Afuera de la estación del Metro Balderas la situación es caótica. La gente se aglomera, frenética pregunta por las rutas que pueden abordar, se empujan y, conforme avanzan las horas, hasta discuten.
La escena podría ser la de cualquier momento en el interior de los andenes del Metro, pero no, es el primer día del cierre de la Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo (STC).
Son más de las ocho de la mañana del sábado y ya reina el enojo, la desesperación. “¡Por este lado, no rompa la fila!”, grita uno de los servidores que intenta ayudar a la gente. “¡Recórranse, tienen espacio, recórranse!”, insiste. Hasta la Guardia Nacional está en el lugar.
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“Abrimos las ventanas de las unidades, ventilamos las unidades”, se escucha, y hasta parece ironía que pueda haber espacio para que circule el aire en medio de la aglomeración. Al menos los que están a bordo de las unidades usan cubrebocas. La pandemia de Covid-19 sigue.
Son 200 mil usuarios, según el reporte de las autoridades, los que padecen el cierre de la Línea 1, de Observatorio a Isabel la Católica.
Las filas para abordar los autobuses de la RTP que brinda el servicio gratuito se hacen largas; los que usan chalecos guindas intentan agilizar los viajes.
Hay mucha desinformación entre los usuarios, aun con los anuncios que hicieron las autoridades para que la gente conociera las rutas alternas y por qué era el cierre de la Línea Rosa. “¿Qué pasa?”, “¿por qué está cerrado el Metro”, preguntan.
También están los que felicitan a los de los chalecos, pues con todo y el caos no dejan de orientar a los distraídos.
Por avenida Balderas se encuentran las unidades que van con dirección a Observatorio; por el lado de Río de la Loza están los autobuses que recorrerán desde Salto del Agua hasta Pantitlán.
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Un cierre anunciado
Patricia Flores dice que su traslado, desde Gómez Farías, ha sido caótico, pues sin esperarlo les pidieron que bajaran de la unidad en Pino Suárez para volver a tomar otro RTP.
“En Pino Suárez estaba caótico, había una sola fila, luego nos pidieron hacer dos filas, una era Observatorio y otra de nuevo para Pantitlán, nada más que ahí sí pongan un poco de orden”, pide.Para Germán López, “hay mucha organización, siento que todo está perfecto, me imagino que va a aumentar el lunes, es lógico, la afluencia de gente va a ser que esto sea un súper caos”.
El Gobierno de la Ciudad de México asegura que se sumarán más unidades, para agilizar los traslados. De 180 pasarán a 200 autobuses de la RTP el lunes.
“Tomamos la decisión de rentar más autobuses, (...) ya tomamos las precauciones para que, si son necesarios más, estén entrando en ese momento”, asegura la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo.
Llegada la tarde el flujo de usuarios del Metro comienza a bajar, pero las filas para poder subir a los camiones se mantienen en un constante vaivén.
Sin embargo, el caos vuelve hacia las seis de la tarde, la hora pico. El servicio emergente tras el cierre de la Línea 1 se vuelve a saturar y las personas se muestran molestas por las largas filas. Un gran número de usuarios llega hasta las estaciones Pino Suárez, Salto de Agua y Balderas para intentar abordar un autobús.
En Pino Suárez una usuaria reclama al personal del Gobierno capitalino que, con megáfono en mano, intenta agilizar el abordaje de las unidades. Otros observan y se resignan a esperar en la larga fila. Es el primer día de un cierre anunciado por trabajos preparatorios, para dar paso desde mañana y durante ocho meses a las obras de modernización de “la nueva Línea 1”.
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