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Malas noticias para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), el macizo coralino más grande del Océano Atlántico. El reporte lanzado hoy en Cancún, por la asociación “Arrecifes Saludables para Gente Saludable”, establece que el estado de salud de esta barrera de mil 500 kilómetros compartida por México, Belice, Guatemala y Honduras, va de regular a malo, aunque presenta mejoras en algunos de sus indicadores.
El documento, elaborado en conjunto con 70 organizaciones dedicadas a la conservación del SAM, es resultado del monitoreo hecho a 286 sitios en los cuatro países y revela que el Índice de Salud del Sistema coralino, en general, es del 2.5, de 5 puntos.
Para medirlo, se toman en cuenta indicadores como la cobertura de coral vivo, de macroalgas carnosas y la biomasa de especies clave, como son los peces herbívoros y comerciales.
Lo que se observa es que la cantidad de coral vivo disminuye, al ser invadido por una mayor cantidad de algas, por factores que van desde el aumento de la temperatura del mar, pasando por la contaminación del agua, que provocan enfermedades mortales para el coral, que es un animal marino que requiere de aguas limpias y claras para crecer y desarrollarse óptimamente.
“La salud del Arrecife Mesoamericano sigue siendo motivo de preocupación, ya que la mayoría de los 286 sitios monitoreados se encuentran en malas condiciones (39 por ciento) o críticas (23 por ciento).
“Sin embargo, los sitios en condiciones regulares y buenas han mejorado, aumentando del 20 por ciento al 28 por ciento, y del 5 por ciento al 9 por ciento respectivamente. En las 18 subregiones hubo más mejoras que deterioros, pero ninguna está clasificada actualmente como en buenas condiciones y dos se consideran críticas”, se lee en el reporte.
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Conforme a lo anterior, México, particularmente, es el país que posee menor cobertura de coral, por ejemplo, y su índice de salud está estancado desde hace cinco años en un parámetro de 2.8, de 5, de acuerdo con los 70 sitios monitoreados en el país, junto con ocho de sus áreas marinas.
Quintana Roo, en el sureste mexicano, registra arrecifes dominados por macroalgas carnosas en un 20 por ciento; algas tuf, en un 30 por ciento; y un aumento de cianobacterias del 5 por ciento, debido al aumento de las temperaturas y la disminución de la calidad del agua, indicó Melina Soto, coordinadora de “Arrecifes Saludables”, en México.
“La escasez de peces grandes, críticos para la reproducción, la reposición y el forrajeo efectivo, es alarmante. Con el aumento continuo de proyectos de desarrollo a gran escala, los ecosistemas marinos de Quintana Roo están bajo una inmensa presión y estrés”, advirtió, durante la presentación del Informe, realizada este martes en el Planetario de Cancún.
Soto destacó que el deterioro de Cozumel, uno de los últimos “faros de esperanza” del SAM, fue el más severo de toda la región, pasando de “Bueno” a “Regular”.
El índice de salud del arrecife de la isla pasó de 3.8 a 3, de 2020 al 2024; por el contrario, el de Banco Chinchorro, aumentó, de 2 a 3.
“Es un duro recordatorio de los desafíos que enfrentan los arrecifes de coral de Quintana Roo. A pesar de algunas ganancias en la biomasa de peces, la cobertura de coral sigue bajando de manera crítica y el aumento de macroalgas y cianobacterias amenaza la resiliencia de nuestros arrecifes. Se necesitan urgentemente esfuerzos coordinados de gestión y restauración para proteger estos ecosistemas”, subrayó Soto.
Un dato revelador de la importancia que las autoridades de los tres órdenes de gobierno, dan al tema, es que tan solo en 2023 la entidad recibió a 27 millones de turistas, que prácticamente es atraído un 100 por ciento por el disfrute de las playas, cuya arena, es resultado de la descalcificación del arrecife de coral.
Esa cantidad de turistas generó 20 mil millones de dólares en derrama turística, casi el doble de lo generado en 2021.
Sin embargo, dichos recursos no se reflejan en mayor inversión en infraestructura de drenaje, plantas de tratamiento y medidas que compensen, mitiguen o eviten el deterioro de los ecosistemas costeros, sujetos a la presión de más de 800 hoteles tan solo en el corredor turístico Cancún-Tulum.
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Índice de Salud regional, de regular a malo
En el caso de Belice, durante los últimos ocho años, su Índice de Salud Arrecifal ha fluctuado entre “regular” (antes del COVID) y “malo” (después de la pandemia). Actualmente posee una puntuación de 2.5 sobre 5 y sigue en la categoría de “malo”.
Por el contrario, el de Guatemala ha mejorado más, de 1.8 a 2.3, principalmente debido a que se mantiene una cobertura coralina “buena”, un aumento de los peces herbívoros y una reducción de las macroalgas, aunque el arrecife sigue en condiciones “malas” en general.
“La pesca no sostenible contribuye al continuo estado “crítico” de la biomasa de peces comerciales, a pesar de que la cobertura coralina se encuentra en “buenas” condiciones”, conforme a lo consignado por Ana Giró, coordinadora de la organización en Guatemala.
En Honduras se han logrado avances significativos, pero se requiere una mayor acción política para salvaguardar las áreas marinas protegidas altamente vulnerables, como las Islas del Cisne y los Cayos Miskitos.
Estas áreas no solo enfrentan amenazas ambientales, sino que también afectan los medios de vida de las comunidades circundantes. A nivel nacional, la cobertura de coral ha disminuido un 3 por ciento, probablemente debido a extensos eventos de blanqueamiento.
Mientras tanto, el consumo de pescado comercial requiere un seguimiento, especialmente después de la reapertura del turismo, y se necesita una mejor gestión de las aguas residuales y el saneamiento, a pesar de una disminución del 2 por ciento en las macroalgas carnosas a nivel nacional.
Enfermedades, contaminación del agua y crisis climática
A nivel regional, la salud de los corales se ha visto gravemente afectada por los brotes de enfermedades y del blanqueamiento coralino, que han reducido la cobertura de coral del 19 al 17 por ciento.
“Resulta alarmante que la mortalidad haya continuado incluso después de que concluyeran los monitoreos. El blanqueamiento de 2023 fue el más grave registrado, ya que aproximadamente el 40 por ciento de los corales se vieron gravemente afectados y se observó una mortalidad significativa en varios sitios emblemáticos de los arrecifes”, manifestó Melina Soto.
Otro factor que incide negativamente en la salud de los corales es la deficiente calidad del agua.
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Los altos niveles de nutrientes, especialmente en la región sur, y las concentraciones “inaceptables” de patógenos de las aguas residuales de origen humano siguen poniendo en peligro la salud de los arrecifes.
“Se necesitan inversiones tanto del gobierno como del sector privado para implementar el tratamiento terciario de las aguas residuales con sistemas de gestión eficaces y para hacer cumplir las regulaciones nacionales alineadas con los estándares de calidad del agua de la Convención de Cartagena.
“Es necesario definir las capacidades de carga turística en las zonas costeras, y el Arrecife Mesoamericano debería ser declarado Área Marina Particularmente Sensible (AMPS) para asegurar su protección a largo plazo”, expuso.
Entre los aspectos positivos que revela el Informe se mencionaron el aumento de la biomasa de peces comerciales en un 40 por ciento, lo mismo que la de peces herbívoros, en un 30 por ciento; además, la existencia de las Áreas Marinas Protegidas, que suponen un nivel de regulación más estricto, ha permitido un incremento en la existencia de peces.
De acuerdo con Melanie McField, directora de la organización, se requiere “de una intervención inmediata”, ya que el Arrecife Mesoamericano se encuentra en “una coyuntura crítica”.
“Si bien celebramos cualquier aumento en las poblaciones de peces y una mejor aplicación en las AMP, debemos reconocer y abordar las causas fundamentales más desafiantes del deterioro de los corales. La contaminación (incluidos los gases de efecto invernadero), el desarrollo costero y los niveles insostenibles de pesca están erosionando los procesos ecológicos que mantienen la biodiversidad y el funcionamiento de los arrecifes.
“No se trata solo de una cuestión de conservación; es una cuestión de asegurar los medios de vida, la seguridad alimentaria y la protección costera natural de millones de personas que dependen del Arrecife Mesoamericano”, se le citó.
aov/cr