“Venimos muy cansadas, pero al pasar frente a la imagen de la Virgen el cansancio y todos los sacrificios experimentados durante la semana desaparecen”, cuenta Ana Isabel Bárcena, una de las cerca de 20 mil mujeres que participaron en la peregrinación anual de Querétaro a la Basílica de Guadalupe.
Este grupo de mujeres caminaron entre ocho y 16 días días para llegar al templo mariano, y este domingo por fin arribaron y pudieron escuchar misa en el atrio de la Basílica en punto de las 11:00 horas.
El cansancio en ellas era evidente, pero la fe las movía y su rostro se iluminaba al estar a los pies de la morenita del Tepeyac.
Ana Isabel Bárcena caminó desde la ciudad de Querétaro y llegó a la Basílica de Guadalupe a darle gracias a Dios por la muchas bendiciones que le ha concedido a su familia, “pero también para pedir por muchas situaciones de la familia, sobre todo, salud”.
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Confiesa que hay que prepararse física y espiritualmente para estar en esta peregrinación. “Porque hay veces que no sólo es algo físico lo que tenemos que hacer, sino también espiritualmente porque eso nos da una fuerza especial para poder llegar bien”.
Después de misa y de recibir la bendición del obispo, las miles de mujeres aprovechan para descansar, abrazarse y sacarse la fotografía del recuerdo.
“Vine a ofrecerle a nuestra madre santísima todos nuestros sacrificios, pero más que nada a agradecerle por todas las bendiciones que nos ha dado a mí y a mi familia: nunca nos ha dejado solos y nos protege siempre en necesidades y enfermedades”, dice Patricia Montoya, quien llevaba una imagen de la Divina Infantita, una representación de la Virgen María cuando era niña.
Relata que durante sus nueve días de peregrinar la lluvia los acompañó, sin embargo, “la lluvia era una bendición para nosotros, nos motivaba a seguir adelante, y al ver a la Virgen todo valió la pena”.
Acepta que al llegar a la Basílica sintió una emoción muy grande, “son cosas inexplicables, le tenemos una devoción muy grande, grandísima a la Virgen”.
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Esta es la edición número 164 de esta peregrinación que se realiza anualmente el mes de julio.
“Todo lo que pasamos, las hambres, los fríos, no cuentan nada al lado de estar aquí, a los pies de nuestra madre santísima. Al verla sentí que mi corazón se me salía, que no podía con las lágrimas de verla y que pude llegar aquí y cumplir mi promesa y estar a sus plantas. Por mi hijo Rodrigo prometí esta peregrinación y Dios me permitió, y la Virgen santísima, cumplirla”, aseveró Esmeralda Lira, quien mostró que llevaba una imagen de San Antonio, quien le hizo un milagro y que la acompañará a la peregrinación de ahora en adelante.
Recalcó que el cansancio no se compara con esa emoción de estar en la Basílica de Guadalupe. “Le pido a Dios que me conserve los pies bien, que es lo principal para caminar, para poder estar viniendo hasta que Dios me dé licencia”.
Relató que en promedio caminaban 27 kilómetros al día, y seguirá asistiendo a esta cita con su fe sin importar los obstáculos, ni el frío o la lluvia.
Rosa Ramírez, quien caminó desde Amealco y es jefa del grupo de su comunidad, confesó que fue a dar gracias a la morenita del Tepeyac por los favores recibidos, y que ha participado en la peregrinación desde hace 26 años.
“Ahora nos llovió diario, trismos el agua a los tobillos y a veces a las rodillas, nada de eso importó, llegue con 45 peregrinas”, precisa.
Subraya que desde mañana ya estarán preparando la peregrinación del próximo año, pues deben de sacarse varios permisos y hacer trámites.
LL