“Después del ataque no aceptas tu cuerpo”

Hace 21 años, Elisa Xolalpa fue atacada por su pareja; hoy reclama justicia

Elisa y Ana Elena, dos rostros de la violencia ácida que corroe a México
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Elisa Xolalpa Martínez nunca imaginó que el ácido que utilizan en las chinampas de Xochimilco para la fertilización de algunas plantas sería usado por su agresor para marcarla de por vida.

Era el año 2001, noviembre para ser exactos, ella acababa de cumplir 18 cuando su pareja sentimental l a golpeó, la amarró a un poste y le arrojó ácido en el cuerpo con la intención de matarla.

A 21 años de aquel hecho, sólo pide una cosa: una sentencia justa para su agresor, quien después de atacarla se fugó 19 años y regresó para intentar matarla. Recuerda que antes de este ataque era alegre, socializaba con sus vecinos de la zona chinampera, pero esta tragedia la cambió por completo.

Fue un giro de 180 grados, dice, porque cuando salió del hospital llegó a su pueblo de origen, San Luis Tlaxialtemalco, y fue señalada por sus vecinos: probablemente había hecho algo para que él reaccionara de esa manera.

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“Estuve mucho tiempo aislada, no quería salir, muchas veces decía ‘por qué tuve que seguir viviendo’… pasan muchas cosas porque después del ataque no aceptas tu piel, tu cuerpo”, comenta.

Elisa dice que a los 18 años no dimensionaba lo que había ocurrido y en algún momento creyó que las cicatrices iban a desaparecer, que su piel se iba a regenerar e iba a volver a la normalidad. Pero conforme pasó el tiempo, y luego de los tratamientos recibidos, pudo dimensionar lo ocurrido.

Ese día, cuando fue atacada con ácido y se vio semidesnuda, empezó a correr, él iba atrás de ella diciéndole que aventaría su cuerpo al canal y “que nadie me iba a volver a encontrar”.

Por increíble que parezca, la familia que la auxilió la llevó a la casa de los papás del agresor, pero “por fortuna” nadie salió y fue en ese momento cuando los vecinos la ayudaron y comenzó su peregrinar por los hospitales.

Elisa Xolalpa cuenta que estuvo cuatro meses hospitalizada ; durante ese tiempo fue sometida a varias cirugías de injerto de piel, pues el ácido le quemó parte del rostro, brazos, espalda y una parte del pecho.

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Después de tres años y de estar más tranquila emocionalmente, dice que indaga qué pasó con la carpeta de investigación que su mamá levantó ante la fiscalía de Álvaro Obregón. Sólo encontró trabas y nunca su denuncia, por lo que optó por desistir.

La mujer chinampera nunca se imaginó que 19 años después del ataque su agresor iba a regresar, pero lo hizo, volvió para golpearla e intentar matarla.

La fiscalía capitalina levantó una denuncia por violencia familiar, este sujeto fue a juicio, encontrado culpable y sentenciado. Sin embargo, el juez Adolfo Rodríguez Campuzano le impuso cinco años de cárcel, pero con el beneficio de llevar su proceso en libertad si paga 30 mil pesos de fianza, aun conociendo los antecedentes de violencia.

Elisa Xolalpa señala que ha tenido reuniones con la fiscal Ernestina Godoy. “Le he hecho hincapié en que si bien ellos en ese momento no eran autoridad, ahora sí y está en ellos dejar una sentencia justa y pelear junto a mí para que el delito no prescriba y yo pueda tener la justicia que el Estado me debe, porque todo este tiempo me han revictimizado, ha sido un andar por la justicia muy doloroso, tortuoso y la fiscalía sigue sin reconocer que la carpeta está extraviada”, enfatiza.

La lucha será, afirma, hasta llegar a una sentencia justa para su agresor. “El delito por el que debería estar siendo juzgado es tentativa de feminicidio”.

“La forma en la que me veo al espejo cambió”

Ana Elena Saldaña fue agredida por 2 personas; indagan al autor intelectual

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Ana Elena Saldaña Aguilar fue atacada con ácido por una supuesta vendedora de gelatinas y postres al llegar a su casa, en calles de la alcaldía Iztacalco , hace cuatro años.

Recuerda que ese día la mujer y otro hombre se le acercaron. La supuesta vendedora llevaba dos contenedores en una bolsa de plástico y le ofreció sus productos, Ana se negó, pero la mujer insistió, de pronto se le acercó y le roció el ácido.

“Al momento en que abro la puerta de mi casa para ingresar, sale mi perrita Mila, una Golden Retriever, y ataca a la mujer y eso hace que dé como cinco pasos hacia atrás, al ver que la estaba atacando le hablo a mi perrita para que ingresara al domicilio, cuando giro veo a la mujer que hace un movimiento de abajo hacia a arriba y me lanza este líquido del lado derecho de todo mi cuerpo”, relata.

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Ana pensó que se trataba de la gelatina que no quiso comprar, pero le tomó segundos darse cuenta que lo que le arrojaron le estaba quemando profundamente la piel.

Cuenta que la vista se le nubló y las llaves de su casa, que tenía en su mano comenzaron a derretirse, fue cuando se percató de que le habían arrojado ácido.

Con el paso de los meses, Ana se dio cuenta que el hombre que acompañaba a la supuesta vendedora era un conocido, estas dos personas fueron los autores materiales de su ataque, pero también hubo un autor intelectual.

“Desde el primer momento sospeché quién podría ser ese autor intelectual, pero seguimos en investigaciones y por el sigilo no puedo hablar mucho de eso”, dice.

Ana Elena comenta que tras el ataque sus familiares y vecinos llamaron a una ambulancia, la cual nunca llegó. Una patrulla se acercó a su domicilio, pero los oficiales se negaron a escoltarla hasta el hospital, por lo que llegó por sus propios medios.

Ahí le informaron que tenía quemaduras de tercer grado en la cara, cuello, pecho, brazo y pierna derecha. Además, el ácido atravesó varias capas de la cabeza y estuvo a punto de llegar al cerebro.

La primera vez que se vio en un espejo tras el ataque no se pudo reconocer. “No era yo, no me pude reconocer, pero si algo me ha caracterizado en todo este tiempo es que siempre me mantuve mentalmente muy fuerte, mi miedo no eran mis cicatrices, mi preocupación era mi ojo”.

La recuperación de Ana Elena fue muy complicada, fue sometida a 12 cirugías reconstructivas y tuvo varios injertos de piel en los brazos y cara. También le operaron el ojo para preservar el músculo por una cuestión estética, pues la funcionalidad se perdió.

Acepta que estos tratamientos y las cirugías son impagables, por lo que su familia tuvo que pedir ayuda y fue en ese momento cuando su caso se viralizó.

Este ataque le cambió la vida a Ana Elena, quien estaba a punto de terminar la carrera de Administración de Empresas. Tuvo que dejar de estudiar y trabajar, e incluso salió del país cuatro años por cuestiones de seguridad.

“Todas mis prioridades cambiaron, todos mis planes también cambiaron, incluso la forma en que me veo al espejo cambió… aunque ahora soy una mujer más fuerte y resistente”, enfatiza.

Esta es la primera vez que Ana regresa al país tras su ataque y lo hizo para exigir justicia. “No estoy solicitando ni apoyos médicos ni sicológicos, ni que me pongan seguridad, lo único que quiero es justicia, que hagan lo que les toca porque yo ya hice mi parte que fue sobrevivir”, concluye.

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