Texto y fotos actuales: Deyanira Alvarez
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Los buenos modales y el respeto siempre deberían estar presentes en la sociedad. Sin embargo, es cada vez más común ver que no ocurre. En un país donde los diputados se pelean e insultan frente a las cámaras, ¿qué pasa en los centros de trabajo diariamente?
Como ya se abordó en un Mochilazo anterior, el Manual de Carreño , publicado en 1853, trata sobre las buenas costumbres y la forma en que la sociedad debe comportarse en los espacios públicos y privados: escuelas, calles, casas, trabajos y eventos públicos.
El texto originalmente se llama Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos y en él se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales . Aunque algunas normas ya quedaron obsoletas, otras siguen siendo válidas.
Manuel Antonio del Rosario Carreño Muñoz nació en Caracas, Venezuela , en 1812. Su manual llegó a México en 1875 y compararemos lo escrito dentro del capítulo IV “Del modo de conducirnos en diferentes lugares fuera de nuestra casa” y “Del tacto social” con la actualidad.
En el trabajo comúnmente hay un jefe y empleados . Carreño se dirige como el superior y el inferior . El superior siempre debe ser modesto, generoso y cordial con sus inferiores. No demostrará su superioridad ni hará obvio la inferioridad de las personas a su cargo.
Se expresará agradecido con la consideración y respeto que los inferiores le demuestren, con un trato franco y amistoso. Siempre respetando los límites y dejando claro la distancia que les separa.
A pesar de que el inferior siempre tratará con atención y respeto al superior, no se debe pasar el límite entre la dignidad y ser sumiso . Así como tampoco recurrir a la adulación porque es ‘la más grosera y ridícula de todas las bajezas’.
No hay nada más indigno que un acto entre superiores e inferiores de indebida o excesiva confianza . Para los superiores será muestra de poca dignidad y para los inferiores una falta de consideración y respeto. Si el superior muestra confianza, el inferior debe corresponder con moderación.
Carreño enseña que en las reuniones de trabajo no se interrumpe al que habla y, si es el caso, las decisiones se toman en mayoría. En la imagen vemos una tranquila junta empresarial de 1970. Fotografía El Universal
¿Conoces a alguien en el trabajo que quiere que se haga lo que dice, no escucha a los demás y además se molesta?
Carreño menciona que es inadecuado empeñarse en hacer que las opiniones personales triunfen, especialmente cuando se sabe que la solución debe ser sometida a decisión de la mayoría. Esta actitud solo consigue irritar a los compañeros , haciendo más difícil poder convencerlos y tener su apoyo.
Aquí algunos ejemplos de lo propuesto por Carreño en la actualidad. Juana Bailón trabaja en el sector salud desde hace 13 años. En reuniones de trabajo da su opinión, pero dice que a veces no son tomadas en cuenta por los jefes . En otros momentos entre sus compañeros y ella debaten para ver cuál es la mejor propuesta.
Por otro lado, Rogelio Luna, quien trabaja en la industria farmacéutica desde hace 10 años, comenta que en ocasiones sí ha querido que sus opiniones triunfen, pero para que eso pase, éstas se deben “sostener y saber justificarlas con buenos fundamentos ”. Él no se molesta cuando no logra que sus ideas se lleven a cabo porque considera que eso sería tomárselo personal.
Fidel Arriaga tiene 24 años laborando en el gobierno federal, a él sus compañeros no lo dejan hablar , porque “nada más les gusta a ellos tener la razón. Hacer lo que ellos dicen”.
Carreño también afirma que de ninguna manera se pueden lanzar insultos en medio de una discusión. Al hacerlo se afecta la imagen de la empresa porque los trabajadores la representan. La acción es incluso peor cuando hay gente externa o la persona a la que ofendieron no hizo nada para provocar algún problema.
El enojo puede llevar a las personas a decir cosas que pueden tener severas consecuencias . Juana relata que ella no lo ha hecho porque “no puedes decir malas palabras en tu trabajo, no puedes contestar mal. Hay que saber en qué momento decir las cosas ”.
Por su parte, Rogelio considera que los insultos que puedan salir no son hacia la persona, son por frustración. Pero el problema es que “la gente lo toma mal”. Para él, insultar es la salida fácil , es el último medio cuando dejas sin recursos a alguien.
Rogelio Luna, abril 2019.
En una sociedad llena de intolerancia es frecuente hacer muecas o ruidos cuando el que habla no te cae bien, te desagrada lo que está diciendo o el estado de ánimo no es el adecuado.
Carreño señala que no es admisible interrumpir al que habla. Hacer sonidos o frases de desaprobación es bastante desagradable y lo único que manifiestan es poco respeto a la persona y a la compañía.
En ocasiones, cuando Juana ha hablado sus compañeros le dicen “ash” , en respuesta les pide respeto y que la dejen terminar. Mientras que Rogelio los enfrenta y pregunta directamente cuál es su molestia y que le expresen sus opiniones, porque el ruido que emiten “viene acompañado de una mueca y finalmente te están mandando un mensaje. Ante ese mensaje debe haber una respuesta”.
De acuerdo con el manual, jamás se debe entrar en discusión sobre opiniones sistemáticas porque siempre van a permanecer. Los humanos suelen aferrarse, pero las personas de bien respetan las opiniones de los demás y omiten defender lo que piensan para no entrar en problemas innecesarios. Con la excepción de que se necesite estar firme con sus pensamientos por cuestiones de conciencia o profesionales.
“El mexicano se lleva de apodos”
dice Rogelio. ¿Quién no ha recibido uno en su vida? Sin embargo, incluso si se considera uno “bueno”, nunca se debe manifestar la semejanza física o moral de una persona con otra, dice Carreño.
Juana ha llegado a poner apodos a los que no son sus amigos. Rogelio también y entre amigos más porque es “práctica común, tradición, costumbre, se da”. Pero no todo es risa, a algunos les afecta como a Fidel. De quien se burlan constantemente y lo “agarran como idiota, como tonto”.
En general, todas las condiciones sociales se deben respetar , esto incluye los usos y costumbres, defectos físicos y morales, e inclinaciones de las personas. Aunque no encajen con las nuestras. Siempre se debe escoger la mejor oportunidad para hablar y actuar , procurando no desagradar a los compañeros.
Empleados de oficinas institucionales laborando en tareas de oficina, agosto de 1970. Fotografía de El Universal.
Presumir
lo que la vida ha otorgado y la fortuna es incorrecto, asegura Carreño. En el empleo de Juana y Fidel, sus colegas suelen alardear que saben mucho, pero cuando los cuestionan no pueden responder.
El manual sostiene que se debe aplaudir aquello que es digno de alabanza, ensalzar los méritos que los otros logran y nunca destruir las ilusiones de nadie. El que a alguien le alegre o no los logros de los demás dependerá “con quien te juntes, si tienes cerca de ti gente vacía, va a ser raro que sí, porque la gente es muy envidiosa , la gente le envidia lo que el otro tiene, si a alguien le va muy bien en algo ignoran”, opina Rogelio.
Carreño enseña que si existe una persona tan grosera que se atreva a ofenderte directamente, la mejor manera de actuar es poner una serenidad inalterable , no se debe mostrar enojo en el rostro. De esta manera, aquel sin modales se quedará solo con la indignación de la sociedad, la cual siempre será la mejor vengadora.
Cuando llegan a ofender a Juana, a la primera ella ignora porque es mejor que seguirle el juego. A la quinta vez ya se molesta y reclama.
Por su parte, Fidel no sabe “cómo manejarlo porque te ponen en un aprieto . Te evidencian frente a la gente y eso está mal”. Lo remedan e incluso hubo un tiempo que lo trataban como “retrasado mental, que córrele lleva esto y lo otro”.
Fidel Arriaga, abril 2019.
Cuando de la familia se trata, Carreño recomienda que en caso de que alguien se meta con los amigos o familiares, siempre se debe defenderlos y pedir educadamente respeto. Aunque es mejor quedarse callado y no extender la discusión en caso de que no los calumnien , ridiculicen o perjudique su honor.
En este tipo de ofensa, Rogelio toma el agravio de quien viene, si la persona no tiene importancia, la deja pasar, porque tomarlo personal es meterse en problemas.
Cuando es imprescindible decirle a alguien que han dicho cosas de él o ella , el venezolano Carreño dice que se debe omitir el nombre de la persona que habló. Es importante saber diferenciar entre chisme y avisos prudentes , para no crear enemigos por lo que se dice.
Es necesario saber cuándo contar las cosas especialmente a aquellos que se aprecian y omitir algunos datos según la prudencia de cada individuo, para evitar peleas o consecuencias peores.
Entre impedir algo grave y quedar como un chismoso, hay una línea delgada. Juana a veces dice lo que dijeron, pero solo cuando se trata de sus amigos. Pone sobre aviso a quien habló y cuenta solo una parte porque pueden reaccionar mal.
Rogelio también protege a sus amigos y más si hablan de “cosas que incluso atentan de una forma específica contra su dignidad , integridad o que le pueden afectar”. No cuenta quién lo dijo porque eso sería ‘entrarle al juego del chisme’ y omite la peor parte .
Manuel Carreño afirma en su obra que no existe algo más indigno que difundir lo que se nos ha confiado , aunque no se especifique que no lo podemos contar. También no se contará secretos y disgustos de la familia, a menos que sean motivos graves, porque si no puedes reservar tu vida, tampoco las ajenas.
Juana sabe esto, ya que no cuenta lo que le confían porque luego se pierde la confianza.
En caso de que alguien opte por contar sus quejas familiares o de amigos, no es propio apoyar sus ideas. Si quieres comentar algo, serán palabras conciliadoras.
Según el manual, es propio tratar con delicadeza y generosidad a quien te ofendió y si luego regresa a disculparse, las personas de buenos modales no permiten que les den tantas explicaciones siempre y cuando el asunto no sea importancia.
Para algunas personas es difícil pedir disculpas . En el caso de Rogelio, se siente muy bien cuando alguien se disculpa porque “es un acto de humildad . Eso quiere decir que la lección está dada, que la gente reflexionó y entendió lo que ocurría”. Si piden disculpas a Juana, ella las acepta, pero ya no tiene el mismo trato después.
Aspecto general de una sala de prensa durante una conferencia en las instalaciones del IFE, septiembre de 1994. Foto de El Universal.
Otro punto de los que habla Carreño es el de la imagen , donde considera que, a menos que alguien sugiera que se siente mal o pregunte sobre su aspecto físico, no se dice nada sobre eso . Ni tampoco sobre la edad o que ya no es capaz de realizar específicas actividades.
“A quien considero mis amigas sí les hago un comentario sobre su aspecto, pero es una crítica constructiva para su bienestar y su salud ”. Cuando se trata de gente mayor, Juana comenta que, a veces, “son muy rabo verdes” y les dice que ya no están jóvenes para andar con determinadas actitudes.
No se pide prestado
objetos que son de uso diario y constante. Ni se hacen bromas, a menos que se tenga el don de que sean agradables y no ofensivas. Bromear con superiores y en conversaciones serias está prohibido, continúa el manual en otro inciso.
Si alguien cree ser buen bromista y te dice una de mal gusto, la recibirás con tolerancia sin palabras desagradables porque solo carece de fina educación. Rogelio no se considera el alma de las fiestas, pero sí bromea. Juana también ríe con sus compañeros porque los distrae del estrés del trabajo y se relajan.
En conclusión, a pesar de que el Manual de Carreño fue publicado en el siglo XIX, muchas de las reglas que propone aplican en el presente porque se basan en el respeto hacia los compañeros.
Hay límites que no deben pasarse, por sentido común y sin necesidad de tener un manual o alguien que les diga la manera correcta de comportarse en su trabajo. Si eres de los que se sienten muy chistosos y a todos ponen apodos, puede que nadie te lo diga, pero tu comportamiento fastidia.
Si te sentiste identificado con una o más de las acciones que te presentamos, aún estás a tiempo de mejorar y corregir tu actitud para crear un ambiente agradable entre tus compañeros.
El manual afirma que, entre compañeros, cuando se toque el tema de vicios, malas costumbres o deformidades naturales, se debe cerciorar que no se encuentre presente alguien que pudiera sentirse mortificado por el comentario. En la foto se observan trabajadores en una sala de monitoreo de emergencias 060 en los años 90. Fotografía de El Universal.
Fuentes
Hemeroteca EL UNIVERSAL
Carreño, Manuel. Manual de Carreño.
Entrevistas a Juana Bailón, Fidel Arriaga y Rogelio Luna.