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El triunfo de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil no fue un rayo en cielo despejado, sino la continuidad y el último salto hacia delante del proyecto de las derechas con grandes intereses económicos y políticos en Brasil.
La elección de Bolsonaro es el retorno de la extrema derecha y los militares, algunos de ellos participantes en los gobiernos de los golpes de Estado entre 1965 y 1984 en Brasil. Habrá militares en la integración del próximo gobierno de Bolsonaro, comenzando por el vicepresidente. Obtuvo, sí, el triunfo en las urnas con más de 57 millones de votos, 55% de la votación. Su contrincante, sucesor del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva por el Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, obtuvo 44% de la votación. Es la primera vez que en un país de América del Sur regresan, a través de las urnas, los militares vinculados a golpes de Estado, lo que puede tener repercusiones en las instituciones castrenses de otros países. Ha llamado la atención lo acontecido en Brasil entre los militares chilenos, según informaciones periodísticas.
¿QUÉ IMPULSÓ EL TRIUNFO DE BOLSONARO?
1.— La sociedad brasileña vive una crisis por la caída de la economía, una recesión de la que difícilmente se recupera, crece la oposición larvada entre la pobreza, la creciente desigualdad, la creciente y alarmante criminalidad, la corrupción de los políticos en la que destaca la del PT fuera de la Presidencia, debilitado en el Congreso y vapuleado por el Poder Judicial. Los escándalos de Lava Jato enlodaron a todos los políticos, pero los medios conservadores —que son la mayoría— destacaron sobre todo al PT durante años, aunque la corrupción no disculpó a ningún partido. El malestar social se extendió y se convirtió en un excelente caldo de cultivo para el triunfo de Bolsonaro.
2.— La candidatura de Fernando Haddad cargó con el peso negativo de la frustración social que lleva al rechazo del PT, errores múltiples que lo alejaron de su base. La ex presidenta Dilma Roussef no tuvo la fuerza política de Lula, factor aparte fue la misoginia que rechazó a una mujer en la Presidencia. Bolsonaro se burló de ella cuando, como diputado al votar por la destitución de Dilma, aprovechó para recordarle el nombre de su torturador cuando ella estuvo en la cárcel militar. El ahora presidente electo afirmó en una ocasión que el error de la Junta Militar fue haber metido a la cárcel a los opositores, en vez de asesinarlos.
3.— El discurso de Bolsonaro es agresivo en contra de los gays —“preferiría un hijo muerto”, declaró—, de las mujeres y de los negros. Él se presenta como salvador del país en lo económico, frente a la corrupción y la violencia. La derecha, los grandes empresarios, la prensa conservadora y, sobre todo, la clase media son su base de apoyo.
4.— Bolsonaro, igual que Donald Trump, se apoyó en los grupos religiosos más recalcitrantes para impulsar su candidatura. Los evangélicos conservadores jugaron un importante papel en su avance hacia la Presidencia. En Brasil forman un aparato político formidable, representan alrededor de 30% de la población y le dieron su apoyo.
5.— Su campaña impuso una dinámica particular: arrancó con gran fuerza después de sufrir una agresión con un cuchillo que lo mandó al hospital desde septiembre y hasta pocas semanas antes de su elección. En ese tiempo se colocó con gran fuerza en la opinión pública. Su campaña se hizo básicamente en internet, logrando una enorme difusión de mensajes, ¿casualidad o estrategia? Su mensaje se replicó a través de WhatsApp (que tuvo la mayor influencia), Facebook e Instagram. Bolsonaro supo aprovechar la crisis de los partidos tradicionales para fortalecer su imagen de hombre fuerte que solucionaría los grandes problemas de los brasileños.
6.— Bolsonaro y Fernando Haddad no se enfrentaron en el debate televisivo que tiene lugar antes de la segunda vuelta electoral. El ex militar evitó correr el riesgo cancelando el debate por problemas de salud. Su candidatura tuvo efectividad política, se mantuvo fuera de la polémica y recurrió a mensajes impactantes. Más adelante se deberá evaluar el papel de los millones de mensajes perfectamente construidos y dirigidos a los distintos grupos del electorado brasileño.
Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, ha sido llamado “el Trump Tropical”. Las tendencias políticas se mueven hacia el populismo de la ultraderecha.