Nayeli, usuaria del transporte público en el Centro de Transferencia de Pantitlán, narra que el principal problema para llegar a la estación del Metro es la inseguridad.
Si bien dentro de ese sistema de transporte se siente “segura”, en los alrededores no, los micros, las combis, las calles oscuras y sin alumbrado y la falta de patrullas, convierten las calles en zonas inseguras.
“Es un terror pasar por aquí, siempre andamos cuidándonos, trato de no venir sola, mucho menos si ya es tarde. Siempre creo que un día me van a meter a una micro o a una combi y me harán algo, ve a esta hora, no hay una patrulla, a quién le pides ayuda”, dice la joven.
Este punto —el de Pantitlán— tiene otra problemática: algunos de los robos se cometen en la zona limítrofe con el Estado de México; entonces, cuando las denuncias se intentan levantar del lado de la Ciudad de México son remitidas a aquel lado y de allá regresan a las víctimas de este lado, lo que complica el acceso a la justicia.
“Me han robado y el trámite es engorroso, nos traen de un lado a otro, prefiero ya dar mis cosas por perdidas que andar dando vueltas”, puntualiza la joven.
Con base en las pocas denuncias recabadas, los agentes de investigación de la Ciudad de México han establecido que, según el reloj criminológico, los días lunes, miércoles y viernes es cuando más robos hay, en un horario de 6:00 a 9:00 horas y de 19:00 a 22:00 horas.
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La intersección de Pantitlán es la que más atracos registra con 130 por mes, es decir, en promedio al día son más de cuatro. Las víctimas frecuentes son estudiantes universitarios, empleadas y trabajadores.
De los asaltantes, sólo 0.1% es detenido, según las cifras de la propia fiscalía capitalina que se pueden consultar en su página web.
Este delito, así como el robo a usuarios del transporte público, es decir, ya dentro de las distintas unidades del Metro, Metrobús, Trolebús, microbuses, combis o taxis, incluyendo los de aplicación, se mantienen desde 2020 a la fecha.
La inseguridad y violencia no es exclusiva de esta zona; Ulises ha sido víctima de la delincuencia en Tasqueña, dos veces en este año. “Aquí hay una central de camiones, está el Metro y un corredor grande, donde hay micros y camiones y ni una patrulla, aquí me han robado dos veces, sientes mucha impotencia y miedo, porque justo en ese momento nunca pasa nadie y te sientes solo a pesar de toda la gente y de lo robado ni se recupera nada, ya es tiempo y cosas perdidas”, asegura.
Los asaltos de los que fue víctima se registraron así: uno sobre la avenida Tasqueña y el otro en los corredores para entrar al Metro. “Sientes una impunidad terrible porque nadie te ayuda”, señala el joven que por las mañanas y las tardes se baja y espera el micro en la parada E, que lo lleva de ahí a Tlalcoligia, en la alcaldía Tlalpan, donde, advierte, también pueden robar.
El paradero de Ciudad Universitaria también tiene su historia. “De lo que me he dado cuenta es que no hay vigilancia, hasta aquí más o menos que están los guardias de CU, pero en la noche o muy temprano no hay nadie”, indica mientras espera el Puma Bus en el lugar conocido como Los Bigotes.
En esa zona, también debido a la falta de vigilancia, es común ver desde las 7:00 horas a jóvenes ofertando drogas, quienes también piden para “el chesco”. “Es como pagar una suerte de derecho de piso, en lo que te ubican, en lo que llegas con amigos y todo eso, si te piden dinero y si no les das, te intimidan. Es como la ley de la selva, el grande se come al pequeño hasta que el pequeño llega con una manada y ahí ya no nos hacen nada”, comenta Martín.
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En los alrededores de la estación Cuatro Caminos de la Línea Azul la situación no es diferente, “aquí te roban hasta en la plaza, nadie te ayuda y los guardias que hay ahí dicen que sólo están asignados para cuidar los locales y no a la gente”, dice Marcela, quien todos los días viaja de Nicolás Romero a la zona Centro de la Ciudad de México, por lo que conoce las horas y lo que buscan los ladrones.
“Por eso, cuando camino por ahí, uso un celular chafa, si me lo roban, no me va a doler tanto”, refiere.
El peligro es latente: combis o microbuses pasándose la señal de alto de los semáforos y gente corriendo por todos lados, el caos es aprovechado por los delincuentes, quienes, de paso, tienen muchas callejuelas para escapar.
“Ve, te puedes ir por donde quieras, a los paraderos, regresas al Metro, te cruzas la avenida y ya, nadie te alcanza, la zona, la verdad, es muy peligrosa, sobre todo en la noche, como es frontera, todos se hacen mensos y dicen hasta esta calle me toca, allá ya es tu responsabilidad y nosotros, los más afectados, nos quedamos en medio”, cuenta Joaquín, quien tiene que llegar al Poli a buena hora y tratar que en el camino no le roben nada.
Otro de los puntos complicado es Indios Verdes, donde se llega a cobrar al transporte público o conductores para esquivar el tráfico y así evitar quedarse atrapado en la zona; ahí converge hasta el Cablebús, lo que convierte todo el sector en un riesgo latente, del recorrido realizado por EL UNIVERSAL, aquí fue donde ocasionalmente se dejó ver una patrulla, pero a decir de los mismo usuarios esto se debe a las obras que realizan en ese punto.
“Aquí nos tenemos que cuidar hasta de los trabajadores, nos hostigan, nos acosan y no se les puede decir nada. Lo complicado es entrar al Metro si vienes del Cablebús o agarrar la micro, en las mañanas no hay nada de luz, ayuda que hay mucha gente y todos nos vamos en bola, pero si alguien se queda solo, sabe que lo pueden robar. Así me pasó una vez, ya aprendí y ahora me pego a donde todos van porque en un descuido, te roban”, explica Rosana, que de Ecatepec llega hasta La Raza a trabajar todos los días.
Si bien la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México tiene desplegado de manera permanente y aleatoria un operativo que, en teoría, debe garantizar la seguridad de los usuarios de transporte público, no corresponde con la percepción de los ciudadanos.
“Ese operativo no sirve de nada, de qué sirve que hagan revisiones sobre el Eje Central, en la Benito Juárez o en puntos muy transitados y vigilados. La idea es que a esa hora estén aquí —Pantitlán— o que se vayan a Indios Verdes, Cuatro Caminos o en las zonas del sur de la ciudad, Iztapalapa, Tláhuac y esos lugares; es más, con que se pongan de acuerdo y nos ponga luz sería una gran ayuda, pero no lo hacen y sólo presumen sus operativos”, se queja Antonio, quien opina que se pierde mucho tiempo en el transporte público, donde lo han robado tres veces en el año, no hay un solo detenido y nunca ha recuperado un celular, dos carteras y una mochila que los delincuentes se llevaron.
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