Cuautiltán, Méx.— Niña que lucha es el nombre que la muralista Selva dio a la obra que plasmó en un muro de una fábrica, el cual además define las adversidades a las que se enfrenta la artista, que no son sólo la inseguridad, el sol y los recursos para financiar sus murales, sino además las extorsiones de policías que frecuentemente amenazan con arrestarla y la han extorsionado para no detenerla.
Lizbeth Hernández Orozco, quien firma bajo el seudónimo de Selva, es una joven de 24 años, estudiante de Sociología de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) campus Zumpango.
“Estudié pintura en una casa de cultura de Huehuetoca, porque me gusta dibujar y pintar”, relató Selva, quien incluso trabajó por temporadas en comisiones pintando muros en el Colectivo Tomate y en la venta de playeras para financiar sus obras.
Así ha logrado crear 25 murales en municipios como Huehuetoca, donde vive, en Zumpango, Teoloyucan y este de Cuautitlán, además de Querétaro y Guanajuato.
Si el trabajo para un muralista es difícil, para una mujer es más, porque la mayoría de los días trabaja sola, en zonas inseguras, entre el acoso de sujetos y especialmente de policías.
Tal como sucedió en Cuautitlán el pasado mes de febrero, cuando pintaba su mural Niña que lucha: “Llegó un patrullero de la policía municipal, quien me pidió mi permiso, le expliqué que el dueño del muro me autorizó plasmar mi obra, pero el guardia argumentó que debía tener un permiso del ayuntamiento o me iba a detener.
“Amenazó con detenerme y que el arresto por pintar en los muros era de 36 horas”, relató con impotencia. En el momento de la extorsión otra joven artista la apoyaba a fondear el muro, por lo que las dos serían detenidas.
Fue entonces cuando la otra joven logró reunir 2 mil pesos para evitar que no las detuvieran, contó; sólo pudieron tomar una foto del policía y su patrulla.
Al hablar del mural Niña que lucha, Selva afirmó que eligió el muro de una fábrica que está justo a la salida del Tren Suburbano en Cuautitlán, frente al biciestacionamiento, “porque quería que mucha gente lo viera y supiera que en esta región del Estado de México “también hay lucha feminista”, resalta.
Abril, una niña cantante de 12 años fue la inspiración para este mural de tres metros de alto por 2.5 metros de ancho, creado con 8 litros de acrílicos y pinturas, en el que Selva invirtió mil 500 pesos, más 800 pesos en pasajes y comidas, durante los cuatro días que le llevó hacerlo en la aparente facilidad que da el talento.
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