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david.fuentes@eluniversal.com.mx
Kevin, un niño de ocho años, se quitó la vida el martes luego que discutiera con sus familiares por el uso de su teléfono celular.
De acuerdo con lo declarado por los padres ante la procuraduría capitalina, el menor jugaba con dicho aparato mientras la familia comía. En ese momento, su abuelo le pidió que conviviera y que dejara el móvil; sin embargo, ante la negativa de Kevin se lo arrebató.
Acto seguido, el niño discutió con sus padres, les explicó que no quería platicar con ellos y que seguiría en el teléfono, lo que desencadenó otra reprimenda. El menor se subió enojado a su habitación.
Sus familiares lo dejaron, pues pensaron que se trataba de un “berrinche”, porque le habían quitado el celular.
Minutos después escucharon gemidos y como si “estuviera aventando cosas”, pero pensaron que era otra rabieta.
Consta en la carpeta de investigación FAZ/AZ-4/UI-1S/ D/03778/09-2019-R1, la cual se inició por el delito de “homicidio culposo por otras causas”, que alrededor de las 20:00 horas del martes, la hermana de Kevin subió al cuarto para ver cómo estaba, pero lo encontró sin vida.
El incidente ocurrió en un domicilio ubicado sobre la calle Nopal de la colonia Atlampa, en la alcaldía Cuauhtémoc, desde donde la familia lo trasladó a un hospital cercano; sin embargo, llegó sin signos vitales y con una marca en el cuello.
Según el peritaje inicial, Kevin, se asfixió con la agujeta de uno de sus tenis, la cual se enroscó en el cuello y amarró a su cama. El menor habría ejercido tanta presión que murió en cuestión de dos minutos.
En entrevista con los agentes investigadores, los padres detallaron que el menor nunca mostró signos de depresión ni arranques de ira. Como parte del programa de atención a víctimas, la procuraduría local brindó apoyo a los deudos.
De acuerdo con estadísticas de la dependencia investigadora, el suicido entre menores de edad es un problema que ha mostrado un repunte en este año, pues se han reportado siete eventos similares.