Luego de separarse de su esposo, Brianda Martínez tuvo que hacerse cargo de sus dos hijos y halló soporte en las filas de la policía adscrita al municipio de Naucalpan.

A la vecina de la colonia El Castillo, en este municipio del Estado de México, el apuro económico la llevó a probar suerte en la Academia de Policía, de la cual se graduó el pasado jueves con uno de los mejores promedios de su generación.

Para ella no sólo cambió la manera de vivir su vida diaria, sino también la forma de ver y entender cómo funcionan los cuerpos de seguridad del país. Aprendió a sobrellevar la adversidad.

“Siento que era muy débil como persona, y decidí entrar para forjar carácter, para ser más fuerte. El cambio es muy drástico y fue muy difícil, pero di lo mejor de mí, tuve siempre el apoyo de mi familia y ahora puedo portar este uniforme con orgullo”, comentó Brianda, de 25 años.

Forjar una carrera a partir de la disciplina y la perseverancia y también de las necesidades personales, son algunos de los motivos que impulsaron a los 81 egresados de la segunda generación de la Academia de Policía de Naucalpan. La mayoría proviene de colonias populares y sus edades oscilan entre 20 y 30 años.

Para Maricela Aguilar, de 26 años, el contraste entre el entrenamiento policial y la labor diaria la impulsa a continuar con su trabajo, pese a la reticencia de su familia que se opuso a que formara parte de la policía.

“Me motivaron sobre todo mis hijos y salir de la rutina en la que estaba. Mi familia no quería que me metiera a la policía. Me decían que me iba a pasar algo, que buscara otro trabajo.

“La experiencia es muy distinta a lo que yo creía que era la policía. La gente los tacha de lo peor, cuando no saben la realidad que ellos viven, o lo que deben pasar para estar ahí. Yo tenía esa idea antes, pero no es lo mismo a cuando tú lo vives y te enfrentas a lo que ellos se enfrentan”.

Los egresados formarán parte de los nuevos cuadros de la Dirección General de Seguridad Ciudadana y Tránsito Municipal. Entrenaron durante seis meses en acondicionamiento físico, táctica policíaca, conducción de vehículos y uso de armamento.

La segunda generación contó en principio con 125 cadetes, de los cuales se graduaron 81, 35 mujeres y 46 hombres.

Luis Daniel Hernández, de la colonia San Antonio Zomeyucan, fue el mejor promedio de su generación: obtuvo 10.

“Siempre me ha gustado el servicio de la Policía. Me gusta todo lo que tiene que ver con la defensa de la ciudadanía. Lo más difícil para todos los que venimos de la vida civil es disciplinarte y mantener una formación adecuada.

“No estamos acostumbrados a esa disciplina, y hay que mantener un ritmo de vida muy distinto”, comentó.

Además del adiestramiento técnico, los cadetes recibieron cursos de ética policial, con el objetivo de mejorar el servicio público en el municipio, gobernado actualmente por la alcaldesa Patricia Durán Reveles.

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