El cuarto de vapor turco general está seco y frío. Los mosaicos tipo talavera de las paredes blancas y azules muestran manchas de moho y sarro. Huele a humedad. El aroma a eucalipto está ausente, así como los cuerpos de hombres desnudos.
“Ya ni la chingan. Esto es lo que nos da vida. Es esencial para nuestra salud”, dice don José. Desde marzo del 2020 espera que abran los baños Marina para darse un vaporazo y un masaje recio, que le ayude a aliviar sus dolencias.
De sus 57 años de edad, don José lleva unos 30 asistiendo al mítico edificio con bloques de tragaluces de Lago Hurón, que alberga los populares baños en el barrio de Tacuba , en la alcaldía Miguel Hidalgo.
Fundados en 1947, los baños ahora están cerrados por la pandemia de Covid-19 y no por la constante falta de agua en la Ciudad de México.
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Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
Ante el llamado “Abrimos o morimos” de los restauranteros, los baños públicos también quieren abrir. Son alrededor de 80 entre la capital y el Estado de México.
Don José, por curiosidad, se dio una vuelta a ver si los baños ya estaban abiertos. Siempre carga en la cajuela de su taxi una bolsa de plástico con un par de chanclas, un jabón, una esponja, un rastrillo, un peine, una crema Nivea y un zacate de ixtle, porque dice, talla más duro. Pero esta vez se quedó con las ganas de relajarse, máximo dos horas porque, dice, se le sube la presión.
“Prohibida la entrada a parejas menores de edad”, alcanza a leer don José en letras rojas grandes desde la entrada. Dentro hay una báscula antigua que funciona con monedas, un altar a la Virgen de Guadalupe y la pizarra con los horarios de servicio: de lunes a sábado, de 6:00 am a 8:30 pm, y domingos de 6:00 am a 4:30 pm.
Cuando lleguen a abrir, los precios están en la recepción.
-Turco general- $50
-Turco especial-$55
-Vapor general-$50
-Vapor individual-$50
-Regaderas-$45
-Niños**$30
Don José extraña que las manos de otro hombre apretujen su cuerpo enjabonado panza arriba. Le hace falta una desmugrada , de pies a cabeza, para quedar “como nuevo, bien limpiecito”.
-“Es que después de todo el día estar sentado, necesito un masaje de espalda”.
El agua dejó de fluir en las coladeras. Tampoco se escuchan carcajadas, chistes, albures ni cotorreo de caballeros, que en cueros o con una sábana casi transparente atada a la cintura acostumbraban mostrarse sin pudor en el cuarto caliente. Han dejado de sudar y de eliminar toxinas.
En el vapor general hay asientos individuales para seis personas, más los que quepan parados o tirados en el piso. Los hombres encuerados dejaron de desfilar.
“Cuida el agua, no la tires”, advierte un letrero. “Queda estrictamente prohibido lavar ropa”, indica otro.
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Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
“Es triste ver así los baños”, dice Luis Manuel Adán, administrador de los baños Marina. Tenía la esperanza de abrirlos el 22 de junio, cuando se anunció el cambio de semáforo epidemiológico rojo a naranja.
“Ha sido muy duro, bastante fuerte. Se tuvo que seguir pagando Seguro Social , luz, agua, teléfono. Muy difícil”.
Cuenta que había 25 empleados y a algunos, incluidos los masajistas, se les apoyó con despensa “mientras se pudo”. El teléfono no deja de sonar. Los clientes quieren saber cuándo es la reapertura.
En redes sociales, hombres preguntan por la apertura, para tener un encuentro sexual . Los Rocío de Tlalpan, a los que asistía Carlos Monsivaís , los Finisterre, los Señorial, los Catalina, los Regios, los Granada y otros sufren por el coronavirus, aunque algunos sacaron un amparo para abrir sus instalaciones incluso en alerta por pandemia.
La crisis también es para los proveedores de productos de limpieza, para los que surten los champú, sandalias, jabones y productos de higiene personal, así como para los que llevan el diésel para que funcionen las calderas. Para los del mercado, que venden fruta y verdura para los jugos y licuados.
Ya no se cumple con el ritual del vapor. No es que no tengan regadera en casa, asisten por la tradición .
En los vestidores de madera de los baños Marina no hay mezcla de olores. Desapareció la colonia flor de naranja de Sanborns, la loción Brut y el talco para bebé. No huela a joven ni a maduro.
Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
Durante la contingencia, al lugar sólo entran trabajadores a hacer limpieza y dar mantenimiento a la caldera y a la lavandería. Todos usan cubrebocas y se aplican gel antibacterial. Deben mantener la higiene, seguridad y confianza para cuando vuelvan a abrir.
“Venían familias, hombres solos. La mayoría son gente que va al trabajo en las mañanas. Gente con sus papás que iban a la escuela”, recuerda Manuel Aguilar, encargado del área de jacuzzis, turco especial y regaderas individuales.
En los Marina no hay a quien llevarle un tehuacán preparado, el que pide su agua de alfalfa o el que grita ¡toallaaa! Faltan las botellitas de ron para los chingueres con Coca Cola que sirven de hidratación para los crudos y revivir desvelados.
En el lugar, don José encontró “una hermandad”. De frente y de espaldas conoce las carnes de sus vecinos, de los musculosos, de los choferes de microbuses, cacharpos y checadores del paradero del Metro Tacuba. También ubica a los comerciantes de la zona, a uno que otro luchador que sale en la tele, oficinistas, chacales, exhibicionistas y voyeuristas.
Tampoco faltan los que vienen de Polanco , los del sur y los de la Pensil . Luis Manuel Adán refiere que hay clientes que llegan en su auto de lujo BMW porque el vapor “no distingue clases”.
Juan Jiménez refiere que como encargado del área de lavandería, lavó toallas y sábanas para que no se ensuciaran ni maltrataran, además que le dio mantenimiento a los máquinas de lavado.
“Mucha gente vino a preguntar cuándo abríamos. Yo siento que sí se van a recuperar estos baños”, confía.
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Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
En los vapores de CDMX no hay bruma, ni miradas ni complicidades. Por el coronavirus ahora no se rozan las pieles. Los empleados han buscado trabajos momentáneos.
Falta de agua, un problema en Iztapalapa
Así como en los Marina, por el coronavirus también desaparecieron los cientos de asistentes diarios de los baños Escorial , ubicados en la colonia Granjas Esmeralda, en la alcaldía Iztapalapa .
Oswaldo, encargado del área de vapor individual de los Escorial, cuenta cómo “el gremio de los olvidados” ha enfrentado la pandemia, además de la falta de agua en la alcaldía más poblada de la Ciudad de México.
“Alrededor de todo esto ha habido muchos cortes de agua, que es cuando mucha gente, a lugares como estos es cuando más acude, por la necesidad. Un sin fin de gente no se ha podido dar un baño, tanto para ellos, como para salir a trabajar”, cuenta quien llevaba 18 años laborando en el lugar.
Refiere que a casi un año de estar cerrados, no ha habido acercamiento de las autoridades de la Ciudad de México ni de la alcaldía Iztapalapa. De 15 trabajadores, sólo el vigilante es quien se encarga “más o menos” de las instalaciones, pues “no se le ha dado mantenimiento a nada”.
Aunque algunos baños de vapor desafiaron a las autoridades a escondidas, con amparos y con protocolos sanitarios, para Oswaldo, los Escorial esperan a las autoridades “aunque desafortunadamente ya va a ser un año”.
“Es un ambiente familiar, esto es como algo muy relajante, como una tradición prácticamente (...) A la mayoría de la gente le gustaría que este servicio estuviera abierto, es algo que para ellos mismos es una costumbre”, refiere y señala que están dispuestos a adaptarse a todos los protocolos para abrir.
Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
Baños en venta
En 1977 abrieron los baños Satélite, en la alcaldía Azcapotzalco, pero ahora por la contingencia sanitaria, la propiedad está en venta.
José cuenta que en 1986 entró a trabajar a los Satélite, pero en junio del año pasado lo dieron de baja del IMSS, junto a otros siete compañeros, entre ellos masajistas.
“Cuando empezó la pandemia nos empezaron dando algo de dinero, pero pensábamos que íbamos a abrir tres meses y ya después se fue alargando y se fue complicando la situación”, refiere José, quien era el encargado del vapor general que cerró el 22 de marzo y que hasta ahora desconoce si ha habido acercamiento con autoridades de la alcaldía.
A sus 56 años de edad y por seguridad de no contagiarse él ni su familia, José decidió resguardarse en su hogar, mientras recibe el apoyo de su esposa e hija. “¿Quién le va a dar trabajo a uno con esa edad?”, cuestiona.
“Mientras nos den permiso de abrir, vamos a abrir (...) el vapor es como ir a un balneario, ir a un spa, viene y me tocan de que les dé yo chance de un vaporazo, que cuándo vamos a abrir, que ya lo extrañan.
“Es por la tradición y a lo mejor algunas veces por escasez de agua, pero casi más por tradición ”, declara José Orta, quien llegaba a atender alrededor de 40 clientes al día, sólo en el vapor general.
“Yo pienso que vamos a abrir con las medidas necesarias, porque ya las tenemos, pero necesitamos el visto bueno o el sí para abrir”, agrega.
Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
Baños de Vapor, en un punto de quiebre inminente
La Cámara Nacional de la Industria de Baños y Balnearios ( Canaibal ), a través de redes sociales y ausente con sus agremiados, indicó que desde el 15 de marzo se les notificó que no podrían dar servicio y que los enviaron a “la última categoría de apertura, para cuando el semáforo esté en verde”.
“Hoy resulta que tanto baños como gimnasios somos un principal foco de fuente de infección, cuando por lo único que nos preocupábamos es por el bienestar de los clientes.
“Creemos que no se han puesto a pensar que de seguir así, muchos negocios de este ramo vamos a desaparecer y por ende millones de trabajos se perderán, lo cual se resume en mayor desempleo en el país”, expresó la Canaibal.
Agregó que negocios de este giro siguen pagando rentas, además que en algunos casos utilizan calderas, por lo que el gasto de combustible ha seguido ya que sus equipos no pueden mantenerse apagados.
“Seguimos pagando el Seguro Social de nuestros trabajadores, hasta donde hemos podido les hemos seguido dando un sueldo. Han seguido corriendo gastos como luz y agua, ya que como no pueden entrar a tomar lecturas, nos han seguido cobrando sobre un histórico.
“Les pedimos replantear esta situación a la brevedad ya que la mayoría de los Baños de vapor de la CDMX estamos en un punto crítico de quiebre inminente”, refirió el grupo de baños y balnearios.
La Canaibal apuntó que cuentan con un plan de trabajo con todas las normas y protocolos de seguridad para proteger la salud de trabajadores y clientes.
“Con todo lo de la pandemia hay que ir esperando cómo nos va. Poco a poco. Estamos en una zona de mucho comercio, de comerciantes ambulantes, y eso es parte
de los clientes”, refiere el dueño de los baños Marina.
“Que nos dejen trabajar, cumpliendo con lo que tenemos que cumplir y de a poquito, porque no hay dinero, no hay entradas y la gente lo que guarda es para comer, las cosas principales. Estamos preparados”, señala.
Foto: Eduardo Dina / EL UNIVERSAL
ed