Acudir a recibir ceniza es comenzar a redimirse del arrepentimiento, la pena, mantenerse en ayuno y abstinencia para preparar el espíritu ante la Semana Santa.
Recibir la ceniza de los ramos e imágenes de santos que se incineran previo al miércoles que da inicio a la Cuaresma, es también, para los católicos, sentir paz consigo mismos.
Los dedos delicados de los acólitos y ministros religiosos intentan dejar la cruz marcada sobre la frente de las personas que ingresan a la Parroquia de San Juan Bautista en el centro de Coyoacán. Son cientos de creyentes que se forman para recibir ceniza a la entrada, no sólo en esta demarcación, sino en todo el país.
La misa empieza a las 12:00 horas en punto, la Parroquia de San Juan Bautista está llena, afuera la gente y los turistas deambulan por aquí y por allá.
María Dolores Boy Galindo, ministra extraordinaria de la comunión de la Parroquia de San Juan, explica que este día da el inicio a la Cuaresma y es un precepto en donde se tiene que escuchar misa de forma obligatoria, y la ceniza es una señal de que se iniciará un tiempo de preparación.
Y es que la Iglesia indica que el ayuno es obligatorio este miércoles y el Viernes Santo, mientras que la abstinencia es toda la Cuaresma. La ceniza en la frente es la señal de que Cristo murió en la cruz por la gente.
“Este símbolo nos recuerda que Jesús murió en la cruz por nosotros, las cenizas están formadas por todas las palmas de la Semana Santa anterior y también de imágenes que están dañadas. Los padres las queman, se produce la ceniza y después la bendicen. Días antes los padres la preparan, se tiene que consumir totalmente”, detalla.
María Dolores comenta que este Miércoles de Ceniza vio más gente arribando a la parroquia que en años anteriores.
Por su parte, Fernando Alobera Becerril, ministro de la eucaristía, señala que en Coyoacán hay misioneros, es decir, 500 personas que se preparan con cursos y capacitaciones para visitar regiones pobres laicas y llevar despensas, dulces, con el objetivo de revivir la pasión de Cristo.
“Se aprende a vivir la forma espiritual con una riqueza, ser ricos con la palabra del señor”, afirma Fernando.
Pasadas las 12:30 horas, el sacerdote finaliza la misa leyendo los nombres de varias personas a las que sus familiares le dedicaron oración, luego pide a los asistentes que se den la paz con un apretón de manos, un beso en la mejilla, un abrazo.
La gente sale poco a poco, en su mayoría personas de la tercera edad, otros se acomodan para el inicio de la segunda misa y algunos más se pierden entre las actividades del centro de Coyoacán.
Preservar la fe, no sólo en Miércoles de Ceniza sino todo el año, es a lo que aspiran quienes acuden a la Catedral en Toluca.
La señora Marianela Pilar Esquivel asegura que acudir a recibir la ceniza es la oportunidad de cambiar lo malo que hayan hecho en días pasados y convertirse en mejores personas.
“Pedir a Dios que nos ayude a mejorar, agradecer sobre todo que las personas hemos librado la pandemia”, comenta.
También reconoce que seguir la tradición de no comer carne y pollo será un poco difícil, pues algunos productos han elevado sus costos y pese a la intención de seguir los lineamientos que marca la fe, en algunos casos se dificulta cumplir con ellos.
Teresa Escobar Escalona opina que no solamente se trata de una tradición, sino de preservar la fe en Jesucristo, en su muerte y resurrección, “es creer en la salvación para que un día estemos junto a él”.
Lamenta que la distracción, a través de las plataformas digitales, los celulares y otros aparatos han impactado en las nuevas generaciones quienes han perdido la fe. “Además los papás no nos interesamos en compartir con ellos la fe, entonces se va perdiendo”, señala.
“Es hermoso poder regresar de manera presencial a las iglesias y los templos para poder demostrar nuestra fe viva, recibirnos y vernos como hermanos, por eso celebro que este miércoles haya una importante afluencia de familias a la Catedral”, expresa Teresa Escobar.
En la catedral mexiquense se complica el acceso para las personas con discapacidad, sobre todo aquellos que asistieron con silla de rueda, bastón o andadera, pero ello no impide cumplir con su fe y recibir la ceniza.
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