“Somos los olvidados, los que vivimos al día y los que no tenemos días libres para cuidarnos de las epidemias”, comenta Tomás, quien todos los días recorre la Ciudad de México desde Tepalcates hasta Tacubaya. No le preocupa un posible contagio; su mayor temor es que tengan que cerrar su trabajo, pues debe llevar la comida a su casa.

Pese a las medidas de sana distancia que puso en marcha el gobierno de la Ciudad de México para disminuir la propagación de Covid-19 y tras la reducción de aforo en el transporte público, todavía hay personas que hacen viajes largos para acudir a sus trabajos.

En un recorrido de EL UNIVERSAL se observó que la mayoría no sigue las medidas de sana distancia.

Rocío utiliza el Trolebús de la colonia Doctores a Miguel Ángel de Quevedo para acudir al médico. La mujer de la tercera edad sabe que es vulnerable de contagiarse, pero no tiene otra forma para trasladarse y “no me puedo quedar en casa, porque así, sí me muero”.

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