Los destrozos y pintas que realizaron grupos de anarquistas en algunos edificios del Centro Histórico durante la marcha del lunes fueron reparados durante varias horas por trabajadores del Gobierno capitalino y privados.

Javier, encargado del mantenimiento del edificio París, ubicado en la calle de 5 de Mayo, pasa más de tres horas limpiando las pintas que los anarquistas hacen en cada marcha en el primer cuadro de la capital del país.

Con las manos blancas por el solvente comentó que parece que “sus derechos [de los encapuchados] están por encima de los nuestros”, pues ellos son los que tienen que reparar lo que destruyen en cada movilización, y recriminó: “Parece que trabajamos para ellos”.

El uso del thinner le deja las manos quemadas, luego de tantas pasadas que tiene que hacer para retirar la pintura en aerosol de la cantera del edificio París.

“Cada marcha es lo mismo, es una bronquísima. Es mi trabajo y lo tengo que hacer. Te quema las manos y estar oliendo los solventes sí te pega, cómo no. Al final tienen derecho, pero que no abusen, cada vez están más pesados. Y nadie les dice nada, ayer [el lunes] la policía los iba cuidando”, expresó.

Javier acusó de robo y no saqueo lo que manifestantes encapuchados hicieron en la tienda Adidas, metros adelante de donde él trataba de “sacar” las pintas.

Estos fueron algunos de los trabajos que esta casa editorial observó en un recorrido realizado.

El lunes, cuando terminó la movilización de encapuchados, trabajadores de limpieza del Gobierno capitalino comenzaron a arreglar lo que habían destruido.

Las primeras horas del martes, los empleados continuaban en algunas zonas de la calle 5 de Mayo, en donde se registró el punto más álgido de la marcha por el abuso policial y la agresión contra Melanie, una joven de 16 años, y por lo que dos policías están en prisión.

De acuerdo con reportes de la policía capitalina, realizados por los efectivos apostados en dicha calle, de 7:00 a 10:00 horas continuaron los trabajos de limpieza.

Metros atrás, sobre avenida Juárez, la labor por parte de los empleados había concluido; sólo barrían las ramas y hojas, producto de las fuertes lluvias que azotaron la capital la noche del lunes.

Las tiendas de conveniencia robadas, sobre la misma vialidad, permanecían cerradas y con trabajadores al interior para comenzar las reparaciones de los anaqueles, vidrios y el balance de lo hurtado.

Así estuvo el primer cuadro de la Ciudad luego de la marcha anarquista, en medio de la contingencia sanitaria y los trabajos para dejar el patrimonio lo más limpio.

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