El atardecer de la Ciudad de México y algunos municipios del Estado de México fueron escenario de nubes lenticulares que cautivaron a miles de ciudadanos.
Este fenómeno natural del 10 de enero del 2024, generó diversas teorías entre los espectadores, algunas relacionadas con extraterrestres y otras ligadas a desastres naturales como temblores, sin embargo, la aparición de estas nubes se debe al aumento de temperatura, el vapor y el aire, como lo indica el Servicio Metereológico Nacional (SMN).
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Este tipo de nubes con forma de platillo u ovni, tienen presencia en zonas de montaña, ya que de acuerdo con el SMN, el fenómeno ocurre cuando los vientos rápidos chocan contra la ladera de una montaña u otra estructura alta.
Estas se generan de manera estacionaria y lenticular debido a que atrapan la humedad y le dan molde a la formación gaseosa que se dan de acuerdo a factores como viento, presión atmosférica, temperatura o humedad ambiental. Y se puede encontrar más de una, en forma horizontal y vertical.
De acuerdo con la UNAM, las nubes lenticulares se forman cuando el aire que se mueve sobre las montañas se enfría lo suficiente para que ocurra la condensación. Estas se diferencian de otros tipos de nubes porque no se mueven.
Además, están en constante renovación. Es decir, aire “nuevo” llega a la montaña, sube, se condensa y crea la nube.
A veces, toman un color rojizo debido a que aparecen justo en la línea del atardecer; también pueden tomar un color rosa o rojo debido a la posición del sol.
Estas nubes son comunes en la atmósfera terrestre como parte de un fenómeno meteorológico estacionario, habitualmente durante el otoño, y no suponen ningún peligro.
Aparecen en el cielo en días de mucho viento en las capas altas. Suelen aparecer en zonas de montaña.
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