La es la capacidad de adaptarse a la adversidad de manera positiva y el tianguis de antigüedades de la colonia Portales es un claro ejemplo de ello. De los carretones de ropavejero a los puestos tendidos sobre el piso, y de las estructuras tubulares protegidas con carpas plegables a la publicidad y ventas por internet, así es como ese espacio ha logrado subsistir a los embates del tiempo, la burocracia y la modernidad desde la década de 1940.

Ubicado sobre la calle Rumania, entre Libertad y Santa Cruz, a un par de calles del también tradicional mercado público Portales, el tianguis de antigüedades es único en la alcaldía Benito Juárez e, incluso, en la Ciudad de México, aseguran sus locatarios, pues se instala los 365 días del año, en un horario de entre las 8:00 a las 16:00 o 17:00 horas.

Está conformado por poco más de 100 puestos, en los que se pueden encontrar “chácharas” de todo tipo hasta pinturas de arte, cristalería fina, muebles rústicos, libros viejos, discos de vinil, casettes, ropa y aparatos electrónicos vintage, documentos históricos y cualquier clase de objetos antiguos que suelen estar arrumbados en casas, y que los comerciantes compran para darles otra oportunidad de ser valorados por las personas que apelan a la nostalgia y acuden a este tianguis a escudriñar entre sus curiosidades.

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Los comerciantes ofrecen artículos antiguos para darles otra oportunidad de
ser valorados por las personas que apelan a la nostalgia y acuden al tianguis. Foto. Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Los comerciantes ofrecen artículos antiguos para darles otra oportunidad de ser valorados por las personas que apelan a la nostalgia y acuden al tianguis. Foto. Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

“Esto no nada más tiene que ver con la cultura de la venta como una técnica de mercadotecnia que existe ahora, sino que tiene que ver con una forma de sentir el objeto e inclusive ponerte a pensar de quién fue, por qué lo tuvo, cómo llegó a sus manos, cómo es que llega a ti y cómo lo distribuyes a otras personas, y al final ese objeto vuelve a tener una segunda o tercera vida”, comentó Adrián, vendedor del tianguis.

Inicios y evolución del tianguis

De acuerdo con fundadores del tianguis, en la Secretaría del Trabajo hay registros de la venta de objetos usados en esa zona desde 1944, cuando personas dedicadas a la compra-venta de desperdicio industrial usaban sus carretones como puestos colocados sobre la calle, para ofrecer a vecinos y transeúntes los objetos que consideraban de más valor.

“Esos carreros empezaron a poner sus cositas encima de sus carretones y ya después se unieron, pidieron permiso a la entonces delegación y esta les dio autorización para tener un espacio en la calle y poder ejercer el comercio como trabajadores no asalariados. Desde entonces, viene esta costumbre hasta llegar al tianguis que ahora conocemos”, explicó Juan Francisco Olivares, representante del tianguis.

Al principio los llamados vendedores de fierro viejo o ropavejeros ponían sus carretones sobre la calle Libertad, entre Juan Escutia y Fernando Montes de Oca, la cual se convirtió posteriormente en avenida Isabel la Católica, y los comerciantes se movieron hacia la calle de Rumania, donde permanece el tianguis desde finales de 1980.

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Olivares menciona que ese espacio de venta tuvo sus años de esplendor durante la década de 1990, y a principios de los 2000, las autoridades de la ahora alcaldía Benito Juárez comenzaron a requerirles todo tipo de permisos administrativos para reordenarlos, y fue entonces que de estar tendidos sobre el piso, pasaron a los puestos tubulares para poder continuar con la venta en la calle Rumania.

Al ser reconocidos como trabajadores no asalariados, los comerciantes de ese espacio están regulados por la Secretaría del Trabajo, y aseguran que no están obligados a pagar derecho de piso a la alcaldía, como los mercados sobre ruedas, por lo que las autoridades de la demarcación retiraron ese tianguis en 2006, ante lo que los representantes de los vendedores tramitaron un amparo y consiguieron una suspensión provisional del acto, vigente hasta la fecha.

“En aquel año nos retiraron de la vía pública durante un mes, y desde entonces nuestras ventas han bajado 50%, después vino la pandemia y nos ha costado mucho trabajo recuperarnos, pero aquí seguimos, porque no podemos acostumbrarnos a no comer”, expresó Olivares, quien tiene más de 40 años como vendedor del lugar.

Monsiváis, vecino y comprador asiduo

Aunque están a varios kilómetros de distancia, el tianguis de antigüedades de la Portales y el Museo del Estanquillo están conectados, y es que el fallecido escritor Carlos Monsiváis vivía en esa zona y visitaba con frecuencia los puestos de la calle Rumania, fiel a su instinto de coleccionista de antigüedades, aseguran los comerciantes.

“Era una persona muy extravagante en su forma de ser, muy sabia, muy parca en algunas cosas y muy hermético en su vida privada, pero había la confianza y le decía: ‘ahí viene el hombre gato’, porque tenía un cierto olor a gato y, sobre todo, en su ropa había pelaje de todos colores de los más de 50 gatos que tenía”, compartió Guadalupe Miranda, quien ofrece su mercancía a bordo de una vieja camioneta.

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Una nueva oportunidad

Alejandro Flores tiene 25 años de edad, y desde pequeño ha acompañado a su mamá en la venta de curiosidades y objetos antiguos. A los 15 años comenzó a vender sus propios artículos, y ahora los ofrece por internet y a través de redes sociales con videos difundidos en TikTok, Facebook e Instagram.

Alejandro comentó que ha aprendido el valor de los artículos que se ofrecen en ese lugar, con la práctica y el intercambio de información entre los mismos vendedores, porque en ocasiones consigue objetos de los que desconoce su valor histórico, cultural y artístico.

“Todos los que venden aquí son muy solidarios, y aunque sabemos el valor de las cosas, solemos venderlas a precios más bajos que en otros lugares, para atraer a la gente, a los que saben, y ahora también las ofrecemos por internet, y sí las compran en otras ciudades; hacemos videos para difundir la mercancía que tenemos y también para promover el tianguis”, mencionó Alejandro.

Él y otros jóvenes comerciantes, como Sebastián, Daniel y Omar, quien es de origen palestino, son quienes se encargan de dar un nuevo aire al tianguis de antigüedades de la Portales, y así darle a ese espacio una segunda o tercera vida, como lo hacen con los viejos objetos que venden.

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