Es tanta la desesperación de doña Lupita por juntar los 17.90 pesos para la bolsa verde de Walmart que el cerillo está desconcertado por no saber dónde pondrá los artículos que compró.

Ante ello, el señor que está atrás de ella en la fila le pide a la cajera cobrarle a él la bolsa.

“¡Ya ni la amuela, señorita!”, reclama doña Lupita casi con llanto. “¿Por qué no me dijo antes que no me iban a dar bolsas? Eso sí, primero me cobró”.

Una vez que el cerillo termina de acomodar los productos, la mujer, sin darle las gracias al buen samaritano, sale malhumorada.

“¡Como si fuera mi culpa!”, dice la empleada. “¡Que vaya a reclamarle al Gobierno!”.

Entre comerciantes y consumidores de la mayoría de los 329 mercados públicos de la Ciudad de México sigue el desconcierto de la prohibición de bolsas de plástico, aunque la mayoría comentó a EL UNIVERSAL haber estado enterados de la reforma, pero señalan que no entienden “cómo para algunos productos sí pueden dar bolsas y para otros no”.

“La autoridad no aclara”, sostiene Joaquín Salas, comerciante del mercado Portales.

Petra García, dueña de un local de frutas del mismo mercado, revela que por la mañana “andaban como perros rabiosos inspectores de la Secretaría [del Medio Ambiente], quienes clausuraron dos locales al sorprender a los empleados dando bolsas de plástico”.

No obstante, hay clientes que apoyan la medida, y con bolsos de lona, yute o cualquier otro material, recorren el mercado.

“La población debe concientizarse sobre esto. Total, este gobierno ya mostró que le gusta lo de antes, pues regresemos a eso [porque] antes teníamos mejor ambiente”, comenta Federico Linares, vecino y cliente de aquel mercado.

En contraste, se observan personas que realizan auténticos malabares por no tirar sus productos.

“Ya ni la friega el gobierno. Me quitó el trabajo y ahora hasta las bolsas de plástico”, dice Adela Sánchez, vecina de Nativitas.

Y así como en Walmart, en el mercado de Portales también hubo quien hizo su agosto en enero al ofrecer bolsas de tela ecológicas de 10 o 15 pesos, pero para los más exigentes o pudientes, también hay unas de yute que cuestan 30 pesos. “¡En esta bolsa le cabe todo!”, grita un sujeto cada que mira a alguna persona sufriendo con sus productos en la mano.

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