Toluca, Mex.—Cirilo Araujo Martínez, originario de Santa Cruz Atzcapotzaltongo, representa a la tercera generación dedicada a lade velas y cirios, una actividad que se ha transmitido entre los familiares.

El de Cirilo, es uno de los 12 talleres artesanales dedicados a la elaboración de velas de todos tamaños y, junto con su hermano, son la segunda generación de su familia dedicados a este oficio, al que ahora dan continuidad sus hijos.

El proceso de producción inicia con el calentamiento de la cera en un par de cazos de cobre; mientras eso sucede, el pabilo es bañado hasta por una hora o dos a una temperatura cercana a los 55 grados centígrados, todo dependerá del grosor que se requiera y después ya se procede a colocar en el molde junto con la cera.

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En el proceso, el pabilo es bañado hasta por una hora o dos, a una temperatura cercana a los 55 grados centígrados. Foto: Arturo Hernández / EL UNIVERSAL
En el proceso, el pabilo es bañado hasta por una hora o dos, a una temperatura cercana a los 55 grados centígrados. Foto: Arturo Hernández / EL UNIVERSAL

El artesano detalló que cuando se enfría la cera la sacan del molde y le coloca a cada una un sello de la casa para ser empaquetada y distribuida a sus clientes.

“Todo comienza con una mecha colgada en un riel, el cordón lo bañamos con parafina líquida en cada vuelta, hasta que toma el grosor deseado, se lleva un promedio de una hora para sacar 100 velas por aro. Después, se enfrían, las cortan y empaquetan”, platicó.

El pabilo es de algodón, y cada parte del proceso se va ajustando a las necesidades del cliente, por ejemplo darle forma, tamaño, peso a las velas. Para estos artesanos, noviembre es el mes de mejores ventas, cuando crecen hasta en 90%, pero este año no será así, pese a que la gente valora la mano de obra, es difícil que decidan gastar en velas, por encima de la comida.

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Se lleva un promedio de una hora para
sacar 100 velas por aro. Después, se
enfrían, las cortan y empaquetan. Foto: Arturo Hernández / EL UNIVERSAL
Se lleva un promedio de una hora para sacar 100 velas por aro. Después, se enfrían, las cortan y empaquetan. Foto: Arturo Hernández / EL UNIVERSAL

“La veladora la hacemos casera, porque también la gente pide mucho producto, las grandes empresas las venden huecas, pero esta vez no aspiramos a recuperar siquiera la inversión”, reconoció Cirilo.

Indicó que para adorar a los difuntos mayores, la vela que compran sus clientes son de tres en un kilo, y para los angelitos o niños de olivo son las velas chicas. “Hay una por ejemplo muy pequeñita que es para los niños bebés, que no nacieron, esa tiene un precio de 10 a 12 pesos”, precisó.

Cirilo Araujo confió en que la gente por lo menos encenderá una veladora o una cera para recordar y adorar a sus difuntos.

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“Lo industrializado ha hecho lo suyo, pero aquí el consumidor no quiere ese tipo de velas, les gusta más la que hacemos a mano, piden pabilo trenzado, que no ponen las empresas por mayoreo, y es que el empleado artesanalmente se mantiene encendido, no se chorrea y tiene durabilidad”, afirmó Cirilo Araujo.

“Ahorita crece la demanda por la festividad del Día de Muertos, pero en realidad todo el año nosotros fabricamos las ceras, porque surtimos a iglesias y comercios en El Valle de Toluca”, agregó.

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