La falta de topes y semáforos, la poca luz y la acera sin barandal son algunos de los riesgos que corren usuarios que esperan diariamente el camión en la esquina de la calzada Ignacio Zaragoza con Río Churubusco, en la alcaldía Venustiano Carranza, donde el miércoles pasado un automovilista atropelló a nueve personas, de las cuales cuatro fallecieron.
“Que pusieran un tope porque los carros vienen muy rápido apenitas pasando el Metro Pantitlán, y a esa hora [4:20 de la mañana] como hay poco servicio de camiones, se confían”, comentó Erick González, quien se dirigía a la Central de Abasto.
En avenida Río Churubusco, desde el Metro Pantitlán, donde se ubica el último semáforo, hasta el punto del accidente, hay al menos 600 metros sin algún tope o reductor de velocidad, por lo que “los carros agarran vuelo muy fácil cuando no hay tráfico”.
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El 4 de diciembre, un automovilista de 25 años, que conducía en estado de ebriedad, atropelló a nueve personas, de las cuales cuatro fallecieron y las otras resultaron gravemente lesionadas, en la esquina de Río Churubusco y la calzada Ignacio Zaragoza, en la colonia Aviación Civil.
En el punto del atropellamiento, camiones, combis y microbuses con destino a Chapultepec, Pino Suárez, Añil y la Central de Abasto suben pasaje, por lo que al bajar la velocidad los carros buscan meterse y ganarles el carril, con lo que ponen en riesgo a quienes esperan el transporte público.
El riesgo incrementa en este tramo de Río Churubusco, debido a que en esta intersección hay una salida en “Y” para incorporarse a la calzada Ignacio Zaragoza, donde no hay reductores de velocidad ni señalamientos para desacelerar.
“Ya si no quieren poner un tope, aunque sea debería haber un reductor de velocidad para los carros que se quieren incorporar a la Zaragoza”, agregó González.
Lo anterior hace que los carros lleguen con más velocidad, si es que el semáforo de adelante no se pone en rojo, y los usuarios que esperan en la base están muy vulnerables, por lo que Gustavo Carrillo, quien va a Chapultepec, pidió que se pongan barandales.
“Lo ideal sería que pusieran barandales, porque nos toca esperar y aquí los camiones que no hacen parada van volados y puede pasar lo que pasó con esas personas, que desgraciadamente se encontraron con alguien imprudente”, indicó.
Aseguró que los barandales “nos harían sentir más seguros. Que pongan uno donde esperamos y otro aquí atrás, porque en la salida nunca les toca semáforo y luego no se asoman ni a ver si vienen carros de ese lado”.
Sin embargo, Fernando García, checador de la base de la calzada Ignacio Zaragoza, aseguró que "aunque pongan estos barandales, a la gente muchas veces le importa llegar antes al trabajo y se van a terminar bajando a la banqueta para ser los primeros en subirse al camión”.
Dijo que aunque hay muchas soluciones posibles, “todo debe empezar desde nosotros como pasajeros. Saber respetar lo que se nos ponga, porque mucha gente piensa que es por molestar o para hacerles la vida de cuadritos y no se pone a pensar que es por su bien”.
De acuerdo con el checador, en la base hay una sola lámpara, la cual “muchas de las veces no funciona, entonces ya cuando van a llegar aquí no hay luz”.
La falta de luz es otro de los riesgos a los que los usuarios que esperan el transporte están expuestos. “No se ve nada a una cierta hora y sólo está la luz de los puestos y de la lámpara cuando la llegan a prender”. García indicó que en noviembre, por las altas temperaturas, la neblina bajaba entre las 5:00 y 6:00 horas, “a tal grado de que ya no veían los camiones y tenían que bajar mucho la velocidad”.