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Cempasúchil, dulces, adornos, disfraces y un característico aroma a copal que emana de pequeños anafres, dan vida a los pasillos del mercado público Melchor Muzquiz, en el Barrio de San Ángel, que aún preserva las tradiciones del Día de Muertos.
A él también llegan personas de colonias aledañas, como Chimalistac, Barrio de Loreto y del Pueblo de Tizapán San Ángel, que lo recorren y por momentos quedan anonadadas con la estampa visual que el inmueble les regala en esta época del año.
“Es un pueblo con mucha tradición y cultura, es muy bonito la verdad. Nosotros como vecinos tratamos de conservar las tradiciones”, contó doña Mónica Orozco, quien desde hace 40 años habita en el lugar.
Se pone muy bonito en estas fechas, como ahorita, en el mercado los compañeros le dan calavera a los niños, eso es muy bonito, que desde chiquitos sepan que son costumbres muy lindas”, narró la señora Guadalupe, comerciante de productos de temporada en el mercado Melchor Múzquiz.
Hileras de figuras de papel picado de colores ondean al ritmo del pregón de los comerciantes y los marchantes buscan el mejor precio de los ingredientes para guisos que esta noche y la de ayer, brinda.
Lugares emblemáticos del Barrio de San Ángel
Desde las calles, algunas adoquinadas y otras empedradas, se ven adornos con catrinas y calaveras en las fachadas y ventanas de las casas, incluso, en algunos patios hay caminos con pétalos de flores de cempasúchil que guiarán a los difuntos hasta el que probablemente fue su hogar.
Cada piedra de esas calles, parece, se niega a sucumbir ante la erosión del olvido, y se aferra a conducir a los visitantes a lugares emblemáticos del pueblo, como el Jardín del Arte que amaneció con la estatua de Diego Rivera atiborrada de flores; a la Plaza San Jacinto en donde esta mañana una decena de plomeros y albañiles buscaban un empleo eventual para llevar, por lo menos hoy, unos pesos de más para la “calaverita” de sus hijos; o a la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en donde desde ayer se exhibe una ofrenda en la capilla del Señor de Contreras.
En el emblemático Mercado de las Flores se siente la humedad por las plantas que constantemente son rociadas con agua por los vendedores que las ofrecen frescas a quienes estacionan sus autos unos minutos sobre la Avenida Revolución para comprar girasoles, dalias, terciopelo y, claro, el cempasúchil que llevarán a los cementerios.
“Me gusta mucho vivir aquí, todavía tiene costumbres de pueblito. Visitar las iglesias en estos días es una experiencia muy grata, ponen ofrendas y hay varios museos”, aseguró Estefano Alegría, vecina del pueblo originario.
“San Ángel no es una zona residencial”
Cierto es que en una pequeña parte de este pueblo originario perteneciente a la alcaldía Álvaro Obregón, se encuentran butics de marcas de prestigio, restaurantes de renombre y algunas zonas residenciales, pero éstas, dicen algunos vecinos, son la minoría y no representan para nada a los barrios populares que se obstinan a no claudicar ante ello.
Este barrio es mucho más que los aparadores ostentosos y adornados con elementos alusivos al Día de Muertos, quizás más por compromiso que por convicción.
“Es un lugar que tiene lugares muy bonitos, tal vez por eso la gente tiene la idea de que es una zona de ricos, pero la verdad es que eso es para allá arriba (San Ángel Inn y Guadalupe Inn), que hay zonas residenciales, realmente no es toda la zona. Aquí sí hay pulquerías, fonditas, está el Mercado de Flores, en Semana Santa hacemos la procesión”, contó la señora Aideé González, empleada en una casa hogar cercana a la Plaza San Jacinto.
Entre las calles y zonas de monumentos históricos del Barrio de San Ángel hay cierto misticismo que, de una forma inevitable, hace imaginar el porqué personajes como Frida Kahlo, Diego Rivera o Juan Rulfo se llenaron de inspiración para crear algunas de sus obras en este lugar mucho antes de que las inmobiliarias y cadenas comerciales llegaran a él.