia antes y después del temblor del 85. Los que sobrevivimos fuimos los que renacimos, creamos otro México”, afirma Aldo Flores, fundador y director de la galería de arte Salón des Aztecas e iniciador de la Toma del edificio Balmori , como posteriormente se le llamó a esta intervención artística.
El artista plástico relata que todo comenzó en julio de 1989 cuando viajaba en auto por la avenida Álvaro Obregón junto con Manuel Conde y Laura Strane. Al pasar frente al edificio Balmori, vieron que unos albañiles estaban tirándolo.
El edificio, joya arquitectónica de la colonia, en ese momento se encontraba en pésimas condiciones , habitado por pocos inquilinos y semi abandonado. “No güey, basta, no van a tirar un edificio más ”, dijeron y sin pensarlo bajaron del carro para enfrentarse a golpes con los trabajadores.
“Todos esos edificios que se construyeron a principios del siglo pasado son herencias de todos , son herencias para nosotros, teníamos que defenderlas ”, recuerda Aldo. Se habían caido muchos inmuebles a causa de terremoto, no iban a dejar que tiraran otro más.
Parte del edificio albergó durante algunos años a la clínica de maternidad “Doctor Donato Moreno”. Esta fotografía apareció en EL UNIVERSAL ILUSTRADO en 1935.
Al día siguiente le llamó a su amigo Luis Vázquez y le contó lo sucedido. “No vamos a dejar que lo tiren, ¿qué tienes pensado?”, le preguntó. “ Vamos a defender el edificio con arte, vamos a rentar andamios para bloquear el edificio”, propuso Aldo. “Muy bien, tienes todo mi apoyo, pero si me fallas no te vuelvo a ayudar nunca en la vida”, respondió el que sería su primer patrocinador.
Hicieron una convocatoria para participar en el proyecto artístico desde el Salón des Aztecas, espacio de congregación y creación alternativo a las pocas y elitistas galerías de arte que dominaban el ámbito en aquellos años. Creado en 1988, para el 90 ya tenía una importante red de contactos : artistas jóvenes, con poca experiencia, cuyo trabajo no era valorado ni por los museos ni por el mercado del arte de aquellos años.
Muchos de ellos acudieron a la invitación que les hizo Aldo Flores y a su vez llamaron a otros más. “La idea de participar en una iniciativa colectiva de tal magnitud era muy atractiva”, afirma la fotógrafa Tatiana Parcero.
Una vez colocados los andamios y tapeados los vanos del edificio (puertas y ventanas), se repartieron los espacios a intervenir. Así lo recuerda Flavia González, historiadora del arte quien en ese momento realizaba su tesis sobre arte conceptual. “Surge [la Toma del Balmori] en un contexto donde esto está sucediendo en otros países, hacer intervenciones , salir a la calle , buscar diferentes soportes ”, explica en llamada telefónica.
Los espacios que los artistas intervinieron fueron las ventanas y puertas previamente tapiadas. Tenían prohibido trabajar sobre la fachada. Foto: cortesía Aldo Flores.
Por invitación de Aldo, Flavia se sumó al proyecto en la parte logística : coordinar a los artistas , hablar con los medios de comunicación , buscar patrocinadores , conseguir material , baños, comida y todo lo que se fuera necesitando.
Apenas empezaban a trabajar cuando se presentaron los abogados de los dueños del edificio, quienes querían desmantelarlo para construir un Superama. Tras un breve enfrentamiento entre artistas , abogados y policías , todos fueron a la entonces delegación Cuauhtémoc.
Aldo Flores se entrevistó con el delegado y cuando le explicó los motivos por los que habían tomado el edificio y lo que planeaban hacer, se encontró con la sorpresiva aprobación del dirigente. Acordaron la duración del proyecto, su efectiva devolución al dueño y a cambio ofreció su total apoyo , lo que se tradujo en una patrulla cuidando la zona.
Teniendo el respaldo gubernamental, el proyecto creció mucho más. Mientras los artistas trabajaban ya en las ventanas y puertas que les fueron asignadas, seguían llegando más interesados para participar, no sólo del medio local, también de otros estados y de otros países.
Empezó a ser un fenómeno . Los medios de comunicación se acercaron para escribir sobre ellos, los maestros de arte mandaban a sus estudiantes al lugar, los amigos y familiares llegaban los fines de semana y era más fácil conseguir patrocinios para comprar materiales para los artistas, afirma Flavia en entrevista.
Alrededor de 120 artistas plásticos trabajaron durante de 6 meses en el edificio. Sin embargo, en total fueron alrededor de 500 personas involucradas, entre patrocinadores, organizadores y artistas como músicos, cuenteros, actores, cuyas presentaciones acompañaron la toma. Fotos: cortesía Flavia González.
Los organizadores establecieron reglas a seguir, la más importante: respetar la fachada del edificio y sólo pintar las áreas asignadas. Por las noches cerraban los andamios y ahí comían y dormían. Luego consiguieron luces para seguir trabajando aunque el sol se ocultara. Los vecinos pasaban, se les quedaban viendo y les decían: “¿ya comieron?”, “¿no quieren una torta?”, “¡bravo muchachos!".
Además del genuino interés por defender al edificio de su destrucción, la llamada Toma de Balmori fue reflejo del sentir artístico de ese momento . En palabras de Flavia: “La idea de hacerlo tenía que ver con sacar el arte a la calle , hacerlo accesible a la gente , dar a conocer a los artistas que estaban jóvenes, que estaban en ese momento buscando un espacio para exponer su obra de forma profesional”.
“El edificio estaba habitado por artistas que entraban y salían, pintaban, subían y bajaban escaleras transformando el entorno”, dice Tatiana. Foto: cortesía Aldo Flores.
Vista de las intervenciones en el edificio Balmori. Los artistas que participaron eran jóvenes que pertenecían a una nueva generación que apenas se mostraba; estaban innovando en medios, soportes y discursos, afirma la historiadora del arte Flavia González. Foto: Cortesía Aldo Flores.
Entre los pintores , escultores , fotógrafos y arquitectos que se involucraron en la toma estaba esta gran lista:
Inma Abarca, Gustavo Aceves, Carlos Alcocer, Gonzalo Alcocer, Francis Alys, Salvador Amezcua, Pawel Anaskiewicz, Alejandro Arango, Raúl Ávila, Alberto Barajas, Julio César Barrientos, Luis Carlos Barrios, Siro Basilia, Rubén Bautista, Paul Birbil, Pita Bilbao, Boris Biskin, Philip Bragar, Enrique Cantú, Estrella Carmona, Rubén Castillo, Rafael Cauduro, Enrique Cava, Anita Checchi, Roberto Cortazar, Humberto Del Olmo, Pedro de la Rosa, Arturo Doring, Elgar y Fernando Espejo.
Así como el Doctor Fanatic, Félix María Félix, Aldo Flores, Yardley Flores, Gerardo Fisher, Saskia Friederich, Mario Gallardo, Jesús Galván, Luis Carlos Gómez, Patricia Green, Raimundo Herrera, Oliverio Hinojosa, Éric Jervaise, Ricardo Kirchner, Aida Kebadian, Isabel Leñero, Clauda Lizalde, Lolo, Vanessa Marlow, Richard Marshall, Peter Mc Donald, Mongo, Gustavo Monroy, Gabriel Orozco, Mariana Orozco, Oriton Ortiz, Tatiana Parcero, Prando Pedroni, Bárbara Peón Solís, Raúl Piña.
También Héctor Quiñones, Nestor Quiñones, Ramón Ramírez, Mario Rangel, Carla Rippey, Lucila Rousset, Froylan Ruiz, Mauricio Sandoval, Armando Sarignana, Janice Sloane, Melanie Smith, Pete Smith, Luciano Spano, José Manuel Springer, Eloy Tarcisio, Taka, Mortimer Tappan, Jacques Ten Kate, Diego Toledo, Eugenia Vargas, Alberto Venegas, Álvaro Viteri, Aarón Woolf, Barry Wolfried, Ernesto Yee, Zapata y Nahum B. Zenil.
La obra de Eric Jervaise en la ventana central del edificio Balmori conjuntó los rostros de los autores de la intervención.Foto: cortesía Álvaro Viteri González.
Después de meses de arduo trabajo, y a punto de finalizar sus intervenciones decidieron hacer una inauguración, es decir, una gran fiesta a la que llamaron “Día Mundial del Artista”. El viernes 23 de marzo de 1990, hace exactamente 29 años , sucedió tal acontecimiento: la presentación del primer “Museo al Aire Libre”.
“Elegimos el veintitrés de marzo para conmemorar el Día Mundial del Artista, porque el 21 de marzo marca un cambio muy importante para todas las culturas con la llegada de la primavera […] no tenemos un solo día en que los artistas se unan a nivel mundial y regalen algo de humanidad; un día para que alguien diga así sin más: