La familia Lezama Salgado es quizá la más representativa de la tragedia de la Línea 12 del Metro. Nancy, la mayor de sus hijas (quien ahora tendría 21 años) murió ahí; su otra hija, Tania, sobrevivió, y a un año del accidente y luego de más de 10 operaciones aún no está recuperada 100%, pues le hacen falta terapias, medicamentos y una posible operación, ya que en la tragedia a Tania le destrozaron la cadera y la pelvis; aseguran que a la fecha no han recibido justicia.
Tania, quien cumple años un día antes del accidente, aún recuerda el momento del colapso y extraña en demasía a su hermana, pues eran muy unidas. Ahora tiene 16 años, no festejó los 15 a consecuencia de la pandemia.
“Todo lo tengo aún muy claro. Ese día los policías pensaron que estaba muerta, les gritaba para que me sacaran de entre todos los fallecidos y nadie me hacía caso, me aplastaron la cabeza y me estuvieron pisoteando por mucho tiempo.
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“Luego, no recuerdo gran cosa hasta que estaba en el hospital. Me enteré de que mi hermana estaba muerta casi dos meses después. Yo sabía, lo presentía, pero mis papás no me querían decir para que no me pusiera mal. Todavía cuando paso por ese lugar me acuerdo y me da tristeza, rabia e impotencia porque ahí se quedó mi hermana. Ese día mi vida cambió y ya nada va a ser igual”, cuenta y revela que no puede estar mucho tiempo parada o sentada porque le duele la cadera. Dice eso al tiempo que muestra las cicatrices que le quedaron.
No le gustan los gatos, pero extrañamente, el mismo día en que su hermana murió, apareció un felino en las inmediaciones de su casa y ahora no se le separa en ningún momento.
Los Lezama Salgado no han aceptado el acuerdo reparatorio ofrecido por las autoridades y las empresas involucradas en la tragedia.
A un año de todo lo ocurrido dicen que fue lo mejor. “Si aceptáramos ese dinero nos quedamos cortos, no alcanzaría, sólo de terapias hemos gastado más de lo que ofrecieron y aún tenemos que esperar un año para la otra operación de mi hija, son unos desgraciados porque a nosotros nos marcaron la vida, y toda la gente que sigue sin usar el Metro sigue padeciendo”, cuenta Humberto, papá de Nancy y Tania.
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Para la madre de las jóvenes, Bernarda, lo más triste es que a la fecha, ni la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum o algún funcionario de primer nivel ha tenido siquiera contacto con ellos.
“Imagina cómo nos sentimos, no han sido para decirnos cómo están, les hace falta algo o lo que esperamos: que nos digan que vamos a recibir justicia, nada. Nos abandonaron, nos dejaron a nuestra suerte y eso no es justo, no hay nadie en la cárcel, ellos siguen sus vidas, con sus hijos y nosotros qué, no les importamos para nada”, resalta.
Tania ahora luce mejor, camina, juega con el celular y está al pendiente de sus padres y el gato. Pero la verdad es que está bien, pues “de las pisadas que me dieron tengo un dolor insoportable en la cabeza, eso no se me quita con nada, mis rodillas quedaron todas chuecas, no quedé bien, pero ni modo, sé que la vida debe continuar, pero ya sin mi hermana nada es igual”.