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Con un pastel de cumpleaños, Jorge reunió en casa a sus seis hijos. No era el festejo por el aniversario número siete de Fernanda y Emiliano por el que decidió unirlos, fue sólo un engaño para separarlos de su madre, apuñalarlos, incinerarlos y asesinarlos. El hombre pudo matar sólo a uno de ellos.
No lo logró porque los gritos y el fuego alertaron a los vecinos de la colonia Ampliación Asturias, en la alcaldía de Cuauhtémoc.
Eran las 6:00 de la tarde del martes cuando los habitantes de la calle Oriente 67 escucharon al hombre gritarle a sus hijos. Nadie impidió que la agresión creciera. Y es que ahí, en la vecindad número 2831, las peleas, golpes y gritos eran problema de todos los días, pero, al anochecer, los vecinos se alertaron. Uno de los niños gritaba por ayuda porque su padre los hería con un cuchillo.
Y sí, Jorge así lo planeó desde el sábado pasado. Aquella tarde engañó a sus hijos y a Angélica, su exesposa. A los pequeños los invitó a casa a festejar el cumpleaños de Fernanda y Emiliano, mientras que a su exmujer le pidió llevar a los tres niños menores que tras la separación quedaron al cuidado de la mujer. El festejo no llegó.
La invitación fue el gancho para que el hombre lograra retener a sus seis hijos. Esa tarde, la única que pudo salir de ahí fue Angélica. Él obligó a los niños a quedarse en casa y esperó el momento para atacarlos. Tres días pasaron para que, en la vecindad en la que vivían tres familias, no hubiera nadie. Así, Jorge pudo cerrar las puertas con candado e intentar la masacre.
Uno a uno, el filicida fue hiriendo a sus hijos con un cuchillo. Al verlos sangrando, regó por la vivienda gasolina y le prendió fuego. Aunque estaban heridos y atrapados en las llamas, los pequeños lograron asomarse por dos ventanas para pedir auxilio. Eran los gritos de Fátima, adolescente de 17 años, los que más se escucharon. Para callarla, el hombre aventó a su hija por la ventana del segundo piso. Al notar que por los gritos los vecinos se reunían afuera de la casa y que golpeaban la puerta para derribarla, el agresor subió a la azotea y se hirió con un cuchillo. Fueron los balazos al aire de los policías que llegaron al lugar, lo que obligó al hombre a saltar de la azotea.
Él y los seis niños fueron trasladados al hospital. Ahí, la adolescente murió.
Ante los agentes ministeriales, Angélica contó que las agresiones comenzaron desde hace 15 años, cuando sus hijos más grandes aún eran bebés. Y aunque sus vecinos le aconsejaban no tener más hijos, el hombre la obligaba a procrear.
Las constantes agresiones y el desempleo del hombre, hartaron a la mujer, quien decidió abandonarlo hace un mes.
Desde entonces, ella vivía en la casa donde trabajaba como empleada doméstica. Ahí encontró asilo, pero no el suficiente espacio para salvar a sus seis hijos.
Herido en la cama de un hospital, Jorge construyó otra mentira para intentar evadir su responsabilidad. Dijo que cuando estaba en su casa, una veladora cayó sobre una cortina y detonó un incendio. Al intentar apagar las llamas, dijo, tomó un garrafón equivocado que no tenía agua sino gasolina, lo que activó a las llamas, pero no pudo explicar las lesiones que le provocó a sus hijos.
La procuraduría inició una carpeta de investigación por los delitos de homicidio en razón de parentesco, violencia familiar y lesiones en agravio de sus propios hijos.