Empleados del recinto de Donceles aseguran que son el sustento del quehacer legislativo, pues los diputados, directores, asesores “van de paso”, pero ellos se quedan. A lo largo de más de dos décadas de servicio han acumulado experiencias, algunas incluso paranormales, las cuales recuerdan con nostalgia y orgullo
“Somos los protectores del Congreso”
Entre risas, Joaquín Morales acepta que primero no quería trabajar en esto, pues le iba mejor en otras actividades, pero lo convencieron y aceptó laborar 24 horas y descansar 48, que es el rol que tiene el personal de resguardo del Congreso, donde lleva 28 años.
Señala que la percepción hacia los elementos de seguridad ha mejorado. “Un tiempo nos veían como despreciados, como que intendencia y resguardo era lo más bajo”.
Asegura que es complicado trabajar a las afueras del recinto de Donceles y Allende cuando hay protestas, pues las personas se ponen violentas, les avientan cosas y hasta han lesionado a sus compañeros: “Nos dan de patadas en las espinillas, nos han agarrado de la corbata, nos avientan botellas de agua llenas y nos han noqueado”.
También ha tenido experiencias paranormales, en un recorrido por el recinto, cerca de las 02:00 horas sintió un escalofrío, luego sólo vio una sombra que corría.
“Los medios son como mi familia”
María del Refugio Heredia, Cuquita, como todos la conocen, recuerda que empezó en labores de intendencia en la Comisión de Gobierno y luego llegó al área de Comunicación Social del Congreso, donde actualmente atiende la cafetería de la sala de prensa.
“Llegué aquí cuando mi esposo tenía nueve días de fallecido, tuve que salir a buscar trabajo para darle de comer a mis hijos porque me quedaron chiquitos, tengo cinco hijos y tenía que buscar el sostén de mi familia”, cuenta.
Comenta que le gusta atender a los reporteros: “Los medios son como mi familia: los medios me apapachan, yo los apapacho, es mutuo el cariño de tantos años”.
Uno de los episodios que recuerda es de 1997, cuando vio a un niño jugando con una pelota en el área de fotocopiado. Se llevó una gran sorpresa al descubrir que nadie llevaba pequeños ese día: “Hasta donde sé, ese infante se aparece por ahí, varios lo han visto”.
“Hay una calidez de varios diputados”
Griselda Chairez recuerda que pasó frente al recinto y vio que solicitaban secretaria. Hizo su examen y desde el 1 de agosto de 1990 se presentó a trabajar.
Puntualiza que desgraciadamente ha venido a menos la evolución del Congreso, aunque asegura que significa un orgullo trabajar en el Legislativo, “porque el sueldo y las prestaciones en ningún lado se dan como aquí, aunque ya les pegó la austeridad de la 4T, pues no hay nada: no hay tóner, no hay papel, plumas ni nada de papelería, tampoco hay fotocopiadora”.
Precisa que su familia la apoya a pesar de que a veces los trabajos son muy arduos, empieza temprano y terminan tarde, “pero afortunadamente hemos sabido sobrellevar esos temas”.
Recalca que se siente orgullosa de trabajar en el Congreso porque “es una institución donde se vienen a hacer leyes, pero, sobre todo, por esa calidez de algunos diputados, de la gente que te trata bien”.
“Quieras o no, deben andar boleaditos”
E l Palmeritas es el bolero quien desde hace 17 años saca brillo a los zapatos de diputados, trabajadores y visitantes del órgano legislativo. René Pacheco recuerda que su papá El Palmeras —originario de Oaxaca y quien le enseñó el oficio— le dijo que en el Congreso “salía para el pan”.
“Hemos conocido de todo tipo de diputados: hay quienes se van tres años, regresan. (...) Aquí es un área donde la mayoría debe de andar bien prestable, boleadito”
Destaca que, aunque no es propiamente trabajador dentro del Congreso, su actividad es importante porque es la presentación de los diputados y del mismo personal que trabaja ahí, “porque, quieras o no, aquí es un área donde la mayoría debe andar bien presentable, boleadito, es la presentación de una persona”.
Precisa que ha encontrado en el Congreso un buen lugar para trabajar. “Por honorarios es poco el sueldo, no hay nada mejor que tener una base aquí en el Congreso”.
“Los diputados van de paso, nosotros no”
Magdaleno Salazar lleva 34 años trabajando en el Congreso. Una experiencia, dice, fue que le tocó el último de los colegios electorales cuando se peleaban los triunfos los diputados de aquel entonces.
“Venían a pelear sus triunfos con las pruebas necesarias que eran sus boletas electorales, tengo esa experiencia presente, porque era donde los 66 representantes tenían un compromiso profundo con la ciudadanía que los eligió”.
Acepta, con tristeza, que este compromiso ha venido de más a menos, pues en aquel entonces se subían a la tribuna con datos y cifras, con un debate de altura.
Asegura que hay buena camaradería entre todos los trabajadores, pues saben que la materia del trabajo son ellos, quienes hacen la labor legislativa en las bancadas.
“Ellos van de paso, pero los compañeros de base estamos dando la cara siempre y sacando adelante los trabajos. Los trabajadores son la base del Congreso. Somos los que damos seguimiento a sus iniciativas, propuestas, estamos al pendiente y atrás del diputado para apoyarlo en sus trabajos legislativos y demandas ciudadanas”.