Cada año, parvadas de pelícanos blancos americanos viajan 4 mil kilómetros para migrar desde el sur de Estados Unidos y Canadá, con destino a la Ciudad de México, en busca de cuerpos de agua que les proporcionen alimento y refugio ante las bajas temperaturas.
Son las 10:00 horas de un miércoles de enero y un grupo se aprecia en medio de los humedales del Bosque de San Juan de Aragón, en la alcaldía Gustavo A. Madero. Su viaje es similar al de las mariposas monarca, que aletean para escapar de los fríos intensos.
La Ciudad de México es uno de sus destinos preferidos, no sólo por el clima sino por la abundante cantidad de peces con las que pueden alimentarse.
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En la capital hay zonas lacustres a donde suelen llegar estas aves migratorias: el Parque Ecológico de Xochimilco, el Bosque de San Juan de Aragón y el exlago de Texcoco.
A San Juan de Aragón lo visitan anualmente, en promedio, 200 ejemplares de pelícanos, pero ha habido ocasiones en los que la cifra llega hasta 400, señala a EL UNIVERSAL Carmen Yenitzia Chávez Carpio, directora de gestión del bosque. Algunos de ellos regresan todos los años.
“Son aves migratorias que vuelan más o menos 4 mil kilómetros. Estamos hablando de un promedio de 500 kilómetros por día. Tardan aproximadamente ocho días en hacer este viaje desde el sur de Canadá y de Estados Unidos y llegar a México. Es una ruta migratoria que puede llegar incluso a algunas partes de Centroamérica y hasta Costa Rica, en ese interior llegan a la Ciudad de México”, explica.
Cada pelícano puede llegar a comer hasta cinco kilos de pescado al día, pues se trata de aves de grandes dimensiones, ya que miden entre 1.20 y 1.40 metros de altura y, con las alas extendidas, hasta 1.80 metros.
Los pelícanos blancos americanos regresan a San Juan de Aragón por la calidad del agua de sus humedales, además de la riqueza que pueden encontrar para alimentarse, como peces o crustáceos. En estas aguas suman alrededor de 42 especies acuáticas, suficientes para complacer el paladar de estas aves.
Este año también se ha observado a decenas de pelícanos en algunas partes de la alcaldía Tláhuac, particularmente en los lagos Los Reyes y Tláhuac, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema).
Importancia de los humedales
En una visita al Bosque de San Juan de Aragón, EL UNIVERSAL observa a un grupo de más de 50 pelícanos blancos americanos disfrutando del agua en el lago, algunos alimentándose, otros extendiendo las alas. La imagen es atractiva para los visitantes que se encuentran en el borde.
Mantener en condiciones idóneas espacios como los humedales de Aragón es indispensable para que estas aves sigan llegando al país, pues es aquí donde encuentran un respiro, dice Miriam Vargas Ortega, encargada del Monitoreo de Fauna Silvestre y asesora de los humedales del lago del Bosque de San Juan de Aragón. Por eso, advierte, el cambio climático, las sequías o escasez de agua significan un problema para las aves migratorias.
“Si por ejemplo aquí, el lago llegara a desaparecer, que se llegara a secar, por alguna otra serie de factores provocados por el mismo humano, obviamente las aves ya no encontrarían las condiciones idóneas, ya no tendrían el alimento adecuado y tendrían que buscar los lugares más lejanos”, alerta.
Cerca de la zona donde los visitantes pueden apreciar a estas aves, Armando Amin, coordinador técnico operativo de los humedales y el lago de San Juan de Aragón, detalla que los dos humedales artificiales que se encontraban en este bosque urbano (pioneros en su tipo) para mejorar la calidad del agua del lago, pueden definirse como sistemas de tratamiento de aguas residuales que funcionan únicamente con procesos biológicos.
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“Específicamente aquí utilizamos plantas acuáticas para limpiar el agua, eso nos ha dado una ventaja de que el proceso al ser más natural, además de que es más efectivo, la mejora que logramos en el agua es muy significativa. Podríamos hablar quizá de un porcentaje alrededor de 80% o 90% de limpieza del agua que recibimos a como sale después de los humedales y se incorpora al lago”, explica.
El hecho de que el agua esté así de limpia permite que cientos de microorganismos —muchos de ellos que no vemos porque están en la profundidad—, como son pequeños camarones, acociles, algunos tipos de moluscos, larvas de libélula y de mosco, entre otros, se multipliquen y sirvan de alimento para las aves migratorias.
Corresponsabilidad de los visitantes
Son cientos los capitalinos que cada día visitan el Bosque de San Juan de Aragón, por eso, las autoridades del lugar mantienen un llamado continuo a cuidar de las especies que se encuentran en este pulmón de la Ciudad, incluidos los pelícanos blancos americanos.
Así como se aprecian a estos enormes animales de alas blancas, en el lago también es posible ver a otras especies, como garzas o incluso águilas sobrevolando el área, pero también hay patos y algunas otras especies nadando, algunos que “no deberían estar aquí, que no pertenecen aquí”, enfatiza Miriam Vargas.
Destaca que una de las problemáticas que enfrenta el lago es el hecho de que algunas personas abandonan a sus animales en este lugar, “pensando que aquí estarán bien, que aquí tendrán un lugar”, pero la realidad es más compleja, pues introducir un animal de esa forma puede alterar el hábitat de la fauna silvestre de la zona, por ello, recuerda la importancia de ser responsables con la adquisición de animales.
A su vez, hace un llamado a no alimentar a los animales, no hacer ruidos que puedan perturbar a la fauna, ni lanzar o tirar objetos en el agua, lo que podría resultar contraproducente para las aves, enfermarlas o causarles otro tipo de daño.
“Podemos interactuar, claro que sí podemos interactuar con la fauna, caminando alrededor del lago, podemos observarlas, apreciar sus cantos, las variedades, los colores que nos dan todas las aves, siempre y cuando seamos respetuosos”, remarca.
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Gabriela Jiménez, docente del Instituto de Ecología de la UNAM, comenta en entrevista con este diario la importancia de mantener en buenas condiciones los espacios verdes que dan refugio y descanso para los animales migratorios, como es el caso de algunas zonas de Chapultepec o el mismo Bosque de San Juan de Aragón.
“Aragón es una zona muy cuidada. El bosque de Aragón y la zona silvestre y verde de Aragón la han cuidado mucho, eso es cierto, y les permite a los animales que emigran, tomar un descanso. No es fácil volar como lo hacen, no están volando de un estado a otro, van de un país a otro, entonces esto funciona, les permite estar mejor”, añade.
Por ello, la especialista considera importante recuperar espacios como el exlago de Texcoco, ya que se trataba de una zona que albergaba una importante cantidad de especies migratorias.
Cualquier persona puede acudir a visitar a los pelícanos blancos americanos para disfrutar del curioso graznido que los caracteriza. La mejor temporada para verlos es entre octubre y marzo de cada año, basta con ser cuidadosos y respetuosos para admirarlos y sin tener que salir de la Ciudad.