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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual:
Carlos Villasana
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Las personas con acceso a internet tienen el beneficio de reducir a minutos algunas búsquedas: una dirección, un video, una nota de su interés o una canción. Incluso existen diversas aplicaciones que rastrean los sonidos de una melodía y en instantes ya se tiene el nombre, el artista y la letra.
En el siglo pasado esta información no era tan fácil de obtener, los habitantes de ciudades adquirían pequeños librillos llamados cancioneros donde los textos venían impresos. Gracias a estos artefactos podían memorizar sus canciones favoritas.
Una de las versiones de los cancioneros fue hecha para compartir. Durante siglos, familias y amistades se enviaron tarjetas postales para comunicar un momento importante o su visita a los sitios del mundo, en pequeñas tarjetas de cartulina viajaban sentimientos, reflexiones o ideas.
De esta tradición epistolar nació un tipo de tarjeta postal donde se imprimían las letras de las canciones más populares de las primeras décadas del siglo XX.
Años veinte. Colección Villasana - Torres
No hay una fecha exacta de cuándo se dejó de utilizar el cancionero, al ser parte de diversas industrias cada una fue implementando su manera de hacer que sus consumidores tuvieran acceso a las letras. En el teatro esto es un tema complejo, pues los guiones no suelen ser reproducidos en masa.
En el caso de la música, hasta los primeros años de la década del 2000 los CD contenían un librito con la letra de sus canciones. Actualmente las palabras deambulan en miles de páginas web adaptadas para actividades como el karaoke o se comparten al instante con un ser querido.
Fotografía antigua: Colección Villasana-Torres.
Fuente:
Recuerdo de México. La tarjeta postal mexicana 1882-1930 (1994) de Isabel Fernández Tejedo