Hacer las compras para la tradicional cena de Navidad nunca fue tan complicado, lento y tardado como ahora.
En supermercados, mercados tradicionales y tianguis hay que hacer fila, esperar de 10 a 15 minutos —dependiendo si es de mañana o tarde— para ingresar y, por restricción, únicamente entra una persona, pero a decir de los capitalinos, todo vale la pena, pues nada, ni el Covid-19, impedirá que se realice la tradicional cena en los hogares.
Para este año, pese a la pandemia, el cierre de negocios y la pérdida de empleos, la austeridad quedó de lado.
“Mira, este año fue muy complicado, diferente, sin precedentes, entonces en la familia decidimos que, aunque nos vamos a cuidar, vamos a convivir, a agradecer que tenemos vida, a festejar a los que sobrevivimos, incluso pensamos que posiblemente sea el último año que todos, como familia, estemos juntos”, comentó Raúl Vela, luego de comprar su pavo en el Mercado de San Juan.
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En promedio, las familias consultadas por EL UNIVERSAL invertirán de entre mil 500 a 2 mil pesos para la cena.
El relleno, los romeritos y el mole no pueden faltar. Además, hay que comprar los ingredientes para la ensalada de papa, la dulce y, por si fuera poco, las bebidas alcohólicas, pues previendo que habrá ley seca, para los días 24 y 31 de diciembre “ya están protegidos y listos”.
Lo mismo sucedió con los juguetes, algunas personas todavía alcanzaron las compras físicas; sin embargo, quienes acudieron ayer a estos centros se encontraron con que estaban cerrados al público, al igual que la ropa y los vinos, con un cartel que decía que por disposición oficial se suspendía la venta hasta el 11 de enero próximo.
En respuesta, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, acotó que dicha decisión la tomaron los propios centros comerciales y no la autoridad.
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“Lo que tampoco debe faltar son las botellas, para el 24 en la noche hay que celebrar la vida, despedirse de todos los que se nos adelantaron y supongo que van a decir que hay ley seca, y pues hay que prepararnos. Esta es la última compra grande que hacemos, luego de eso nos guardamos para evitar que alguien de la familia se contagie.
“A mí me toca comprar la comida y a mis hermanos el alcohol, creo eso será más caro, pero la idea es que todos estemos juntos y en la medida de lo posible no salir. Ya teniendo listo los regalos, la comida, lo que se toma, no hay necesidad de salir”, aseguró entre risas Mariana, mientras termina de comprar los pendientes en un supermercado en Buenavista, de entre los que destacan gel antibacterial, servilletas y cubrebocas.
Para la cena de Navidad, los capitalinos no contemplan implementar medidas de sanidad; atiborraron los carritos del súper con alcohol, comida y otros productos, pero nadie se preocupa por los artículos de salud.
Unos cuantos se limitaron a llevar garrafas de gel, servilletas desechables y mascarillas.
“La verdad es que medidas extremas no estamos haciendo, confiamos en que nadie de la familia tenga el virus y que durante la cena o en ese día no nos contagie”, aseguró Mariana.
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¿Todo lo que acaban de comprar y que entra a la casa, se desinfecta o cómo evitar que así entre a su hogar? —se les pregunta a la mujer.
“Híjole, pues ahí ya está muy difícil que estemos con esa paranoia —risas— yo creo que con que nos cuidemos, usemos el cubrebocas y nos lavemos las manos constantemente será suficiente. A nuestros papás y abuelos, pues los vamos a dejar en sus habitaciones y ahí le llevamos la cena, más no podemos hacer”, comentó Rosa, quien aceptó que luego de la comida y con tragos encima nadie se acordará de usar las mascarillas.
Especialistas, médicos y enfermeras que se encuentran en la primera línea de batalla contra el Covid-19 auguran que de no se hacer caso a las restricciones de las autoridades y respetar el nuevo confinamiento, la situación en los días venideros de 2021 será más complicada, es decir, todo el relajamiento de las medidas y festejos de temporada se reflejarán en enero con un nuevo pico de hospitalizados.