Dos horas y media sin servicio por un cortocircuito en la Línea Azul del Metro fue suficiente para que miles de capitalinos —poco más de 40 mil, según reportes oficiales—, entendieran la necesidad de que ese medio de transporte “nos cobre lo que sea, pero que funcione bien, que dé buen servicio, que no se caiga, y sobre todo, que no nos eche a perder el día, es lunes y ve, todo se complica”, comentó Natalia mientras, entre empujones, buscaba un lugar en el camión de apoyo que salía de la estación Ermita.
Y explicó que lleva más de un año batallando para llegar desde la alcaldía Tláhuac, donde vive, a la colonia Del Valle, donde trabaja.
“Primero fue lo de la Línea Dorada y ahora esto, no puede ser. Creo que todos debemos entender que con cinco pesos, no se puede hacer nada, ya hay que pagar más, pero exigir un servicio decente”, dijo.
La molestia de los usuarios era evidente. Si bien camiones de la RTP, e incluso patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) ayudaban a trasladar a los usuarios, no fue suficiente.
“No hay nada como el Metro. De él dependemos millones de personas, y ni modo, ahora nos toca padecer”, comentó Ramiro, quien optó por tomar un taxi de Tasqueña a San Antonio, lo que mermará su presupuesto de la semana.
Otros, en su desesperación y sin mucho dinero, decidieron tomar a manera de colectivo un taxi.
Incluso, algunos automovilistas se solidarizaron con los afectados. Manuel se enteró de la noticia y ofreció su carro hasta la estación San Antonio Abad: “Voy solo, y creo les puede servir el aventón. Ya sabes, hoy por ti, mañana por mí, dicen por ahí”.
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