De concreto, metal o madera, los postes en la Ciudad de México no sólo portan marañas de cableado eléctrico o de empresas de telecomunicaciones, también representan un riesgo para los capitalinos.
En un recorrido por las alcaldías Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Benito Juárez, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero, se contabilizaron decenas de postes en mal estado.
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“Se siente inseguridad, no hay que confiarse porque está el riesgo latente ahí, no sabe uno en qué momento se pueden caer”, aseguró Jorge Leonel González, habitante de la colonia Progreso Tizapán, de la alcaldía Álvaro Obregón.
Se documentaron desde los que permanecen en un estado de inclinación pronunciado, los que cargan con metros y metros enrollados de cableado y los que ya no están en operación pero que causan temor a los vecinos por presentar fisuras, en algunos casos es posible ver, además de grietas, las varillas de su estructura en sus bases.
“Evito pasar por ahí, mejor me cambio de acera, es un peligro por ejemplo para los niños, hay cables colgados y no se sabe si tienen corriente o si son de teléfono, a parte se ve mal toda esa enredadera de cables”, contó la señora Antonia Nolasco.
Algunos postes sirven a la comunidad, que ha encontrado en ellos varias funciones ajenas a las que fueron colocados en las banquetas o incluso bajo ellas.
Hay quienes los usan para colgar carteles con foto y datos de algún gato extraviado, otros sirven para anunciar servicios o empleos, algunos más le hacen compañía a soportes metálicos que alguna vez fueron casetas telefónicas, algún otro afortunado es cobijado por grandes ramajes verdes de los árboles que yacen a sus costados, y otros sirven para sostener lonas de negocios.
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Hay algunos puntos donde estos postes en desuso se han convertido en basureros improvisados o tienen orines y excremento de perro o, por el contrario, hay otros que corrieron la suerte de haber sido adoptados por vecinos que con ingenio les pusieron alguna protección.
El pasado 3 de julio, Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, firmó un convenio con empresas de telecomunicaciones, en el cual se acordó que, a partir del próximo septiembre, éstas retirarán el cableado aéreo en desuso y situado en cientos de postes que representan un riesgo para la seguridad de la población.