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Nezahualcóyotl, Méx.- Ondear la bandera mexicana después de escalar el Kilimanjaro, la montaña más alta del continente africano, el 23 de febrero pasado, le provocó un sentimiento especial a Rubén Arellano Chávez , un alpinista mexiquense.
“Debo decir que la cima del Kilimanjaro estuvo lejos de ser una explosión de júbilo. Es cierto que al llegar me di un abrazo con Robert (el líder de la expedición) pero la verdad es que lo que más quería era bajar lo antes posible”.
Pero, “¿Sabes qué es lo lindo de todo esto? Saber que no hay límites, que puedes tocar el cielo , que puedes lograr lo que quieras. Eso es lo bello de la cima, no es solo un momento, es toda la perspectiva de vida que te da, contó el alpinista.
Arellano Chávez nació con una enfermedad cardíaca incurable . Lo operaron dos veces a corazón abierto, pero eso no fue impedimento para llegar 40 veces a la cima de varias montañas en México, una en Europa y hace unos meses a una africana.
Las recomendaciones que los médicos le hicieron desde que era niño fueron que no debería realizar actividades fí s icas extenuantes porque pondrían en riesgo su vida, pero poco caso les hizo.
A sus 39 años de edad, Rubén Arellano Chávez, quien estudió Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al subir la cima del Kilimanjaro enfrentó al mayor reto de su carrera alpina.
Su idea era demostrar que no hay obstáculos cuando alguien se propone una meta, sin importar si tienen algún problema físico como él.
Desde los 13 años de edad se apasionó por el alpinismo. Uno de sus tíos fue su guía para incursionar en este deporte extremo y en la adolescencia aprendió los principios básicos de esa actividad que desarrolló a la largo de 26 años.
Estenosis aórtica es el padecimiento congénito que le diagnosticaron
. Cuando tenía nueve años de edad le practicaron la primera operación a corazón abierto. Después de cumplir 20 años fue sometido a la segunda intervención quirúrgica en el Centro Médico Siglo 21 y desde entonces usó una prótesis valvular mecánica y se medicó desde la infancia.
Con todos los pronósticos médicos en su contra, Rubén Arellano decidió dedicarse a la actividad que más satisfacciones le dio: el alpinismo.
Quince años después de que comenzó su pasión por ese deporte escaló su primera montaña. A los 28 años de edad llegó a la cima del volcán Iztaccíhuatl. Lo hizo en dos días, que es el promedio para conseguirlo.
Esa experiencia además de ser inolvidable lo marcó para siempre. “El alpinismo para mí es una filosofía de vida, porque estar en una cima te demuestra, por un lado lo pequeño que eres en comparación con la montaña, pero también te demuestra lo alto que puedes llegar si te preparas y esfuerzas para eso”, mencionó.
Esa filosofía que representa a la actividad deportiva que le apasionó desde niño trató de aplicarla a su vida.
Durante algunos años ejerció el periodismo. Trabajó como reportero en el Sistema de Radio y Televisión Mexiquense y luego en el área de Comunicación Social del ayuntamiento de Nezahualcóyotl, pero el alpinismo es lo que más le apasionó y a esa actividad se entregó en los últimos años.
El Iztaccíhuatl, Pico de Orizaba, Nevado de Colima y Nevado de Toluca son los volcanes que ha escalado en la última década. En el 2013 se fue a Europa para subir a la cima del Mont Blanc, la montaña más alta de ese continente.
Fue reportero, maratonista, alpinista, rapero que componía sus propias canciones, conferencista y motivador por excelencia.
Ese corazón dañado con el que nació dejó de funcionar el viernes pasado. Antes de cumplir 40 años de edad este joven mexiquense para el que no existían inconvenientes llegó a la cima más alta.
“Acidosis láctica e insuficiencia cardíaca grave”, fueron las causas de su muerte, según el acta de defunción.
“Cualquiera puede lograr lo que sea si realmente se cree capaz de hacerlo. No importa la adversidad, importa que seas capaz de seguir adelante a pesar de tener todo en contra.
Cuando te sientas acabado, da un pasito más hacia adelante. No se trata de llegar a la cima, sino de inspirar para crear un mundo mejor”, fue lo que aprendió al llegar a la cima del Kilimanjaro y que escribió para dejarlo como un legado a los que tienen dudas sobre sí mismo.
“Hay millones de ángeles en el mundo, es sólo que a veces no podemos identificarlos porque no tienen alas.
Tú también sé uno de ellos”, fue lo último que escribió en su muro de Facebook.
vcr